Parte I
El imaginario colectivo de los pueblos es un arte, es decir, unaconstante invención de sus lugareños. En ello encierra un conjunto de creencias, tradiciones, costumbres, mitos que se mantienen en el tiempo. De hecho, la categoría mito es antiquísima y su evolución viene de la Grecia arcaica y siendo un componente fundamental para la formación de la filosofía.
Las primeras aristas del conocimiento fueron las cosmología y la mitología, entre ellas la griega, que tiene como fuente originaria La Ilíada y La Odisea. Toda una integración de un mundo en donde se desenvolvía la sociedad con un imaginario en torno a los dioses, héroes y monstruos mitológicos.
Otras de las mitologías más influyentes son la egipcia y la romana, ambas de gran arraigo en la cultura latina. En el estudio minucioso de estas dos corrientes de pensamiento le dieron formalidad a la filosofía. Un área que se interesó por el cosmos en el mundo físico. Otro por el idealismo, en un primer lugar por los dioses en un mundo politeísta. Más adelante en una cultura monoteísta la creencia de Dios único.
Dietrich Schuwanitz en su libro La Cultura sostiene que, “las bases fundamentales de la cultura del mundo occidental, están reseñados en los textos teológicos de la biblia, también en los textos literarios griegos y latinos». El mito va implícito en las creencias de los pueblos que, de alguna manera, es una construcción mágica donde existe una narración ficticia y personalizada. Un proceso cósmico, simboliza un fenómeno natural, es una protección de estructuras mentales.
Algunos llegan a tener indicadores religiosos, es una justificación del presente, por lo general son cuentos que hablan del pasado, están insertos en un acontecimiento histórico en sí, es un sentimiento cultural en donde la etnología es la más indicada para estudiarla. M.R. Padilla dice que proviene de dos vocablos griegos: “mythos”, que significa fábula y “logos” que quiere decir discurso.
Continúa afirmando que el mito “es una explicación simbólica de un hecho por medio de acción en la que, en general, abundan elementos fantásticos” (1997: 9). Por lo general, esta literatura es muy atractiva, por estar llena de leyendas. Además, estéticamente, encierra belleza a hechos complejos que no se pueden comprobar.
Todas las sociedades de la humanidad tienen sus propias creaciones imaginarias. En la cultura venezolana ha existido, en toda su geografía, narraciones ficticias. Unas han permanecido y otras han desaparecido. Uno de los mitos de mayor influencia es el mito Amalivaca, que se encontró el español al llegar a las tierras de Macuro.
Con relación a Trujillo, sobre el lugar en donde se asentó definitivamente, no ha sido ajeno a estas expresiones populares, llámense hechos, tradiciones, costumbres, leyendas; en sí, es una invención colectiva fabulada, mágica, que se va quedando en la tradición y que, con el pasar del tiempo, las recoge la crónica y se convierten en parte de un patrimonio, una identidad y la cultura de un pueblo.
El nombre definitivo de la ciudad de Trujillo es Trujillo de Nuestra Señora de la Paz. Desde ese momento se sembró la advocación a la Virgen de la Paz como una expresión eminentemente religiosa y mariana. Al pasar el tiempo, su fe ha venido creciendo. De hecho, en el proceso de independencia, a 243 años aproximadamente, es sede del Decreto de la Guerra a Muerte, luego, siete años más tarde, es decir 250, es sede del Armisticio y Regulación de la Guerra. Es ciudad de la guerra y de la paz, logrando el país la paz definitiva.
En la ciudad de la Tierra de María Santísima, como lo estampó Mario Briceño Iragorry en Mi Infancia y Mi Pueblo, existe un lugar que es referencia de la localidad, conocido como La Peña de la Virgen, el cual se ha convertido en crónica, ícono de la ciudad. Joaquín Delgado dice, “Todos los trujillanos sabemos desde chicos, por el cuento de la bondadosa abuela, que en el cerro del oeste, que corona al Valle de Carmona, existe una virgen de leyenda, cuya conseja el pueblo se ha encargado de darle vida” (1962:107). Prosigue afirmando la crónica que la virgen se encuentra ubicada aproximadamente un poco más de la mitad de la montaña, en una cueva.
Inclusive, existen tres de ellas: la primera es asentamiento de Nuestra Señora de la Virgen; en otra, se venera a San Antonio de Padua, visitada generalmente, por las jóvenes que andan en busca de novio o marido y, la última se venera a San José. La Cueva de la Virgen es muy visitada. Venerada continuamente y existe un alumbrado proveniente de las velas que sus fieles diariamente le dejan en su visita, realizando un recorrido complicado debido a lo accidentado del camino para llegar hasta allá.
También se pueden observar algunas promesas que son pagadas con prendas de matrimonio, primera comunión y muchos cuadernos. De acuerdo a estas observaciones, es que la virgen es la protectora de los estudiantes. En el lugar hay una imagen de la Virgen del Rosario, que algún fiel colocó allí. No existe un registro o una política de conservación de esas ofrendas, ya que todo queda a la intemperie, destruyéndose con la inclemencia del tiempo.
En torno a esta peña se ha venido generando una serie de comentarios mágicos o ficticios, con una inclinación a lo religioso, encerrando un encanto y un misterio. De hecho, el lugar a cualquier hora del día es un misterio. Se cubre con efecto enigmático y, sumando todas estas hablas que se han mantenido en el tiempo a través de la oralidad, se ha convertido en una leyenda, que es parte de la memoria eterna de la ciudad que hoy sobrepasan más de cuatrocientos cincuenta años.
Afirma Francisco Domínguez Villegas lo siguiente, en artículo del periódico El Sabatino, publicado el 1° de febrero de 1959: “Sin duda que muchas generaciones habrán vivido alguna vez la inefable inquietud espiritual de esta leyenda de bello colorido y fuerza imaginativa, verdadero mensaje de paz a cuyo aliento cuántas angustias, han sido confinadas a la infinita bondad de la Virgen María y corazones mil rendidos en cálido fervor de alabanza y esperanza” (1974:69). Esta crónica se inclina por la advocación de la Virgen de La Paz, patrona de la ciudad. Además, para este tiempo, menciona la idea de erigir, en la parte superior de montaña, un monumento a un Nuestra Señora de la Paz. Lo que quiere decir que la idea de una construcción arquitectónica en referencia a la Virgen de la Paz es de vieja data.
Así como la tradición va recorriendo el tiempo donde abunda la inventiva popular, lo cierto del caso es que, hasta hoy día no existe un criterio único de cuál virgen es la que se encuentra en el pequeño nicho natural. Si se trata de la Virgen del Rosario o de la Virgen de Paz. Aunque hay una imagen de la Virgen del Rosario. Pero según la creencia, la fe, la tradición, la inventiva popular y mágica afirma que la verdadera virgen es la que ve la gente en la profundidad de la cueva. Pero también se dice que se tiene que ser inocente para poder verla.