La sacudida juvenil de los años 60 detonaba con fuerza en las pandillas de los sectores populares, en una estridencia musical inentendible y expresada en la insurrección de una moda de colores psicodélicos donde despuntaban los desordenados cabellos largos. Eran los “rebeldes sin causa” que inmortalizó James Dean, el adolescente inadaptado que se enfrentó a la incomprensión de los adultos, en un verdadero clásico del séptimo arte.
El cine marcaba la pauta en aquella época y Valera no pudo esquivar la proyección de este tipo de funciones, como West Side Story, Vidas rebeldes con Marilyn Monroe yClark Gable, La leyenda del indomable interpretada por Paul Newmany Los Bandidos de Río Frío, protagonizada por Luis Aguilar y Rita Macedo. Este film basado en la novela del mexicano Manuel Payno, donde se narra la historia de una banda de alegres malhechores cuyas hazañas son más divertidas que despreciables, tuvo una fuerte influencia en un grupo de mocitos valeranos que habitaban en el final de la calle 10 y sector Miraflores de aquella Valera de 1959, muy cerca donde vivía la cantante Panchita Duarte, el popular Francisco “Mamayeya” Urdaneta y el músico Juan Gutiérrez.
Durante la década de 1960 los jóvenes adquirieron, tanto en nuestra ciudad como en el resto del mundo, un protagonismo fundamental. Aparecieron los hippies, las luchas
antiimperialistas, la paz y el amor, por citar algunos ejemplos de las banderas enarboladas por aquella generación de la cual formaron parte Gilberto Pineda a quien apodaban “Diente de Oro” y su hermano el fisiculturista Chico Pineda, lector empedernido de las revistas de Charles Atlas, los hermanos Américo “La Chucha” y Julio Infante, Benito “Tala” Sulbarán, Rómulo Cardozo, Clemente “El Virgolín” y “Pildorín” Méndez. La ciudad los reconocía como la Banda de Río Frío.
Esta pandilla juvenil, influenciada por Marlon Brando, James Dean y Elvis Presley sobresalía frente a todos, por exhibirse como auténticos representantes en nuestro poblado de aquellos ídolos del celuloide. En aquella Valera, ellos impusieron su manera de vestir con sus camisas de mangas arremangadas, los cinturones anchos, los botines puntiagudos y los clásicos pantalones vaqueros sin ruedo creados por el alemán Levi Strauss. Este grupo de jóvenes se paseaba públicamente por nuestras calles en un descapotado Ford 54 de color rojo que era propiedad de Rómulo Cardozo.
Tres de sus integrantes eran boxeadores; Gilberto, Benito y Clemente, pero jamás se les vinculó a hechos violentos. Eran los pavos de la época, viviendo su vida de fiesta en fiesta, sobresaliendo como grandes bailarines, galantes, derrochadores de físico en cualquier billar o prostíbulo valerano, a la hora de tomarse una cerveza de sifón en el Café Monet de Benito Matos o simplemente con su característica forma de comer chicles. Marcados como de procedencia humilde, revolucionarios, irreverentes, la Banda de Río Frío puede ser considerada como los innovadores de los cambios juveniles en nuestra ciudad y hoy su historia se diluye en un pasado que muchos no se atreven a reconocer.
Fuente: Conversaciones con Amable “Pepino” González