Redacción ciencia, 3 may (EFE).- Las investigadoras reciben una financiación sustancialmente menor a la de sus compañeros: unos 310.000 euros frente a los 597.500 euros de los hombres, según un metaanálisis de estudios sobre el tema.
Este análisis comparativo también reveló que aunque en una primera solicitud de subvención, hombres y mujeres reciben una financiación similar, cuando las científicas solicitan nuevas ayudas para continuar con la investigación, tienen menos posibilidades de conseguirla que los hombres (un 9% menos).
Estas diferencias no solo son verdaderos obstáculos para el éxito profesional de las mujeres, también suponen un verdadero problema para la ciencia, advierte la autora principal del estudio y profesora de psicología en la Universidad Estatal de Washington en Vancouver, Karen Schmaling.
Para hacer este metaanálisis, cuyos resultados se publican este miércoles en la revista Research Integrity and Peer Review, Schmaling y el coautor Stephen Gallo, del Instituto Estadounidense de Ciencias Biológicas, analizaron los datos de 55 estudios sobre subvenciones otorgadas entre 2005 y 2020.
El metaanálisis reunía datos demás de 1,3 millones de solicitudes en todo el mundo, aunque la mayoría se concedieron en Estados Unidos y en Europa.
El estudio pone de manifiesto que pese a ser más de la mitad de la población mundial, las mujeres siguen infrarrepresentadas en la investigación científica.
Según este análisis, las mujeres constituían sólo el 30% de los solicitantes de subvenciones.
Además, los hombres solían solicitar más financiación que las mujeres.
Los autores denuncian que en dos de los estudios analizados -referidos a los Estados Unidos-, aunque hombres y mujeres solicitaron la misma cantidad de ayuda, las investigadoras recibieron menos ayuda, un hecho que Schmaling llama el «descuento de la ciencia de las mujeres».
Para los autores, situaciones como esta reflejan el bajo nivel de Estados Unidos en materia de igualdad de género (ocupa el puesto 53 entre 153 países), frente a las políticas activas de la mayoría de países europeos.
El estudio urge a reformar el sistema de concesión de ayudas, especialmente en aspectos como la composición de los comités o tribunales que los conceden y los procedimientos para aprobar las solicitudes.
«Muchas agencias de financiación valoran lo que se denomina ‘medidas bibliométricas’ del éxito de una persona, como el número de artículos que ha publicado y cuántas personas han citado esos artículos», explica Gallo.
Pero estas medidas «están profundamente sesgadas y viciadas, y no reflejan necesariamente las diferencias en la excelencia científica», avisa.
Además, estudios anteriores han demostrado que los hombres tienden a citar con más frecuencia estudios de colegas varones, y que se «autocitan» más a menudo que las mujeres, es decir, hacen referencia a su trabajo anterior en nuevos estudios, lo que contribuye a aumentar su número de citas.
Este tipo de cosas refuerzan un sistema «ya de por sí desequilibrado», por lo que apoyar a las mujeres científicas a lo largo de su carrera es «clave para corregir este desequilibrio», afirma Schmaling.
«Si queremos un verdadero cambio, especialmente en Estados Unidos, tenemos que pensar en ser más alentadores y dar más oportunidades a las jóvenes científicas», concluye.