La sazón trujillana y los viejos lugares para saborear lo mejor

En la presente edición dedicada al arte culinario y la cocina autóctona, propia de nuestra región, no podemos dejar de referir los sitios donde cientos de comensales, originarios de los distintos estratos sociales han podido satisfacer sus gustos por la comida que nos identifica.

Fuente de soda y restaurant "El Campo", uno de los sitios más emblemáticos de la Valera que se fue.

 

POR GABRIEL MONTENEGRO

Fotos: Archivo

Nuestro lar nativo no ha sido la excepción en cuanto a la proliferación de restaurantes, luncherías, asaderos, fondas, puestos de comida y cafeterías a lo largo de la historia nacional. A continuación hacemos referencia de algunos lugares donde se ha podido disfrutar de la buena comida y complacido los paladares más exigentes, cuidando celosamente el arraigo sociocultural trujillano y la esencia gastronómica propia, además de la heredada de la influencia extranjera.

 

Valera y la fama de sus restaurantes

Bien es sabido, que la referencia ancestral de nuestros platos típicos se refleja a través de elementos principales como el infaltable pollo asado trujillano de fama nacional, tradición de muchos años que fue complementada por otros ingredientes como el famoso «mojito trujillano», el cochino frito, las arepas de mortadela, caraota y el infaltable queso blanco; la elaboración de las tradicionales sopas de gallina «negra» y costilla.

Además de esto, las hallacas de caraota y el gustoso fororo de maíz cariaco, tostado y molido representan nuestra esencia pueblerina en el arte de comer bien, evolución gastronómica arraigada de las culturas aborígenes y la influencia europea.

Valera ha desarrollado una especie de mundo multicultural desde hace muchos años y de esos sitios especiales para desayunar, almorzar o cenar, recordamos desde las míticas empanadas «ruedas de camión» que nuestras abuelas expendían generalmente en el restaurant del antiguo mercado, hasta el fororo frío y la cebada con leche del nostálgico Café » Isorano».

 

 

De igual manera, mencionamos luncherías del encuentro consuetudinario de parroquianos y tertulia diaria en la avenida 10, como «La Cimbali», del popular italiano Domingo Carangelo, quien preparaba junto a su esposa Liliana Amoroso de Carángelo, unos sandwiches de película, con el sabroso café con leche y los llamados pastelitos espolvoreados. Este negocio estuvo activo para grandes y chicos, además de los estudiantes, desde los años 60 hasta mediados de los años 90.

Otra de las luncherías de moda de los años 70 y buena parte de los 90 fue » La Morocota» cuyos propietarios fueron los integrantes de la familia Castucci, siendo Vittorio su atento servidor por más de 50 años. Allí pudimos saborear las arepas con pollo guisado, carne molida, mechada y la delicia de la casa: el sándwich de pernil…toda una delicia, acompañada de un vaso de leche fría o un Toddy con hielo picado.

Paralelamente, funcionaba en el centro de Valera negocios como » El Buen Gusto» del popular Emiliano, «La Viña» y «El Popularcito», y muchas ventas ambulantes con todo tipo de empanadas, bollos, hallacas, tostadas, maduros, majaretes, mandocas, catalinas y las paledonias con canela y clavoscomo aromatizantes.

Entre los restaurantes formales ubicados en el casco central de Valera recordamos a » El Tequendama» de Manuel Ángel Peña, un comerciante oriundo del municipio Rafael Rangel, quien junto  su familia ofrecían los desayunos criollos y almuerzos suculentos con el cochino frito, la parrilla mixta y el plátano horneado relleno con queso. Manuel Peña colocaba en el centro de las mesas una totuma, con el afamado ají picante «El Betijoqueño», elemento que era el gancho del negocio, pues se le atribuían propiedades afrodisíacas.

Se comentaba que el elemento o misterioso de la sazón de Manuel para la elaboración del picante, era colocarle pedacitos de «bachaco culón», aunque esto no lo negó ni confirmó el recordado dueño de El Tequendama. Cabe destacar, que en este sitio, se dio cita una importante cantidad de dirigentes políticos, artistas y personajes relevantes, quienes lo visitaron por su fama y calidad.

 

Las carnes asadas y su atractivo

La «Fuente de Soda Central», un lugar donde se disfrutaba de buena comida y entretenimiento

Si de un plato preferencial podemos hablar los trujillanos, es de la carne y el pollo asado. En Valera destacó la proliferación de negocios de estas dos especialidades, todos ya desaparecidos, como el «Auto Rancho», ubicado en la zona sur en la vía hacia Mendoza y La Puerta. Es digno referir de este negocio de trato de carnes, la mejor parrilla argentina de toda la historia en nuestra región.

De igual manera, en el sector Las Acacias disfrutamos de las carnes servidas y los ratos de bohemia en la Fuente de Soda «El Campo» con Gigi y Mario Bene; mientras en el sector La Plata encontrábamos restaurantes como «El Mesón del Toro», el bar-restaurant de » Ramiro Fossi», con sus parrillas y churrascos, la papa en su concha  asadas junto a la carne exquisita a su estilo.

También era centro de mucha afluencia de comensales, la fuente de soda «Central» de Darío Montilla y Jesús Lozada; el restaurant «La Ganadera» en el sector Las Pulgas de San Luis; «La Parrilla» en la vía Cementerio-La Floresta, atendida por el recordado Aparicio, tío de Mery Aparicio. la señora madre del comunicador Frank Graterol.

 

Restaurantes de corte italiano

La colonia italiana ha sido fundamental en el arte gastronómico regional y desde la llegada de los primeros inmigrantes al suelo regional contamos con muy buenos restaurantes, caracterizados por su buena música y excelente cocina mediterránea, la cual fue muy bien recibida en estas tierras andinas.

Algunos de ellos, el popular restaurant y hotel «Marcelino», el cual estuvo ubicado donde hoy queda la avenida Bolívar con calles 8 y 9 de Valera. En ese lugar degustamos por muchos años las exquisitas lasañas, espagueti a la boloñesa, napolitana, carbonara, tallarines, escalopa, fetuccini y pastichos de otro mundo. Marcelino, su dependiente, se levantaba a las tres de la madrugada a preparar su salsa especial, una delicia verdadera.

Otro restaurant de renombre fue el también desaparecido «Trieste», donde el viejo Pepe con su infaltable cigarrillo en los labios, y su hija de ayudante, preparaban el mejor muchacho relleno y cochino guisado con queso parmesano. Otro de sus platos favoritos era el minestrone. Sin dudas de lujo.

Dos negocios muy famosos en la elaboración de comida italiana lo fueron «El Ipso Facto» y » El Padrino»; el primero de ellos de la familia Randazzo, y su pionero el viejo Giovanni con sus pizzas exquisitas y crocantes;  mientras «El Padrino», negocio dedicado en nombre a la saga del escritor Mario Puzo en el año 1978, y a la película protagonizada por los míticos Marlon Brando y Al Pacino.

Así mismo el bueno de Pasquale Gallo y sus negocios, con las pizzas y las pastas que fueron de leyenda, así como su famosa rockola dónde escuchábamos los temas y éxitos musicales del momento. Otros buenos establecimientos fueron el restaurant  «Don Nicolas»  y el Danoi de Toñito Valero hijo.

 

Marcaron pauta por su menú

El » Conticinio», restaurant y lunchería a donde acudió en su mayoría trabajadores del centro de la ciudad.

También hemos tenido la dicha y el honor de conocer restaurantes y sitios de comida a los cuales acudía en su mayoría trabajadores del comercio local, oficinistas y gente común, como «El Conticinio» con su dueño el español Pepe y su hermano, el cual estuvo ubicado en la avenida 10 entre calles 10 y 11. Allí se degustaba el mejor pabellón criollo de toda nuestra historia, el constaba de carne mechada, una porción de arroz blanco, caraotas refritas, dos huevos y cinco tajadas de plátano maduro grandes.

Un poco más hacia arriba, en la vía al sector Santo Domingo, estaba el célebre negocio de la matrona Edicta Mora, con su mondongo especial, la sopa de gallina, el cruzado de pescado, costilla y gallina; el queso frito y pollo con espaguetis.

También en el llamado «Triángulo de las Bermudas», en la zona de La Plata, al norte del Valera estuvieron ofreciendo buena comida, atención y calidad, negocios como el restaurant «Las Vegas» del conocido Mauro Morales, «El Chupulún», negocio que pasó por varios propietarios hasta ser adquirido por Antonio Sayago, el popular «gordo»; también en las cercanías era bueno ver full a las entonces cabañas y toldos de «Pollos a la Broaster», con el mayor Godofredo Gomez al frente por muchos años, adquirido luego por la familia Lozada que lo regenta en la actualidad.

Otro de los buenos restaurantes que se ha mantenido es «La Pérgola», de José Hernández, el popular «JH», quien lo adquirió tras el retiro y luego fallecimiento de sus otrora socios y propietarios, los comerciantes locales Ramón Alfonso Valecillos y Tomás Torres.

Así mismo, muchos valeranos disfrutaron y siguen haciéndolo en dos negocios ubicados frente al liceo Rafael Rangel, el «Date vida» de Virgilio Bello y el restaurant «Villanueva del señor Baudilio Villa, además del archiconocido «Tomate», quien aún mantiene junto a sus hijos su restaurant en el Centro Comercial La Pirámide, diagonal  al templo San Juan Bautista de Valera.

El restaurant «New China» fue pionero en comida de esa región asiática. Estaba ubicado en la Avenida 5, sector Las Acacias de la ciudad de las «Siete Colinas». En su menú destacaba el pollo agridulce, lumpias, chopsuey, arroz con camarones y salsa de soya.

En cuanto a la comida rápida Valera y Trujillo marcan pauta con muchas buenas puestos en el casco central y la periferia. Entre sus especialidades destacan las hamburguesas de diversos tipos y gustos, los oportunos whopers y los reyes de la comida rápida o «chatarra» que son  los perros calientes.

Lugares como «El Choncho», » El Cubanito», hoy en día convertido en cervecería y restaurant, «Los Veteranos» y el «Gordo Javier» en Las Acacias, «Chuchu Burger» en Plata III, son referencia del nuevo modelo de ofrecer comida rápida y a precio popular.

Este tipo de negocios de comida nocturna, era representado en Valera por lugares como «Súper Batidos Maracaibo», «Tostadas Valera», «Tacos Mexicanos» y La «Taberna Suiza», bar- restaurant y discoteca El Autolavado de Juan Rodriguez. También los hermanos Flores dos grandes comerciantes de la alta comida y la sana diversión, aún activos con su «Rincón de los Recuerdos» y otros establecimientos que regentaron.

En la vía hacia San Isidro también conocimos al «Trapiche» de Jaime Terán, un poco más arriba el restaurant San Isidro, donde disfrutamos por muchos años la discoteca el «Rincón de Los Recuerdos» y a pocos metros estaba el restaurant de los hermanos Linares, además de Ángel Salas y su negocio de diversión y juegos.

 

Los trujillanos no olvidamos esos lugares tan especiales donde no solo se comía bueno, sino se conversaba y se pasaba un momento de disfrute, compañerismo y familiaridad.

Más arriba, en Mendoza del Momboy, se ubicaba el bar restaurant y cervecería «Montevideo» de Pedro Briceño, y seríamos mezquinos si no referimos el restaurant de marisquería «El Gran Marqués» propiedad del siempre afable y también recordado «gato» Márquez, el cual también funcionó en la vía Valera- La Puerta.

En poblaciones como Pampanito también recordamos restaurantes de buena sazón y atención esmerada como el Restaurant y Tasca San Juan; «La Rinconada» que funcionó en el sector La Concepción; también El Granjero» en el sector La Morita; » Valle de los Mukas» de Miguel y Marta Briceño, el » Solunto» y » Pollos de Eladio» de Juan Evangelista Méndez y luego Eladio Castellanos en Trujillo y Valera.

También en Sabana de Mendoza, es histórico el restaurant del hotel «Panamericano» de la familia Messina, destacado por su comida de sabor italiano y carnes en todas sus formas, desde guisada, asada, frita y como complemento proteínico en sopas, pastas y caldos.

En Pampán, específicamente Flor de Patria, destacó «El Trinity» negocio que fuera referencia de la alta cocina, con sus asados y especialidades como cordón blue, milanesa de pollo con champiñones y la súper parrilla mixta, además de digestivos y licores de los más finos.

El paso del padre tiempo y los severos cambios económicos hicieron que la mayoría de ellos haya cerrado puertas, para dejar un claro vacío en el sentimiento de muchas personas, que en su momento disfrutaron de olores, colores y sabores… el arte de la buena cocina trujillana al servicio de todos hecho historia.

La Revista «Andina», honra en este 45 aniversario de Diario de Los Andes a todos los emprendedores y empresarios, que en su momento y lugar, decidieron invertir sus recursos, con el propósito de ofrecer uno de los mejores placeres y necesidades del ser humano, el de disfrutar de una buena comida.

 

 


 

Lea también: 

Trujillo pone el toque picante

Su Majestad: el mojo

Pollo asado: identidad gastronómica de Trujillo capital

Mojito trujillano: La historia de la receta mágica de la abuela | Por Ariana Briceño Rojas

Champiñones Gran País: trabajo, compromiso y calidad para Venezuela

Henry’s Chocolatier un sueño de familia hecho realidad

“Dulcería Doña Tula”: 123 años de arraigo familiar y recetas originales 

Postres Blanquita: una sinfonía al paladar 

La oferta gastronómica se abre camino al sur de Valera 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil