La Voz de la Cultura | Un homenaje al Diario de Los Andes: Los caminantes del teclado | Por: Héctor Díaz

“Para los periodistas que practican el vals de las letras en un salón llamado salas de redacción”.
Cuando el Suplemento Cultural “Babelia” del país de España, plantea, que cuando las palabras comenzaron hacerse electrónicas y el pensamiento pasó de la mente a la yema de los dedos, casi siempre adolescente, al desierto de arena de todos los teclados. Allí la información empezó a bajar como un tobogán furioso buscando el aterrizaje en la pista de la memoria de quien se encontraba en su camino. Desde la imprenta de Johannes Gutenberg hasta nuestros días, la era de la tecnología digitalizada y los cambios profundos en el arte del pensamiento, podemos calificar al periodismo escrito como los caminantes del teclado.
Los nuevos instrumentos de la comunicación en masas (hoy son miles y miles de redes sociales) obligan al usuario generador de noticias e información a estar, parte de su tiempo, al lado de su inseparable herramienta direccionando, con las yemas de sus dedos su pensamiento, así como intercambiando con otros pensamientos, estructuras de información alineadas con ideas similares o con factores de discusión opuestas, totalmente. Lo fundamental, es que a través del teclado, se mantenga una coincidencia sobre las ideas encontradas, que aunque no las compartamos, las respetemos y ayudemos de está manera a crear un espacio de convencimiento para el ideal que propugnamos.
Hoy el periodismo parte de la primicia de la objetividad de la fuente, de la velocidad informativa y del hecho mismo como interés para una población súper informada. Hace cuarenta años atrás para conocer un hecho noticioso tenías dos alternativas, la radio o el periódico; el primero mantenía espacios noticiosos mañaneros, extras informativas cada media hora o en el momento que ocurría el acontecimiento, eso obligaba a la estación radial a tener unidades móviles desplazándose por toda la ciudad o reporteros comunitarios desplegados en la geografía de la entidad. Mientras, que los periódicos, de una manera muy usual, esperan la edición muy temprano para leer la noticia y observar las gráficas.
La humanidad se encuentra sumergida de una era, ya expresada bíblicamente: entre cielo y tierra, no hay nada oculto. Es difícil en estos momentos que algún rincón del planeta tierra se encuentre fuera de la cobertura informativa, en cada hogar, en oficinas públicas y privadas o individuo, existe una herramienta informativa que permite a diario, seguir detalladamente los movimientos más mínimos de cualquier estructura social o individual. La noticia vuela más rápido que la velocidad de la luz, y eso va acompañado, por la rapidez del tiempo y del espacio donde interactuamos; pero todo se refleja en tres movimientos muy concatenados: ideas, yemas de los dedos y teclado. De allí viene la gran connotación de las palabras y el desfile de las letras sobre una pasarela llamado teclado, simplemente tocamos el concierto para darle forma al párrafo, retocamos la palabra como los antiguos tipógrafos artesanales y nos convertimos en un Moisés detrás de Dios para entrevistarlo y publicar los diez mandamientos.
Los periodistas se han convertido, en esta sociedad en decadencia, en el talón de Aquiles para quienes aúpan la oscuridad en el pensamiento, mientras más gente escriba, más aceite tendrá la lámpara para alumbrar el camino del conocimiento y la conciencia plena, de allí, que el periodismo es un apostolado lleno de compromisos sobre la base de generar opinión y libertad plena en el seno de una sociedad para transformarla. Hoy al ya tener casi un cuarto de siglo XXI recorrido, podemos determinar que los medios de comunicación social desplazaron la era de los partidos políticos, muy de moda en el siglo XIX y XX, pero que hoy ese fenómeno recorre todo el globo terráqueo para aposentarse como instrumento ideológico en la era del pensamiento y la tecnología; allí podemos definir que el mundo descansa sobre un desierto del teclado con el concierto del pensamiento, las yemas de los dedos en comparsa con el desfile de las letras. Feliz cumpleaños para el Diario de los Andes y para el Dr. Eladio Muchacho, quien de lo alto de los páramos andinos y con un duro trajinar mágico se han convertido en los caminantes del teclado.
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