Por: Libertad León González
Conocer íntimamente a Genet es una aventura de la que nadie puede salir indemne. Provoca, según los casos, la rebeldía, una toma de conciencia, afán irresistible de sinceridad…
Juan Goytisolo
El TNJ – Valera ha presentado en esta temporada del mes de octubre el estreno de su versión de Las Criadas de Jean Genet (1910-1986), como escritor prolífico en diferentes facetas de la literatura (novelas, poesía, teatro) y el cine, con un estilo que rompe con los estereotipos sociales del pudor y la denuncia, un autor en el que con facilidad puede reconocerse la miseria lírica de sus tramas, sea posible entonces ofrecer la siguiente lectura sobre esta puesta en escena en Valera. Entonces nos preguntamos:
¿A partir de qué elementos simbólicos podemos abordar esta obra adaptada por el ingenio creativo de Juan Viloria? Pensamos, simultáneamente, en la importancia de la fuerza y el impacto interpretativo de los actores, Francisco Rivera como la Señora, Augusnelly Rivero cómo Solange y Laura Ramírez como Clara.
Porque, definitivamente, el poder interpretativo en cada rol del espectro teatral se percibe como dominante jacobsoniana en el uso imponente del lenguaje y el despliegue de sus funciones (emotiva, poética , conativa, referencial, metalingüística y fática), las cuáles parecen mostrarse con sobrado equilibrio. La dominante como “unidad en la diversidad, unidad dinámica que nos hace sentir, simultáneamente, la armonía y la desarmonía, la convergencia y la divergencia.” (Mukarovsky, 1983). Muy a pesar de la distancia temporal de la obra de Genet, la propuesta de Juan Viloria actualiza la denuncia social de la diferencia de clases que existirá por siempre, los pretextos necesarios para mostrar la inconformidad desde el ángulo de la pobreza versus la riqueza.
De allí que, cada personaje refleja en su discurso la irrupción dramática y dialéctica de su realidad. Clara y Solange, las hermanas que brindan sus cuidados a La Señora son la expresión de la alteridad de los sentimientos de amor y odio hacia su señora. En este sentido, ambas se complementan en ese juego especular de sus diálogos y movimientos paroxísticos en escena. Ellas representan las voces y acciones que adulan, reclaman, traicionan y aniquilan.
La irrupción magistral de La Señora en escena se desborda en su voluptuosa apariencia decorativa, junto al candor de su risa, a veces, tenuemente metamorfoseada en llanto, como punto magnánimo de la obra. A pesar de sus reclamos hacia sus criadas, La Señora también muestra sentimientos de gratitud y protección, quizás por conveniencia o ingenuidad, hacia sus criadas.
Reconocemos la armonía propiciada en la adecuada complementariedad de las participaciones de Rafael Alizo y Evelyn Hidalgo y, de manera especial, en la asistencia de producción a cargo de Annie Nava y la iluminación, responsabilidad de Marianela Balestrini
La recreación de Las Criadas de Genet en la poderosa escuela teatral del TNJ – Valera, nos permite entender la primigenia razón de su permanencia en el mundo artístico regional con repercusión nacional. Sus aciertos son, sin duda alguna, producto admirable de la constancia.