Decir en estos tiempos que lo único permanente es el cambio, es casi una perogrullada, más allá de haber sido dicho hace más de 2500 años por Heráclito. He tenido varias vidas profesionales, más de una pareja y migrado tres veces. Suena muy lindo eso de reinventarse y he visto a más de uno pasársela muy mal en el intento.
Atravesar algunos cambios -buscados o forzados- ha sido para mí lo más parecido a navegar en aguas turbulentas sin mapas confiables, donde todos mis referentes se han movido y lo único que permanece es el rumor del viento anunciando más movimiento. Más que de planes perfectos o recetas infalibles, de lo que me he valido en esos momentos es de una brújula interna que se compone de presencia plena, esperanza radical y capacidad para aprender y florecer en medio de la incertidumbre.
Luis Alberto Machado, quien fuera el primer Ministro de Estado para el Desarrollo de la Inteligencia en Venezuela, decía que todos los seres vivos aprendemos y lo que nos diferencia de los no humanos es que nosotros sabemos que aprendemos, y las personas inteligentes son aquellas que, además, aprenden a aprender y saben cómo aprenden. Algo muy parecido a lo que hoy se llama learnability.
Aprender como forma de estar en el mundo
En contextos de complejidad, aceleración y volatilidad, esta competencia se alza como la piedra angular del éxito individual y organizacional. Lejos de ser una moda pasajera, la learnability -o capacidad de aprender a aprender- se ha consolidado como una habilidad esencial. Aprender ha dejado de ser un lujo o una etapa de la vida. Es hoy, más que nunca, una competencia estratégica y una necesidad continua.
Hace unos días, a propósito de mi último artículo “El arte de escuchar”, mi querido amigo y mentor Daniel Taroppio me hizo un comentario que llevó a pensar que no es posible aprender sino estoy dispuesta a escuchar y dejarme permear por verdades diferentes a la mía, así como a desidentificarme de mis certezas, entendiendo que yo soy mucho más que lo que sé. Lo cito: “En la mayoría de los casos, la dificultad para escuchar se debe a que creemos inconscientemente que la verdad del otro nos amenaza emocionalmente. Cuando estamos identificados con nuestros juicios y opiniones, los juicios distintos, las opiniones diversas, no amenazan lo que pensamos sino lo que creemos que somos. Por eso, debajo de la capacidad de escucha se asienta el autoconocimiento, la exploración de la propia vulnerabilidad, los niveles profundos de la autoestima”.
Más allá de adquirir conocimientos técnicos o de una carrera frenética por acumular títulos y certificaciones, la learnability es un arte, una disposición vital a observar el entorno y abrazar la novedad con curiosidad genuina, a despojarnos de certezas y creencias que ya no funcionan con humildad y de experimentar sin garantía de éxito. Donde antes se premiaba la experiencia acumulada, hoy se valora la capacidad de evolucionar con rapidez. Quien no aprende, se queda y quien aprende, lidera. No por saber más, sino por saber moverse. En mi experiencia acompañando procesos de liderazgo y transformación cultural, he descubierto que las personas que más prosperan en la incertidumbre no son necesariamente las más brillantes en lo técnico, sino las más disponibles para seguir aprendiendo con apertura profunda a lo nuevo, a lo que nos sacude y nos transforma.
Cultivar una mentalidad de crecimiento que nos permita florecer en cualquier entorno.
La Esencia de la Learnability
En esencia, la learnability es la capacidad de ser un aprendiz permanente en un mundo que nos desafía constantemente. No es una habilidad aislada, sino un tejido vivo entre mente, emoción y acción. Es como un jardín interior que se cultiva cada día con ciertas cualidades esenciales:
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La mirada del niño curioso, que se asombra sin prejuicio y se permite explorar lo que desconoce.
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La flexibilidad del bambú, que se dobla sin quebrarse, aprendiendo de cada vaivén.
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La resiliencia del loto, que crece incluso en el lodo más espeso y maloliente.
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La humildad del aprendiz eterno, que reconoce que siempre hay algo nuevo por descubrir.
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La consciencia del presente, que saborea cada momento como una oportunidad para evolucionar.
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La perseverancia del Samurai, que practica de manera intencionada, permitiéndose fallar, pedir ayuda, seguir aprendiendo y mejorar.
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La grandeza de una comunidad, cuya energía colectiva que se contagia y multiplica el impacto.
Lo que me ha funcionado para cultivar learnability
No creo en recetas ni fórmulas mágicas, pero sí en prácticas que habilitan. Éstas son algunas que me han ayudado a desarrollar la capacidad de aprender a aprender:
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Escuchar más de lo que hablo, no sólo a otros sino a mí misma. Ésta es, quizás, la que más me cuesta.
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Equivocarme pronto y en pequeño, experimentando sin garantías. Me desafía a no esperar las condiciones apropiadas y a salir feo pero rápido y aprender.
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Pedir feedback con curiosidad genuina, no para que me feliciten sino para crecer. Me mueve de la necesidad de siempre agradar a otros.
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Celebrar cada pequeño avance, como quien celebra el primer rayo de sol. Hace que desarrolle mirada apreciativa y construya sobre los logros.
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Buscar redes de aprendizaje, comunidades que desafían mi mirada y me enriquecen con la suya. Lo que me recuerda que somos uno y que los juegos grandes de juegan con otros.
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Pensar distinto o al revés, salir de mis patrones lógicos para encontrar nuevas rutas. Muchas veces no se trata de saber más, sino de mirar diferente.
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Mantenerme en la incomodidad de la confusión, explorar con curiosidad lo que aún no logro comprender sabiendo que hay algo nuevo allí para mí. Esto me permite cultivar aceptación, asombro y ambición como estados de ánimo que facilitan el aprendizaje.
Impulsar la learnability en los equipos y organizaciones
Aprender a aprender es, quizás, el mayor acto de liderazgo que podemos ejercer en estos tiempos. He visto equipos transformarse cuando se les permite aprender en colectivo. Personas que florecen cuando se les deja explorar. Organizaciones que reinventan su forma de hacer las cosas no porque haya una crisis, sino porque están vivas.
Una responsabilidad indelegable del liderazgo es la de generar los contextos apropiados para el aprendizaje y desarrollo, en los que aprender sea seguro, legítimo y deseable. Esto implica:
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Crear espacios donde experimentar no sea penalizado, sino valorado.
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Ofrecer espacios de aprendizaje continuo, dentro y fuera de lo formal.
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Promover conversaciones donde tanto el éxito como el error se transformen en insumo de mejora.
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Liderar desde la vulnerabilidad, mostrando que yo también estoy aprendiendo.
Las organizaciones que responden de manera más ágil a los cambios y a las demandas del entorno son aquellas que aprenden más rápido que la velocidad de sus desafíos. La consecuencia natural son resultados extraordinarios.

Leanability como acto de amor
La learnability es más que una competencia. Es una actitud frente a lo incierto, un acto de amor propio y colectivo. Cuando cultivamos learnability, dejamos de operar desde el miedo al error y comenzamos a liderar desde la posibilidad. Se activan la creatividad, la innovación, la agilidad para adaptarnos y el compromiso profundo con nuestro propósito. Al desarrollar nuestra capacidad de aprender, no solo respondemos mejor a lo nuevo: diseñamos futuros posibles.
En lugar de resistir el cambio, lo habitamos. En lugar de esperar certezas, sembramos posibilidades. Aprender, en este tiempo, es una forma de amar la vida, de confiar en que el mundo aún tiene algo que decirnos, algo que enseñarnos… y que nosotros tenemos algo que aportar.
Aprender es la forma más poderosa de crear el futuro. Tal vez, en el simple acto de aprender, despleguemos nuestras alas