A Jim Alexander Ramírez lo fusilaron. Le dieron un tiro en la cabeza presuntamente con una escopeta, pues le destrozó el cráneo. El hecho ocurrió en horas de la tarde del martes en el sector Tubo Blanco en el municipio Andrés Bello, al oeste del estado Trujillo.
Una comisión del Cicpc acudió al sitio para levantar el cadáver y colectar pistas de interés criminalístico, pero ni a las autoridades querían declarar los posibles testigos, el temor a que los asesinos tomen represalias los invade.
Fue remitido al Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) en Valera, donde le practicarían la autopsia de ley, informe que ayudaría a las pesquisas.
La víctima no tenía antecedentes penales, pero de su vida personal se desconocen mayores detalles, si tenía deudas o líos con maleantes, sus allegados no se atrevieron a comentar al respecto, y los amigos que los acompañaron en el duelo se mantuvieron en silencio.
Las autoridades presumen que se trata de una venganza, aunque investigan el motivo por el cual la cobrarían de tal forma. Presumen que los testigos pueden estar “traumatizados” tras presenciar el asesinato y recibir una amenaza de muerte “si abren la boca”, en la zona baja así se impone el hampa, otros casos permiten a los detectives esbozar el perfil de los criminales de la zona, incluso el modus operandi de los que actúan en grupos y conforman bandas delictivas o integran otras peligrosas con más años “operando”.
No pelan una
La GNB y las Fapet se desplegaron por ciertos sectores de la zona baja para disminuir los índices delictivos, pero esta semana se enfocaron en acompañar a la Contraloría Sanitaria y al Sundde a las inspecciones en los mataderos por órdenes del Premier y el hampa aprovechó para hacer de las suyas.