Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Una de las cosas más lamentables actualmente es que la historia y las obras culturales han perdido importancia y significación en todo el mundo.
Comenzaremos viendo el caso de la significación política de la tragedia: ‘Las Troyanas’.
La ‘Guerra de Troya’ quizás ocurrió en los años alrededor de 1250 A. de C. y según las narraciones, los griegos lograron derrotar a los troyanos y esclavizar a las mujeres que se repartieron entre los jefes griegos.
El gran dramaturgo griego Eurípides (485-406 A. de C.) dedicó varias tragedias a esa derrota: ‘Andrómaca’ (aprox. 425 A. de C.), ‘Hécuba’ (aprox. 423 A. de C.) y ‘Las Troyanas’ que en el año 415 A. de C. ganó el segundo premio. En esas tragedias se narra el terrible sufrimiento de las mujeres cautivas. En efecto, los griegos deciden degollar a Políxena, hija de Príamo, que fue Rey de Troya, y de Hécuba (segunda esposa de Príamo). La matan como ofrenda a la tumba de Aquiles. Pero Políxena da un ejemplo de temple y dice: “…ofreceré mi cuello con valentía” (‘Hécuba’, línea 565), lo cual suscita una gran admiración del ejército griego antes de ver cómo la matan.
Los griegos se repartieron así a las mujeres troyanas: La anciana Hécuba es asignada como esclava a Ulises, Andrómaca, viuda de Héctor, que fue jefe de los troyanos, es entregada a Neoptólemo (hijo de Aquiles) y Casandra es asignada a Agamenón. Casandra también es hija de Príamo y según la mitología griega, el dios Apolo trató de abordarla sexualmente pero ella lo rechazó, y entonces Apolo la condenó a ver el futuro pero sin que nadie le creyera lo que ella veía y dijera. Ella profetizó acertadamente la derrota de Troya y el asesinato de Agamenón pero nadie le creyó. En ‘Las Troyanas’ los griegos también deciden lanzar al pequeño hijo de Héctor y Andrómaca llamado Astianacte desde lo alto de las murallas de la fortaleza de Troya.
El gran conquistador macedonio Alejandro Magno (356-323 A. de C.) era famoso por su crueldad, ya que enterraba vivos a sus enemigos derrotados o los despedazaba con perros salvajes. No obstante, el autor griego Plutarco (aprox. 50-120) en su ‘Vida de Pelópidas’ refiere que cuando Alejandro Magno asistió a una representación de ‘Las Troyanas’ no pudo soportar el sufrimiento de las mujeres y salió repentinamente del teatro sin terminar la obra (sección 29).
Siglos después la obra ‘Las Troyanas’ ha sido muy utilizada para la denuncia política de los sufrimientos que una guerra acarrea sobre todo a las mujeres. Gilbert Murray (1866-1957), autor británico estudioso de la literatura clásica, representó la obra en 1905 para condenar la conducta que los británicos tuvieron unos años atrás durante la ‘Guerra de los Boers’ (1880-1881 y 1899-1902) en Sudáfrica, ya que recluían a las mujeres y los niños en campos de concentración. Asimismo, el filósofo francés Jean Paul Sartre (1905-1980) en su obra ‘Las Troyanas’ (1965) denuncia la política que tuvo el gobierno francés durante la ‘Guerra de Independencia de Argelia’ (1954-1962) contra el pueblo argelino. En 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la tragedia ‘Las Troyanas’ tuvo importantes representaciones en Alemania e Inglaterra. En Japón, el director de teatro japonés Tadashi Suzuki (nac. 1939) representó ‘Las Troyanas’ en 1974 y claramente se refería a la bomba atómica en Hiroshima (1).
También podemos recordar al gran dramaturgo griego Esquilo (525-456 A. de C.) y su obra: ‘Los Persas’ representada en el año 472 A. de C. En esta obra se trata la reacción de sorpresa de los persas al enterarse de que los ejércitos griegos, han derrotado estruendosamente a los ejércitos persas muchísimo más numerosos. En una parte de la obra, la Reina, viuda del Rey persa Darío, pregunta al Coro: “¿Qué caudillo les manda e impera sobre el pueblo?”. Y el Coro responde: “Los griegos se autodenominan hombres que no son esclavos ni súbditos de nadie” (2)
En Grecia, una Junta Militar tomó el poder en 1967 y duró hasta el año 1974. En el año 1976, en una representación de ‘Los Persas’ en el Teatro ‘Epidauro’ en Grecia, muy bien conservado, se cuenta que el público griego se levantó entusiasmado aplaudiendo de manera frenética y gritando que la escena fuera repetida varias veces (3).
Por otra parte, podemos recordar al dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616), considerado por muchos autores como el más grande dramaturgo de todos los tiempos. En su obra: ‘Enrique V’ (1599) refiere la famosa batalla de Azincourt entre ingleses y franceses, en territorio francés, el 25 de octubre de 1415, ‘Día de San Crispín’. En la realidad histórica, en esa batalla el Rey inglés Enrique V (1387-1422) con un ejército de unos 10.000 hombres derrotó a un ejército francés de unos 30.000 hombres (4). Según otros cálculos, el ejército francés era cuatro veces más grande que el ejército inglés, pues tenía unos 40.000 hombres (5).
Los soldados de Enrique V estaban agotados por el hambre, las enfermedades, la disentería, y en la obra Shakespeare adorna la realidad para satisfacer al público inglés, ya que cuando le advierten al Rey antes de la batalla sobre la superioridad numérica de los franceses, responde que cuanto más pequeño sea el ejército inglés, mayor será la gloria de los que mueran. En la obra hay unas líneas que se han hecho inmortales: “We few, we happy few, we band of brothers;/ For he today that sheds his blood with me/ Shall be my brother…” (Nosotros pocos, nosotros pocos felices, nosotros banda de hermanos;/ Porque el que vierta hoy su sangre conmigo/ Será mi hermano…” (Acto IV, Escena III, Líneas 57-60).
En la realidad histórica, los franceses confiaban en su superioridad numérica y en sus caballeros con pesadas armaduras a caballo. Pero los ingleses tenían un arma novedosa: el ‘arco largo’ (long bow) cuyas flechas tenían gran capacidad de herir y matar. El prodigioso erudito ruso-estadounidense Isaac Asimov (1920-1992) en su obra: ‘La Formación de Francia’ refiere que el terreno estaba cenagoso por las abundantes lluvias y los caballos de los caballeros franceses se atascaban en el lodo: “Atascados en el lodo, apenas podían avanzar (…) Enrique dio la señal, a su vez, y ocho mil flechas de casi un metro de largo atravesaron silbando el aire (…) los caballos se encabritaron, los hombres gritaron de dolor y la confusión francesa se hizo peor. Los caballeros franceses que, en el tumulto, cayeron del caballo al cieno, no pudieron levantarse (…) Enrique ordenó a sus infantes y arqueros que avanzaran con flechas y espadas. Fue una carnicería y los franceses dejaron de morir sólo cuando los brazos ingleses se fatigaron de subir y bajar (…) El número de franceses muertos llegó a 10.000, cantidad igual a la de todo el ejército inglés, y al menos mil caballeros fueron capturados (…) los ingleses por su lado informaron que sus propias bajas habían sido un poco más de 100, aunque quizás hayan sido diez veces más en la realidad. Ha habido pocas batallas en la historia en que un pequeño ejército derrotase tan catastróficamente a un enemigo, que lo superaba con mucho, no solamente en hombres, sino también, al parecer en equipo” (6).
Shakespeare en su obra exagera la victoria inglesa y dice que más de 10.000 franceses murieron, incluyendo 126 nobles, 8.400 caballeros y 1.600 soldados. Mientras los ingleses solamente tuvieron 29 bajas, incluyendo 4 nobles y 25 caballeros (7). Por supuesto Shakespeare tergiversa la realidad en su obra para congraciarse con el público de la Inglaterra Isabelina, cuando reinaba la Reina Isabel I (1533-1603), que fue Reina desde 1558 hasta 1603.
El gran estadista inglés Winston Churchill (1874-1965) cuando fue Primer Ministro, se inspiró en las famosas líneas citadas de la obra de Shakespeare. A mediados de agosto de 1940 el destino durante la Segunda Guerra Mundial contra los nazis, dependía de la capacidad de Inglaterra para hacer frente a la poderosa aviación de guerra alemana: La Luftwaffe, sobre los cielos de la isla británica. Los británicos tenían un centro de control en la que marcaban las unidades nazis. El 16 de agosto Winston Churchill estaba en esa sala de control y después de un tenso rato, se detectó que los aviones alemanes regresaban al continente. Churchill se levantó y se metió en su coche con el General Sir Hastings Ismay, Secretario del Gabinete de Guerra. En el viaje en coche Churchill dijo: “No me diga nada. Nunca he estado tan emocionado”. La aviación inglesa, la RAF (Royal Air Force) había triunfado. Luego en su alocución en la ‘Cámara de los Comunes’, Churchill el 20 de agosto de 1940 pronunció sus famosas palabras: “Nunca en el campo del conflicto humano, tantos debieron tanto a tan pocos” (8).
Pero las obras de literatura también han sido utilizadas para fines malvados. Shakespeare, en su famosa obra: ‘El Mercader de Venecia’ (1596), para congraciarse con el público de la Inglaterra Isabelina que era antisemita, presenta al judío Shylock como un usurero implacable, y de hecho, en la Alemania nazi, la obra fue presentada en escena a finales de los años 1930, para tratar de justificar los ataques contra los judíos (9).
De manera similar, el gran compositor alemán Richard Wagner (1813-1883) en su famosa obra, la tetralogía ‘El Anillo de los Nibelungos’ (1869-1876), presenta en la tercera ópera: ‘Sigfrido’, al personaje Sigfrido que expresa un gran desprecio por el gnomo Mime y le dice cosas ofensivas que Wagner siempre decía en su vida personal contra los judíos (10). Wagner fue un gran compositor de óperas, pero como persona era deleznable.
Después de ver todo esto podemos preguntarnos: ¿Las obras culturales valiosas han perdido su importancia?…Actualmente impera una cultura de masas frívola, mediocre y bobalicona, una cultura que solamente busca el espectáculo excitante y entretenido, con fabulosas e impresionantes tecnologías, pero una cultura de masas carente de contenido valioso desde un punto de vista social, político, filosófico o humano en general.
Para agravar las cosas, muchos jóvenes utilizan el internet para boberías que no contribuyen en nada a una formación cultural. En efecto, en fecha 13 de marzo de 2021 publiqué en este diario un extenso artículo titulado ‘El Internet Puede Causar Mentes Superficiales’. En ese artículo referí en detalle la importante obra del escritor estadounidense Nicholas Carr (nac. 1959) titulada ‘Los Superficiales. Lo que el internet está haciendo a nuestro cerebro’, publicada en 2011. También vimos que en el año 2021 Nicholas Carr en una entrevista declaró: “Por desgracia mis predicciones sobre internet se han cumplido y son incluso peores de lo que se esperaba (,,,) Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente e intelectualmente limitados por la tecnología” (11).
Resulta muy evidente que hay que valorar y utilizar las potencialidades del internet en términos de acceder a la buena información de todo tipo (cultural, científica, política, etc.), pero desechar los aspectos negativos.
Para finalizar, en lo que se refiere a la cuestión cultural, podemos preguntarnos: ¿Cuántos jóvenes conocen la historia universal? …’Cuántos jóvenes conocen las obras clásicas fundamentales de la cultura universal?…¿Cuántos jóvenes conocen la historia de nuestro país?…Cuántos jóvenes conocen nuestra gesta independentista?…¿Cuántos jóvenes conocen lo que costó luchar contra las dictaduras en el siglo XX e implantar una democracia con un estado de derecho y separación de poderes ejecutivo, legislativo y judicial, aunque tuviera muchas deficiencias?…¡Son preguntas importantes!!!
NOTAS: (1) La información sobre la utilización de ‘Las Troyanas’ para denuncia política la he obtenido de la ‘Introducción’ que hace la académica británica Edith Hall (nac. 1959) en ‘Euripides. The Trojan Women and Other Plays’. Oxford World’s Classics. (2) Líneas 241-242 en ‘Aeschylus Persians and Other Plays’. A New Translation by Christopher Collard. Oxford World’s Classics (3) Pag. 77 en Michael K. Kellogg (2012) ‘The Greek Search for Wisdom’. Prometheus Books. New York. (4) Pag. 301 en William L. Langer ‘An Encyclopedia of World History’. (Fifth Edition. Revised and Enlarged (1980). Houghton Mifflin Co., Boston (5) Pag. 86 en Hugh Williams (2008) ‘Fifty Things You Need to Know About British History’. HarperCollins. (6) Pags. 206-207 en Isaac Asimov (1982) ‘La Formación de Francia’. Editorial Alianza (7) Pag. 169 en ‘The Shakespeare Book’. Dorling Kindersley (2015) (8) ‘The Few’. En ‘Complete Speeches’ VI, 6266). (9) Pag. 129 en ‘The Shakespeare Book’, Dorling Kindersley (2015) (10) Pag. 181 en Eric A. Plaut (1993) ‘Grand Opera’. Ivan R. dee. USA. (11) BBC News Mundo, 4 de febrero de 2021
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