El Ejército israelí abate a tiros a 52 manifestantes palestinos que se dirigían hacia la frontera
Gaza ha vivido este lunes la jornada más sangrienta desde que se inició la ola de protestas masivas el pasado 30 de marzo. Marcada por el lanzamiento de piedras y de neumáticos ardiendo, la marcha de decenas de miles de palestinos en el límite de la Franja con Israel contra el traslado de la Embajada de EE UU a Jerusalén se ha cobrado la vida de al menos 52 manifestantes y ha causado más de un millar de heridos por disparos de los soldados, según informan fuentes sanitarias del enclave costero. El balance de víctimas en un solo día no tiene precedentes desde la guerra de 2014 en Gaza. Un portavoz castrense aseguró que, pese a las advertencias lanzadas por el Ejército, cerca de 40.000 palestinos participaron en los disturbios en más de una docena de puntos de la valla de separación y arrojaron bombas incendiarias y artefactos explosivos. La frontera ha sido declarada zona militar cerrada.
Un palestino herido por las protestas en la frontera de Gaza es evacuado por sanitarios. SAID KHATIB (AFP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
El enclave costero mediterráneo quedó ensangrentado en medio de una huelga general que clausuró los comercios y centros oficiales y educativos. Los hospitales, que atendían en tiendas de campaña situadas en los aparcamientos, se vieron desbordados y solicitaron ayuda a las autoridades de Egipto. El traslado de la Embajada de EE UU ha coincidido con el 70º aniversario de la creación del Estado hebreo, según el calendario gregoriano. La fecha también señalaba la víspera del Día de la Nakba (desastre en árabe), en el que los palestinos recuerdan siete décadas de exilio y de pérdida de territorios tras el nacimiento de Israel.
Durante las últimas siete semanas, la llamada Gran Marcha del Retorno ha suscitado masivas manifestaciones en el límite de la franja de Gaza con Israel, que se han saldado hasta ahora con más de de un centenar de muertos y unos 10.000 heridos de bala.
El Ejército había advertido a la población gazatí, mediante octavillas escritas en árabe lanzadas desde aviones, de que no se acercara a la valla de separación. Unidades de combate, fuerzas especiales, servicios de inteligencia y francotiradores fueron enviados a la frontera hasta duplicar el despliegue militar existente. Sus reglas de enfrentamiento definen que solo pueden utilizar munición real contra quienes pretendan traspasar la valla, y en caso contrario deben recurrir a medios antidisturbios, como gases lacrimógenos y balas recubiertas de goma.
Las Fuerzas Armadas tuvieron que recurrir a la aviación de combate para destruir «estructuras de Hamás», el movimiento islamista que gobierna de hecho en la Franja, cerca de la frontera del norte de Gaza. En total fueron atacados siete objetivos de la organización desde donde se habían producido disparos contra las tropas, según el departamento de información militar. Hamás anunció al caer la tarde que las protestas iban a redoblarse el martes en el Día de la Nakba «hasta conseguir los objetivos» de la Gran Marcha del Retorno, que persigue el regreso a sus lugares de origen en el actual Estado de Israel de los refugiados y sus descendientes que tuvieron que abandonar sus casas en 1948.
La apertura oficial de la embajada norteamericana en Israel, trasladada desde Tel Aviv por una decisión de la Casa Blanca que ha roto el consenso internacional, se desarrolló a primera hora de la tarde en Jerusalén mientras proseguían las protestas en Gaza. La delegación estadounidense que acudió al acto estuvo integrada por Ivanka Trump, asesora e hija del presidente Donald Trump; su esposo, Jared Kushner, consejero presidencial que ha viajado a Oriente Próximo, el secretario de Tesoro, Steve Mnuchin, y el subsecretario de Estado, John Sullivan.
«Es un gran día para la paz», dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu durante la apertura, que acudió al protocolario y simbólico acto junto con el presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin. «Presidente Trump, al reconocer la historia, ha hecho historia. Todos nosotros estamos profundamente conmovidos y agradecidos», aseguró el jefe de Gobierno, incidiendo en que Israel «no puede tener un mejor amigo en el mundo» que Estados Unidos.»Mientras celebramos esta ceremonia, nuestros soldados protegen nuestras fronteras», concluyó en alusión a la situación en Gaza. «Hamás quiere destruir Israel y nosotros tenemos derecho a defendernos», enfatizó poco después, «citado por el diario Haaretz.
Trump, a su vez, envió un mensaje grabado en vídeo en el que proclamó que «Israel es una nación soberana con derecho a determinar su propia capital». El mandatario aseguró que EE UU está comprometido con la paz en Oriente Próximo y en respetar el statu quo de los santos lugares de Jerusalén. Junto a las banderas israelíes, centenares de enseñas estadounidenses ondean en las calles de Jerusalén al lado de carteles gigantes que rezan: “Trump hace grande a Israel de nuevo”.
La Embajada de Estados Unidos abre sus puertas de forma provisional en una oficina consular ya existente en un distrito periférico del sur de la ciudad. La policía israelí, que había desplegado un millar de agentes, cerró el paso en la zona los grupos de manifestantes israelíes y palestinos que protestaban contra el traslado. La legación se ubica en plena Línea Verde, la tierra de nadie o zona tapón que separó la parte occidental —donde Israel instaló su capital tras su nacimiento, hace hoy 70 años— de la zona Este —entonces con mayoría de población palestina y bajo administración jordana—, que incluye la Ciudad Vieja y los santos lugares de las tres religiones monoteístas.
El primer ministro palestino, Rami Hamdala, condenó el traslado la Embajada de EE UU en la víspera de la Nakba. “La Nakba representa una serie de tragedias colectivas que se plasmó en la destrucción de al menos 418 poblaciones y el desplazamiento forzoso del 70% de nuestro pueblo”, aseguró Hamdala en un comunicado oficial citado por Efe.
El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, afirmó que el traslado de la legación diplomática desde Tel Aviv supone “un infame acto hostil contra el derecho internacional y contra el pueblo de Palestina, que coloca a Estados Unidos del lado de la potencia ocupante, Israel”.
La protesta contra la decisión de Trump apenas tuvo incidencia en Jerusalén y no pasó de ser simbólica en los puestos de control de Cisjordania con despliegue de fuerzas militares israelíes. Los palestinos reclama un Estado propio en Gaza y Cisjordania con capital en Jerusalén Este. El Departamento de Estado norteamericano insiste en que el traslado de la sede de la Embajada no prejuzga los límites definitivos de la ciudad de Jerusalén entre ambas partes tras un acuerdo final de paz. Los israelíes consideran que la Casa Blanca ha reconocido la realidad con su declaración, en tanto que los palestinos afirman que EE UU ha perdido su papel de mediador neutral.
Además de la ONU y la Unión Europea, Francia y Reino Unido llamaron a la contención en la frontera de Gaza, mientras los países árabes eran convocados a una reunión de urgencia.
Fuente: EL PAÍS ESPAÑA