La Ciudad debe imponerse a los partidos | Por: Clemente Scotto Domínguez

                

Revisando carpetas encontré una publicación “Con la gente” (“más vale errar con la gente que acertar sin ella”), que se editaba en la Alcaldía de Caroní  durante los años de nuestra responsabilidad política y administrativa; recoge la grabación de mis palabras en el auditorio  municipal el día 10 de diciembre de 1992, cuando la junta electoral nos proclamó como alcalde re-electo. Hagamos memoria, “gran viraje”, “caracazo”, “4F”…, es necesario no olvidar, para aprender lecciones de la historia. Les entrego aquel discurso sin correcciones; en este tiempo electoral 2021, puede servir al debate para la necesaria elevación de la conciencia política ciudadana en el país; hace 29 años dije…

Lo que evidencia la decisión mayoritaria de la población durante las elecciones del pasado 6 de diciembre, es que se desea que finalmente la ciudad se imponga a los partidos y no lo contrario como era lo tradicional.

Esta jornada es de alegría, intensa alegría… y la alegría es la cosecha del esfuerzo, la alegría es posible para el hombre que siembra, que trabaja, que suda los sueños y los va haciendo posibles. Por eso la alegría de este pueblo, porque son sueños de este pueblo.

Son lecciones grandes, graves y profundamente venezolanas, de un pueblo en su búsqueda intensa por la democracia venezolana, en agigantarse por encima de la enanitud de la dirigencia política que ha tenido; para abrirse camino, para hacer historia, para retomar el rumbo perdido de una dirigencia que no merecía esa calificación, porque había un pueblo gigante que convocado a las jornadas democráticas de 1958, dio sangre y vida, esfuerzo y tesón, constancia y fe…y fue tantas veces defraudado.

En estos tiempos cuando ha habido tanta extracción de la riqueza nacional, en una economía marcadamente depredativa, somos nacionalmente menos ricos que antes y cuando esa riqueza no se ha convertido en bienestar colectivo, sino que las cifras de pobreza crítica son dolorosamente elevadas y significan tragedias de hambre y de miseria y de muertes en la gente.

Y cuando aquella esperanza que significaba abrir escuelas para cerrar cárceles cada vez más atosigadas de gentes, que nos hacen presentar como un ejemplo doloroso ante la humanidad, por las condiciones como tratamos a nuestra juventud; porque es nuestra juventud la que está en las cárceles de nuestro país. Este pueblo, en las jornadas electorales, dio todo este ejemplo a supuestos iniciados. La despolitización ha sido tan grave que las mesas electorales se constituyen con miembros designados por determinados partidos y no por los ciudadanos, muchas veces el comportamiento de esos miembros desdice de un proceso de civilización, de politización y respeto democrático (cuántas veces nos tocó vivenciar situaciones de delincuencia electoral).

Hoy con alegría podemos celebrar que al cuarto día de las votaciones estamos proclamando al candidato elegido por el pueblo como Alcalde, porque fue un pueblo que se creció por encima de las pequeñeces de un régimen de elecciones y control de ellas que hacen posible ese estado grandioso de delincuencia; la vez anterior significó más de veinte días de ascuas y de situaciones de angustia, porque hubo delincuentes que se prestaron para estafas electorales.

Hoy es posible hacerlo así, en paz y alegre al cuarto día de la jornada electoral, porque fue tal la manifestación de este pueblo de apoyar un rumbo y una búsqueda, que es imposible poder negarlo por encima de las pequeñeces, de las mezquindades que se vieron también, lamentablemente, en algunas mesas. En algunos casos los miembros abandonaron las mesas, en otros algunos se atrevieron a romper las actas y en otros cerraron antes de tiempo, como un acto de delincuencia electoral que no puede quedar impune y que en definitiva lo que deteriora es todo ese acto profundamente cívico de la gente; éstos son parte del arrebatón de la fe con el cual se ha despojado al pueblo de Venezuela.

Pero hay lugar para la esperanza, no solamente en Caroní, de esta manera determinante, aplastante, que después de todos los descuentos significa más del 68 por ciento de los votos emitidos, y además enfrentando una alianza de los supuestamente poderosos partidos; es realmente una muestra de grandeza frente a la pequeñez y la mezquindad de una dirigencia política.

Cuando vemos en otros ámbitos de Venezuela los procesos de búsqueda, con angustia pero con certeza de pueblo para encontrar una salida a esta profunda crisis política en que la ha sumido esta incompetente y corrompida clase política venezolana, nos convencemos cada vez más que hay lugar para la esperanza, para la alegría y la posibilidad de decir: si hay un pueblo dispuesto al rescate de Venezuela, si hay un pueblo dispuesto a vivir en democracia.

Nuestros más profundos ancestros, nuestros padres y educadores tienen que sentir el regocijo de la claridad con la que se manifiesta el pueblo de Venezuela hoy, que por encima de todas las cantidades de cosas que le han hecho para impedirle que pueda tener claridad en la búsqueda del camino, va erguiéndose, agigantándose por encima de la miseria y las dificultades que les toca vivir hoy, levantando y planteando proyecto profundamente democrático, radicalmente democrático, porque hay que llegar a la raíz del asunto que no es otro sino que el pueblo gobierne… y si no ¿de cuál democracia hablamos?… que el pueblo participe activamente en la construcción del país, en la elaboración del rumbo, que el pueblo participe activamente en hacer el pan para que el pan vaya alcanzando para todos y no que algunos se hagan de la masa, de todos los recursos, mientras los demás se llenan de miseria creciente, ¡horrible!, que son en verdad pecados, una gestión anti-histórica que en los mejores tiempos de abundancia tengamos tanto deterioro en la calidad de vida de este país.

En la búsqueda de un liderazgo con el cual ir haciendo camino, que exista con la gente, que vibre, que busque de verdad con la gente, que se atreva con la gente a buscar ese camino perdido en un momento determinado, cuando se le arrebató la conducción del asunto público a la gente, al pueblo todo, para que entonces podamos ir elaborando y trillando con muchos sacrificios (porque hay muchos sacrificios que hacer). Pero que todos compartamos las privaciones y los sacrificios. Que no sea un discurso falso en el cual algunos se llenan de prebendas, privilegios, garantías frente a la miseria que le hacen vivir a la mayoría del pueblo venezolano.

Se trata de mucho esfuerzo que debemos hacer. La mano colectiva de hombres y mujeres de trabajo tienen mucho esfuerzo que hacer, por eso quiero saludar y reconocer, incentivar el trabajo de esa tropa de élite defensora de la voluntad popular que son los testigos, que se batieron en las mesas electorales, verdaderos soldados de la democracia, y quiero también saludar esa decisión de la gente que, sin tener credencial de testigo, se apersonó también en los centros de votación y que a pesar de que en muchos sitios le negaron el acceso, se mantuvo allí presente, exigiendo…

Es así como se construye un país, con ciudadanos activos, capaces de asumir riesgos, porque en ello va la dignidad, ciudadanos capaces de indignarse ante la afrenta y la indignidad, ciudadanos capaces de elevarse por encima de las necesidades, de las limitaciones, de las dudas y montarse encima del potro de la historia para hacernos con todos los demás.

En este empeño estamos y es ejemplo aquí en Guayana; ejemplo que empieza a tener resonancia en otras latitudes del país y en especial en esa ciudad que por haber crecido desmesuradamente se aflige de tantas carencias, de tantas necesidades y de tantas dolencias de país, es la capital de nuestra Venezuela. Allí también hay una respuesta de búsqueda del pueblo de Caracas y habremos de unir esfuerzos de lo que hemos venido elaborando aquí con la mano tesonera de los hombres y mujeres de trabajo, de los jóvenes y de los viejos que nos han alimentado con sus experiencias en estas jornadas.

Habremos de unir esfuerzos en resonancia para ir marcando pautas que sirvan de referencia para todo el pueblo de Venezuela, que hay todo un rio de gente, toda una necesidad colectiva de país, todo un clamor de patria detrás de todas esas ansias, detrás de toda esa búsqueda.

Por eso hoy, en esta tarde de alegría, en la cual con orgullo, con compromiso de amor y trabajo, hacia esta ciudad que me ha hecho dos veces su alcalde, les pido a todos que nos acompañen en este esfuerzo. Que por encima de mezquindades nos agigantemos en el esfuerzo y en el dar de nosotros mismos en la capacidad de servicios. Que por encima de las limitaciones y las dudas, tengamos la paciencia necesaria para entender que los procesos significan tiempo y la paciencia exigente para hacer que cada vez sea más y más apretado el paso, para andar en el rumbo cierto.

Reprendamos a los que no trabajan y reconozcamos a quienes trabajan y sintamos entonces la alegría del esfuerzo, el entusiasmo de hacer las cosas con todos, en la voz y en la mano colectiva, que es donde está la posibilidad de rumbos, un país donde vivir con dignidad y eventualmente donde morir con dignidad por él, para que también allí nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan sueños nuevos, esfuerzos nuevos, porque en esos esfuerzos, en esos sueños, en esas sonrisas, también habrá sangre nuestra vibrando entonces.

Por todas esas razones alegres, yo les pido a todos ustedes el más estruendoso aplauso para el pueblo de Venezuela.

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