La vida como teatro

El gran filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) comienza su famosa ‘Metafísica’ diciendo: “Todos los hombres por naturaleza desean conocer”.

Eso es muy cierto. Todos los humanos desean adquirir información veraz y confiable sobre su mundo circundante para poder desenvolverse en su vida. No obstante, el humano es una especie social y eso significa que toda persona debe tratar a otras personas. Pero ahí se presenta un serio problema porque ninguna persona puede penetrar en la mente de otras personas para conocer sus verdaderas intenciones.

El genial dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616) en muchas de sus obras insistió en esa faceta del humano como actor. Por ejemplo en su obra ‘Como Gustéis’ (1599-1600), el personaje Jaques dice: “El mundo entero es un teatro y todos los hombres y mujeres son simples comediantes” (Acto 2, Escena 7). En efecto, las investigaciones en psicología han evidenciado que por lo general una persona no manifiesta siempre la misma personalidad, ya que en realidad con ciertas personas se manifiesta de una manera y con otras personas de otra manera. Asimismo, algunas personas pueden fingir y ocultar sus malas intenciones. Shakespeare en varias de sus obras resalta esa posibilidad. Por ejemplo, en su tragedia ‘Macbeth’ (1606), el personaje Macbeth es ambicioso y para erigirse en rey, planifica el asesinato del rey Duncan y dice: “engañemos a todos fingiendo la inocencia. Un rostro hipócrita debe ocultar lo que sabe el falso corazón” (Acto 1, Escena7). De manera similar, en su tragedia ‘Otelo’ (1603-1604), el personaje Yago aparenta mucha lealtad y aprecio por Otelo, pero en realidad es un ser envidioso, pérfido y maligno que se dedica a intrigar y sembrar cizaña, y causa la muerte de Desdémona, Roderigo, Emilia y Otelo. Por eso Yago dice con razón: “¡No soy lo que aparento!” (Acto 1, Escena 1).

Entonces, la única manera de conocer a las personas es por su conducta y de ahí que sea imperecedero el famoso dicho bíblico: “Por sus frutos los conoceréis” (San Mateo, 7:16). En psicología se han realizado investigaciones y se ha encontrado que con una frecuencia muy elevada, el tema principal de conversación entre las personas de todos los niveles sociales y culturales, atañe a lo que hacen otras personas, bien sean otras de su mismo grupo social, o bien sean personas del mundo político o artístico, etc. Dicho en otras palabras, los humanos manifiestan una tendencia al ‘cotilleo’, y diversos autores piensan que eso jugó un importante papel en nuestra evolución. En efecto, resulta muy obvio que para la supervivencia individual de nuestros ancestros pudo ser muy importante obtener información fidedigna sobre su grupo social: Quién es sincero, honesto, bondadoso, se comporta con lealtad y tiene virtudes, o quién es falso, traicionero, perverso, deshonesto y desleal, etc.

Además hay un factor adicional: Las personas pueden cambiar en el tiempo y eso implica que siempre hay que tener información actualizada sobre la conducta de cada quien, porque puede suceder que personas que se comportaban bien, luego degeneran. En conclusión, quizás todas las personas tienen algo de actores, pero hay personas cuya actuación refleja su verdadero sentir que es virtuoso, y otras cuya actuación oculta su mala intención.

Salir de la versión móvil