Afirmó el investigador y médico psiquiatra Francisco Herrera Luque, que hasta el año 1775, no se tenía fuente fidedigna de la existencia real del Dr. Fausto o simplemente Fausto el hechicero, cuando se localizó la misiva de Felipe. Sí hubo antes, referencias en el campo del espiritismo y de la brujería del siglo XVIII, sobre este pronosticador de sucesos inolvidables (Herrera Luque, Francisco. La huella de Fausto en Venezuela. En: Bolívar de carne y hueso. Pág. 122. Editorial Ateneo de Caracas. 1983). Fue la Dra. Federica Ritcher, quien tradujo y publicó en Boletín de Academia de la Historia (1964), una carta escrita en la ciudad de Coro en 1540, a 3 años de haber sido fundada dicha ciudad por el welser Juan de Ampíes.
El autor de este documento es Felipe de Hutten, de 29 años de edad, quien le refiere detalladamente a su dilecto hermano Mauricio, Obispo de Würzburg, las vicisitudes que vivió en el territorio que posteriormente se convertirá en Venezuela. Felipe, es miembro de una de las más antiguas y nobles familias de Alemania. Nació en 1511, segundo vástago de Bernardo de Hutten, representante del emperador alemán.
Las profecías consisten en predecir situaciones futuras, basados en diferentes fuentes, algunos como los doce profetas menores que le dieron contenido al Antiguo Testamento, en la inspiración divina; otros, como el europeo Camerarius, cimentados en sus conocimientos de astrología. También los hay, aquellos que se fundamentan en el estudio de las señales y características que observan de algunas situaciones precedentes, reales y concretas. Metodológicamente, quizás, este tema sea considerado como conjetura y lesione la sensible mirada de “La Ciudad Letrada” trujillana, en su labor de enjuiciar todo nuevo tópico que sea desempolvado.
Cuando Felipe, joven explorador, hace preparativos para partir de Europa, hacia Venezuela, «aparece Fausto en la sede episcopal. Llevado de la mano de Daniel Stevar, un fraternal amigo de Hutten, Fausto, luego de trazarle su horóscopo se muestra espantado de lo que la voz de los hombres, seguramente, le hizo ver en los astros, ya que eran escandalosos, aunque exiguos, los mineros alemanes que retornaron vivos de la primera expedición que en 1529 llegó a Venezuela» (Frank Barón. «Doctor Fausto from History to Legend”. 1978. En Herrera, 124). Continuando Barón, su relato, el señalado hechicero, apoyándose en sus conocimientos zodiacales le dijo a Felipe, «No debe marcharse, cuando la luna está en Piscis en oposición a Marte, auguro grandes desventuras y un trágico final» (Herrera, 124). Al conocer de esto, el mago Camerarius, y sabiendo la excesiva codicia de los Habsburgo y de sus banqueros, comenzó a burlarse de aquel «profeta menor», y consigue convencer a Felipe y a su hermano Obispo.
A finales de 1534, sale la expedición en busca del ansiado El Dorado a la Casa del Sol, principal objetivo de dicha empresa. Felipe de Huten (o Urre), llegó a ocupar el importante cargo de Capitán General de Venezuela; sus hermanos años después, en carta dirigida al rey Felipe II, encontrada en la Colección de Documentos de Indias, Tomo V, referida por el historiador Ángel de Altolaguirre y Duvale, al fallecimiento de Jorge de Spira, indicaron que «la Audiencia de Santo Domingo proveyó por capitán general de dicha provincia (Venezuela) al dicho Felipe Huten» (Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. p.176. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas. 1954).
Estando en Coro, 1538, Felipe de Hutten, le escribe a su padre, contándole todos los «sufrimientos, terribles penalidades e insólitas sorpresas» que ha tenido que padecer. Para ese momento, de los 490 hombres que partieron de Coro en busca de la Casa del Sol, solo quedan con vida 150, producto del hambre, enfermedades y la belicosidad de las tribus. Uno de los espeluznantes relatos fue aquel, en el que les tocó comer «gusanos, hierbas, raíces…aún devorando algunos carne humana contra la naturaleza…Un cristiano fue encontrado cuando cocinaba con hierbas un cuarto de muchacho indio» (Herrera, 124-125). Se cayeron de cuajo, los augurios de Camerarius.
Una de las entradas historiográficamente más recalcadas en la búsqueda de oro, ocurrió «En agosto de 1541, Felipe de Hutten (o Urre) salió de Coro a descubrir, siguiendo una ruta paralela a la que habían llevado Federmann y Espira; cuatro años y medio duró la expedición» (Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. p.176. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas. 1954).
La profecía del popular Johan Fausto se cumplirá, a los pocos años. En la obra Los Welser en la conquista de Venezuela, de Juan Friede, se encuentra el infeliz desenlace. En 1546, como lo testimoniaron los indios Magdalena y Perico, Hutten, el buscador de El Dorado, en una noche de luna llena, en una celada al pie de la Sierra de Coro, es capturado por un antiguo y resentido escribano de los Welser, así, «encontrará la muerte por obra de un felón llamado Juan de Carvajal, quien,…le disputa al germano su derecho a gobernar la Provincia» (Herrera, 127). Como era noble, tuvo que decapitarlo con arma de metal noble, lo que hizo ordenándole a un esclavo, lo degollara con un plebeyo machete, que «para mayor suplicio, esto embotado»; los españoles odiaban al alemán.
Según nota del historiador Ángel de Altolaguirre y Duvale, «en los siglos XVI y XVII el español emigraba a América en busca de aventuras; atraiánle al Nuevo Mundo, con irresistible fuerza, las maravillas que de él se contaban, los peligros y azares de la conquista, la variedad de tipos y costumbres de sus habitantes y, sobre todo, la esperanza de adquirir gloria y fortuna en poco tiempo; por esto se encontraba siempre gente dispuesta a tomar parte en las expediciones de descubrimiento, y muy poca para labrar los campos, comerciar o establecer industrias» (Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. p. XI. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas. 1954); sobre todo gente ganada para la crueldad y la violencia. Sobre esas características psicosociales, que sobre la sociedad venezolana dejaron estos invasores, se puede leer Los Viajeros de Indias, tesis de doctorado de Francisco Herrera Luque.
Herrera, al concluir su historia, cargada de directas y colaterales leyendas, sobre el Mefistófeles de Fausto, afirmó que el Dr. Fausto, no se equivocó en cuanto a la precisión y acierto de su profecía para Venezuela, adjuntando la siguiente pregunta: ¿Cuál es la huella de ese hombre excepcional y de este tremendo drama en nuestro medio, en nuestra historia, folclore y consejas? ¿Qué sucedió en Venezuela, donde necesariamente se tuvo noticias de la profecía y todos fueron testigos de su fiel cumplimiento?
Es indudable que Hutten, comentó a sus compañeros de expedición, a los pobladores de Coro, a los alemanes que aquí quedaron, el acierto de Fausto el pronosticador, el hombre del ocultismo, en cuanto al destino de su expedición. Agrega Herrera Luque, otra interrogante sobre los testigos de este drama ¿Qué sucedió con aquel reducido contingente de hombres de donde arranca la nacionalidad? Se refería a capitanes como Juan de Villegas, Diego de Losada y Francisco Infante, fundadores de ciudades, antepasados infinitos y forjadores de la historia, es bastante probable que hayan conversado de ello, a pesar de sus creencias.
Pero al Dr. Herrera Luque, se le escapó el nombre de uno de los principales guerreros españoles que acompañaron a Hutten en su empresa, el capitán Sancho Briceño, quien fue el primer Alcalde de Coro, quien tuvo vasto conocimiento del dramático periplo de Hutten en Venezuela y de la materialización de la profecía de Fausto.
La profecía de Fausto, llegó a Trujillo
El alcalde Briceño, sin dudas, fue testigo fiel y presencial del cumplimiento de tal profecía, tan cercano que estuvo del linajudo germano en los objetivos de su expedición. El viejo cronista Juan de Castellanos, en el canto Segundo de su obra Elegías de Varones Ilustres de Indias, lo llamó «joven de siniestro hado».
Dar una respuesta al requerimiento de Herrera Luque, tendríamos que señalar algunos indicios, quizás genéricos, en el campo histórico, etnológico, cultural y el de creencias, que es muy amplio en mi localidad. Pero no es eso, lo que considero significativo, es otro aspecto, referido a la presencia, por lo menos del conocimiento de la profecía fatalista de Fausto en el Valle de Bomboy, que fue el asiento de la estancia del matrimonio del capitán español Sancho Briceño y doña Antonia Samaniego Cuaresma de Melo y de su descendencia.
El Maestre de Campo Sancho Briceño Berdugo y Álvarez de la Caxel, Conquistador y Poblador de Indias, fue Alcalde de Coro en 1528. Participó en la expedición de Felipe von Hutten (o Hutre), que se internó tierra adentro por espacio de cinco años (1542 a 1547); en estas incursiones fue herido de flechas y estuvo a punto de morir.
En 1558, con Francisco Ruiz de Vallejo, participó en la entrada contra los Cuicas (Coycas), en el repoblamiento de Trujillo y aquí se residenció, fomentando haciendas, hatos, industria y residencia en el Valle de Bomboy, bienes que siguieron poseyendo sus herederos.
Su hija Ana Briceño Samaniego, se casó con el capitán Francisco de La Bastida, de los fundadores de la ciudad de Trujillo, quien también se residenció en dicho Valle, colindando con su suegro. Afirma Vicente Dávila que, de «La Bastida conocía de las ejecutorias que su suegro tuvo de presentar, cuando salió de Arévalo, su patria, probando su hidalguía, según la usanza de aquel tiempo entre las personas de lustre que venían a las conquistas de Indias» (Dávila, 5). Fue una fuerte y duradera alianza familiar, económica y de poder político en Trujillo. Sancho, es séptimo abuelo del mártir Antonio Nicolás Briceño y sus hermanos próceres, nacidos en el Valle de Bomboy, al igual que de los La Bastida.
Un descendiente, el Dr. José de Briceño, escribió en 1884, sobre «ese inexplicable enemiga que persigue nuestro nombre… a pesar de su limpieza y lustre» (Dávila, 364); y explicó «D. Sancho Briceño fue el progenitor de la familia de este apellido en la ciudad de Trujillo»; Baralt sin embargo, se refirió de este como «se envió a la Corte de España un tal Sancho Briceño, …vocablo … según la Academia, indica, desprecio. Primer estigma», afirmando que ese mácula ha caído sobre sus descendientes.
Agregó el mismo Dr. De Briceño, que a su abuelo Antonio Nicolás Briceño del Toro, conocido como el Abogado, sus servicios a la Corona, entre ellos haber enfrentado y neutralizado la incursión de los Comuneros en tierras trujillanas, fueron mal recompensados. Al hijo de este, que fue coronel y abogado «el famoso Antonio Nicolás Briceño (el Diablo), primer mártir de nuestra Independencia, el fogoso constituyente de 1812, en el primer Congreso de la República, derrama su sangre en patíbulo, y los historiadores patrios le apellidan asesino porque declaró la guerra a muerte… ¡Estigma!» (Ídem).
En la continuación escribió que, «Su hermano Dr. Domingo Briceño Briceño, el Libertador de Maracaibo…su fortuna la perdió en la guerra magna, y los Representantes de un Congreso de Venezuela, le negaron una pobre pensión que solicitaba en su achacosa ancianidad. ¡Estigma!». Al finalizar su carta, mencionando la hipócrita actitud del presidente Guzmán Blanco, hacia los Briceño, apuntó » ¿Qué más? …¿No he tenido razón para creer que nos persigue una misteriosa e incomprensible estigma?» (Dávila, 365).
Puede que se vea este tema como fatalismo o mera especulación, pero cuando es comentada intrafamilia y además escrita y explicada por uno de sus integrantes, se convierte en una especie de realismo histórico crítico.
Según la tesis de Herrera Luque, pudiera entenderse y extenderse el efecto dramático y cruento de la profecía en nuestro medio y en la historia local y regional, que sería tema para investigadores. Lo que sí se aprecia de lo anterior, se induce, se intuye, se presume y es indicativo, que la huella de Fausto, llegó a Trujillo; pero me abstengo, de comentar si en la vieja y actual situación política, económica, cultural, espiritual y social, pudiese tener incidencia dicha aciaga predicción.