“Hace años que no nos visitaban”, fue la primera expresión de los pocos residentes que quedan al final de la comunidad, sector en el que las ruinas de lo que alguna vez fue Vengas y Ventanes se conjugan con los ranchos de latas de alrededor de 15 familias que hace más de siete años recibieron la promesa de una vivienda digna, y que hoy cifran sus esperanzas en otras fronteras, lejos de la tierra que en algún tiempo vivió las glorias de la caña, la piña y el tambor.
“A más de 15 familias les dijeron que montaran sus ranchos aquí, después de la vaguada que afectó a Trujillo en 2012 ¿se acuerda? Les dijeron que tranquilos, que les iban a construir sus casitas con la misión vivienda, los censaron y ya han pasado siete años y ni esperanzas de eso”, compartió Yaritza Aguilar, quien además narró que la mayoría de los que esperaban el beneficio -aún con escasos recursos- optaron por engrosar la estadística de los caminantes en la diáspora venezolana.
La construcción de las viviendas no es la única promesa incumplida que han recibido los habitantes. Cira Aguilar de avanzada edad recuerda que en campaña le prometieron un colchón y algunos medicamentos para calmar los dolores de su padecimiento crónico. “Después de eso más nunca se les volvió a ver por acá y de la Alcaldesa solo hemos escuchado que cuando alguien le pide algo responde que