En año de 1956, el Congreso Nacional decretaba la división territorial eclesiástica con miras a la próxima elección del Obispado. En el año 1957, la Santa Sede constituyó canónicamente la Diócesis de Trujillo y nombró de obispo de la misma al Excmo. Mons. Antonio Ignacio Camargo. En esta forma quedó satisfecha la aspiración del pueblo trujillano.
Las aspiraciones de los pueblos no se cumplen de un día para otro. Requieren tiempo, y a veces siglos. Van cristalizándose con lentitud, hasta que llega el momento cumbre de la realización. El anhelo de tener una sede episcopal propia debió haber nacido cuando Trujillo fue asiento del Gobierno Eclesiástico de Venezuela, entre los años 1661 y 1682 escribió en su oportunidad el presbítero Juan de Dios Andrade, quien además señalaba que, “acaso por ser un sitio céntrico para las actividades pastorales, o bien por la delicia de su clima, los obispos de Venezuela pasaban largas temporadas en Trujillo. El obispo fray Pedro de Agreda fundó aquí el primer seminario para formar sacerdotes”.
Hoy día, con más de 60 parroquias erigidas y un grupo numeroso de sacerdotes nacidos y ordenados en esta tierra andina, además de un nutrido grupo permanente de diáconos, la Diócesis de Trujillo por esta fecha ha celebrado un año más de su fundación. Por tal motivo Diario de Los Andes rinde un sincero homenaje a esta sede eclesiástica con más de seis décadas de evangelización.
La Diócesis de Trujillo fue creada por su santidad el papa Pío XII el cuatro de junio de 1957, según la Constitución Apostólica «Inmaximis», con la misión de llevar la palabra, la santificación a través de los sacramentos y ser una guía por los caminos del Reino de Dios en la región.
Pero es el ocho de octubre de ese mismo año cuando la Diócesis inicia su vida apostólica en la región, de la mano de monseñor Rafael Forni (nuncio apostólico), quien leyó solemnemente la Bula Pontificia para dejar sellada la creación de la sede eclesiástica.
En este memorable evento estuvieron presentes varios obispos, arzobispos y sacerdotes, tanto de la región como de varias partes del país.
Así lo registran el archivo histórico diocesano, donde se señala que ese día tomó posesión solemne de la diócesis, monseñor Antonio Ignacio Camargo, quien fuera el primer obispo que rigió los destinos de esta sede religiosa trujillana.
De los 20 sacerdotes que acompañaron aquella noche al Obispo en la toma de posesión de la Diócesis todavía está entre nosotros, monseñor Antonio Ramón Morelo quien por más de 50 años ha estado al frente de los archivos de la diócesis y por años fungió como párroco de la iglesia Santa Rosa de Trujillo. Durante esos días se celebraban los 400 años de la fundación de la ciudad de Trujillo.
Rectores diocesanos
Esta institución católica ha sido dirigida por tres obispos; el primero, monseñor Antonio I. Camargo, desde octubre de 1957 hasta diciembre de 1961; el segundo fue monseñor José León Rojas Chaparro, desde diciembre de 1961 hasta junio de 1982, monseñor Vicente Ramón Hernández Peña, quien estuvo al frente de los destinos de esta diócesis desde junio de 1982 hasta 2012 cuando asumió monseñor Cástor Oswaldo Azuaje, actual obispo de Trujillo.
Cada uno de ellos ha dejado una huella imborrable frente a la Diócesis a favor de todos los trujillanos, sin distinción alguna. Cabe destacar, que antes de ser designado monseñor Hernández Peña como obispo de Trujillo, el cardenal Rosario Castillo Lara fue
obispo coadjutor de monseñor Rojas Chaparro, durante un periodo muy corto.
Aportes significativos
Actualmente, una de las cosas que más preocupa a los sacerdotes es la ausencia de valores humanos y espirituales en las familias venezolanas, y el estado Trujillo no escapa a esta ausencia.
En este sentido, hay que decir que solo se piensa en que el progreso de la humanidad está en lo material; pero pasa una cosa qué ganamos con tener muchísimo si falta la parte moral, la parte espiritual, la formación de valores y en eso es que se debe seguir trabajando, porque estamos sufriendo las consecuencias de la pérdida de valores.
Considerando lo anterior, la Diócesis a través de la vida de parroquia, de la vida sacerdotal, las monjas, los ministros de la comunión… con todo eso ellos están dando una formación de valores y que es la mejor contribución que hace la Diócesis en las comunidades; tal vez no está construyendo en lo material o físico, pero está construyendo el espíritu y eso es lo más importante en la vida del hombre como ser humano.
Durante más de sesenta años esta sede eclesiástica ha ido creciendo poco a poco. Trujillo es una región que ha dado a luz a más de un centenar de sacerdotes, en comparación con otros estados del país.
Reto permanente
- En esta sociedad tan globalizada la Iglesia tiene una misión que es la de llevar el mensaje de Dios y de Jesucristo al mundo. El reto que tiene es llegar a las comunidades a través de la catequesis y el camino comienza por allí, por la enseñanza.
- Además de la catequesis, la Diócesis tiene la obligación de evangelizar y formar a las personas, para que estas, lleven el mensaje a las comunidades y a través de la llegada de ese mensaje es como se van formando espiritualmente y socialmente, en el sentido de la Iglesia, las comunidades.
- Evangelizar y formar en valores a las comunidades es en definitivo el reto permanente de la Diócesis trujillana y de la iglesia en general.
Región religiosa
e influyente
Ser una región muy religiosa influye enormemente en la formación e inclinación de los jóvenes para ser un director espiritual de las comunidades cristianas. Siendo esto un regalo muy hermoso. Es una bendición de Dios.
Bajo la jurisdicción
de Mérida
Trujillo dependió desde su fundación del Gobierno Eclesiástico de Caracas, hasta el año 1777 en que fue erigida la Diócesis de Mérida. A partir de esta fecha, Trujillo quedó bajo la jurisdicción de Mérida.