Washington, 13 jul (EFE).- La inflación en Estados Unidos prosigue su ascenso y en junio se situó en el 9,1 %, una tasa no vista desde 1981 y empujada, como viene siendo habitual en los últimos meses, por el encarecimiento de la energía y de los alimentos.
En un mes, los precios de consumo subieron el 1,3 %, según los datos publicados por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS).
Cifras que confirman que los precios de consumo en Estados Unidos no muestran aún los efectos de la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal (Fed) de EE.UU., que lleva desde marzo pasado subiendo los tipos y piensa seguir haciéndolo hasta contener la inflación.
La subida de los precios de la energía, y sobre todo de la gasolina, así como de los alimentos fue, una vez más, lo que más influyó en esta nueva escalada de la inflación en junio.
Así, el encarecimiento de la energía fue del 7,5 % en un mes y contribuyó a casi la mitad de la subida mensual, y en el caso concreto de la gasolina, subió el 11,2 % en el último mes. El alza de los alimentos fue del 1%.
En los últimos doce meses, los precios de la energía han subido el 41,6 %, el más alto desde abril de 1980.
En cuanto a los alimentos, sus precios han crecido en un año el 10,4 %, la mayor alza desde febrero de 1981.
La tasa interanual de la inflación subyacente, que mide el encarecimiento de los precios excluyendo la energía y los alimentos, fue del 5,9 %.
La Reserva Federal ha subido los tipos de interés en sus últimas tres reuniones, y lo ha hecho además de forma progresiva -0,25 puntos en marzo, 0,50 puntos en mayo y 0,75 puntos en junio.
La Fed ya ha advertido de que su intención es aprobar una nueva subida tras su reunión de política monetaria de este mes, que se celebrará los días 26 y 27.
La prioridad para la Reserva Federal es contener los precios, y este organismo ya ha dejado claro en varias ocasiones que continuará actuando para cumplir con ese objetivo, aunque su política monetaria restrictiva pueda traer consecuencias negativas sobre la evolución económica.
La elevada inflación y, sobre todo, la subida de los precios de la gasolina, es una de las principales preocupaciones de la ciudadanía estadounidense y una de las razones de los bajos índices de popularidad del presidente de EE.UU., Joe Biden.
La Casa Blanca se anticipó ayer a la publicación de este indicador y en una llamada con periodistas un funcionario del Gobierno estadounidense recalcó que la tasa que hoy se iba a publicar, correspondiente al mes pasado, no refleja las bajadas que ya se están registrando en los precios del combustible.
Señaló así que los precios del combustible han ido descendiendo desde el pasado 14 de junio.
En concreto dijo que el precio medio del galón de gasolina (3,7 litros) en junio fue de 4,92 dólares, pero en este momento se coloca ya en 4,66 y añadió que los mercados de futuros apuntan a una bajada de hasta los 3,30 dólares.
En el encuentro telefónico con la prensa, otra funcionaria del Gobierno de Biden habló de los temores de recesión y aunque reconoció que la definición técnica es la de dos trimestres de caída del PIB subrayó que hay otros indicadores que hay que tener en cuenta y que demuestran la robustez de la economía estadounidense.
Citó así el buen comportamiento del mercado de trabajo o el fuerte ahorro de los hogares entre otros indicadores que demuestran, dijo, que la economía del país está mejor preparada que otras para afrontar los retos globales que vienen en los próximos meses.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó ayer sus conclusiones sobre el artículo IV para Estados Unidos y rebajó de nuevo sus previsiones económicas para el país.
El Fondo calcula que el PIB crecerá un 2,3 % este año y el 1 % el que viene, 6 y 7 décimas por debajo, respectivamente, de las estimaciones que apuntó hace solo 15 días cuando la directora de la institución, Kristalina Georgieva, presentó los trabajos del artículo IV sobre este país.
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