«Comemos más o menos cuando llega el Clap, me da mucho dolor porque le doy a la niña solo agua de arroz con azúcar o con panela», comentó con lágrimas en los ojos Mónica Briceño, desde Conucos de la Paz, para contar su historia en tiempos de cuarentena.
La madre soltera de 35 sobrevivie junto a sus ocho pequeños, gracias a la venta de ramas que realiza su hijo mayor de 16 años, cuando los efectivos de la GNB no le quitan la mercancía y le permiten trabajar. «Llévese esas dos arepas puras mijo para que más que sea coma algo», instó al joven antes de salir, y ofreció disculpas por interrumpir el relato para la prensa.
«Hay días que no tenemos nada, pero lo que se llama nada qué comer, los niños empiezan a llorar y yo les doy un pedazo de panela para calmarlos», agregó la mujer que hace más de un año fue abandonada a la suerte por su pareja sin importarle dejar atrás tantos niños, los mismo que ayudan en la labor de conseguir la leña para cocinar.
Briceño compartió que en algunas oportunidades ha sido atendida por el consejo comunal, ayuda esporádica que se torna insuficiente para todos los que habitan en el lugar, quienes también sufren por la falta de agua potable, gas doméstico y los cortes de electricidad.
Yoerli Viloria
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Gráficas: Alexander «Chaparro» Viloria