La capilla de La Lagunita / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

La algarabía de las primeras mujeres, jóvenes y mayores organizadoras de la celebración, comenzó a sentirse en la taciturna quietud de la parroquia La Puerta, ya se escuchan las cornetas y los ruidos de los viejos amortiguadores de los carros que iban subiendo y llegando en medio de la fresca mañana, y los muchachos del caserío La Lagunita, expresaban su alegría. Varios les gustaba montar a caballo y lo hicieron ese día, otros iban en la grupa.

El largo camino atestado de agricultores y un repertorio de matronas con niños y sin ellos. El grito, el lloriqueo y las carcajadas de los “chinos” no molestaba en absoluto, día de fiesta de y para todos.

– ¡Saludes y bendiciones! Se escuchan y se ven. En aquel tiempo, los niños y los jóvenes, se hincaban en el suelo y elevando las dos manos unidas, pedían la bendición al padrino, al abuelo o al tío; de esa magnitud era el respeto hacia estás personas.

Apenas a 50 metros, vivían las hermanas Araujo Paredes, colaboradoras de la comunidad, de una destacada sensibilidad social y religiosidad. Desde su casa familiar, Miguelito Romero, oía aquellos alborozados y sugestivos ruidos, iniciadores de tan ansiada inauguración y una espiritual y regocijante emoción, sentía en su pecho. Todo aquel año, se la pasó preocupado por su terminación, porque en los asuntos de Dios, se tenía que ser muy regio y cumplidor.

Estuvieron integrantes de las autóctonas y emblemáticas familias de agricultores del lugar, los Ruz,  Carrizo, González, Rivero, Burelli, Parra, Rivero, Abreu, Araujo, Paredes, Castellanos, entre otras. Ahora, era grato hasta recordar los chascos que le ocurrieron para la construcción, sonreía benévolo, comprendiendo que espiritualidad y alegría, siempre estarán hermanadas. Ese día, se inauguró la Capilla.

Breve reseña histórica

Tradicionalmente en estos pueblos serranos, conocemos como capilla, aquella edificación que se construye en lugares apartados de los núcleos urbanos, dotada de su altar, sus imágenes y retablos, y que la distingue su nombre o advocación particular, para que la feligresía católica del lugar, tenga un recinto para orar y recibir en determinadas fechas la eucaristía. La mayoría de las veces, su construcción ha sido producto de iniciativas de la comunidad, como fue el caso de la Capilla de La Lagunita.

El sitio de La Lagunita, está situado a unos pocos kilómetros de la población de La Puerta. Se llamó antiguamente El Portachuelo y para 1963, año en el que Miguel Romero, le compró a Francisco Villarreal esta posesión. Recuerda el señor Alberto Romero, hijo de Miguel que para esa época, apenas había unas 7 casas de familias agricultoras, alrededor del estanque de La Lagunita, que eran las de «Senobio Rivas, Carmelito Araujo, Domingo González, Argimiro González, la señora Trina, abuela de Luis Alfonso Rivero, y Numa Viloria que tenía una bodeguita». Por los tiempos de su infancia, década de los años 40 del siglo XX, recordó Antonio Lino Rivero, quien es un amplio conocedor del lugar y de sus personajes, que «en este caserío, apenas vivían cinco familias, la de Ulises Abreu, la de Pancho Abreu, Zenobio Rivero y un señor Argimiro, del que no me acuerdo el apellido» (Conversación con Antonio Lino Rivero, el 18 de enero de 2022, La Puerta).

La capilla está situada al sur de la Parroquia La Puerta, Municipio Valera del estado Trujillo, a pocos pasos del turístico estanque, llamado La Lagunita. Está a unos 10 minutos (en vehículo automotor) de la población urbana de La Puerta, estado Trujillo; a 7 kilómetros de distancia del casco urbano de esa Parroquia. El mismo Antonio Lino, rememoró: <<Cuando yo vivía en San Martin en el año 1942-43 no existía lo que hoy es La Flecha y no había carretera de La Puerta a La lagunita y sectores vecinos, solamente existía un camino real en Comboquito, tenía un negocio bien surtido el señor Santana Carrasquero, donde hacían sus compras los habitantes del campo» (Ídem).

Siglos antes de aparecer el estanque que hoy conocemos como sitio turístico, se conoció este sitio como posesión El Portachuelo; en 1777, fue considerado por el Obispo Mariano Martí, como lugar propicio para fomentar aldea o pueblo colonial con su iglesia, debido a su gente, su buen clima, sus aguas y a la fertilidad de la tierra. Altura sobre los 2.000 msnm. Su clima frio y húmedo, con temperatura que oscila entre 12 y 15 grados centígrados.

Sus primeros pobladores, fueron indígenas de nación Timoto; según el historiador Amílcar Fonseca, este sitio fue residencia del cacique o caudillo de nombre Mukutí, del que quedó el topónimo, en un punto muy cercano, conocido por sus hechos históricos; asimismo, era punto de ingreso y de paso,  en el antiguo camino indígena de la serranía de La Culata, que conduce a los pueblos del sur del lago de Maracaibo.

Posterior al reventón del estanque, hoy conocido como La Lagunita, en 1965, drenaron las casas anegadas que estaban a su alrededor y lo cercaron, que poco a poco, fue convirtiéndose en punto de atracción de visitantes y turistas. En 1975, fue inaugurada la carretera La Puerta – La Lagunita, que le dio mayor empuje económico a este sitio. La vía principal estaba asfaltada, y se mantuvo de tierra, la parte por dónde pasean a caballo, los turistas.

En la década de los 80 del siglo XX, los habitantes de este caserío, en vista del aumento de la población y de los visitantes y turistas, se fueron poniendo de acuerdo para levantar una Capilla, que sirviera como recinto religioso de ellos y también para los visitantes de La Lagunita. Asimismo, convinieron sobre su advocación católica: el Santo de la escoba: San Martin de Porres (n.9-12-1579- m. 3-11-1639 Lima, Perú).

Hemos indagado acerca de las motivaciones de escoger a este Santo, algunos piensan que por estar cercano a la finca San Martin, espacio agredido en aquellos aciagos momentos de la dictadura gomecista, cuando buscando al coronel Américo Burelli, para  capturarlo, logró escabullirse y salvar la vida de milagro, pero los bienes fueron saqueados y la casa fue quemada; otros creen que como es  protector de los animales, se tomó su nombre, y los más escépticos, que ninguna de las anteriores, sino que existía una cierta y antigua devoción por el Santo mulato.

 

El primero y más entusiasta de los colaboradores de esta obra comunitaria fue Miguel Romero, quien donó el terreno donde está construida la Capilla.  Antonio Lino Rivero, conocedor de esta iniciativa de la comunidad, recuerda que <<En el lugar donde construyeron la capilla, vivió el matrimonio constituido por Ramón Araujo y Eva Villarreal, cuando ellos se mudaron para La Puerta. Miguelito Romero que era el dueño de ese terreno, lo donó para que construyeran la Capilla, eso fue en la década de 1980>> (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta. 17 enero 2023). 

Hubo colaboradores como Miguel Ángel Burelli Rivas, y otros, que aportaron dinero, materiales y también los que dieron su trabajo, para la conclusión de tan ansiada obra religiosa.

El mismo Rivero, explicó que <<La mayoría de la comunidad de ese sector, colaboró para la construcción de la Capilla los más colaboradores fueron Miguelito Romero, Eustoquio Araujo, Ubencio Abreu y la colaboración del Dr. Miguel Ángel Burelli Rivas, gracias a él se terminó de construir la capilla>> (ídem), una obra totalmente de la comunidad.

Fue inaugurada en 1982, según el testimonio de Antonio Lino Rivero, nativo de El Censo, quien estuvo ese día de regocijo cristiano para esta comunidad, que la Capilla, «Se construyó gracias al esfuerzo de hombres como el señor Ramón Araujo, el Dr. Miguel Ángel Burelli, entre otros de la comunidad. El terreno, lo donó el señor Miguel Romero» (Foto). Se comenzó a construir en 1980. La inauguración, fue el 3 de noviembre, día que se celebra el nacimiento del Santo mulato, en el que abrió sus puertas este recinto de oración.

La inauguración fue fastuosa. La novel edificación estaba engalanada con guirnaldas y flores, en lo interno del recinto, los asientos con olorosas y hermosas flores y ramas, lo hacían más agradable. A San Martin, le celebran su fiesta litúrgica todos los años, el día 3 de noviembre. Rememoró igualmente Antonio Lino Rivero, quien estuvo presente en el festivo evento, que «El día de la inauguración acudió la gente de La Lagunita y comunidades vecinas. Yo asistí a la inauguración, fue un acto muy emotivo y de mucha alegría para la comunidad» (ídem), evidentemente, este sitio, avanzaba en equipamiento y urbanismo básico, dando el salto de simple caserío, a comunidad social organizada. En el año 2000, al lado de la Capilla, construyeron un pequeño ambulatorio.

Pero la Capilla, no quedó solamente para abrirla los días de fiestas del Santo Negro, sino que contaba con un grupo de capilleras que fungían de custodias del inmueble católico. Antiguamente, se le llamaba Capillero a la persona encargada de estos salones de oración, de cuidarlos, adornarlos y abrirlos, un cargo Ad honorem. De esta Capilla, se recuerdan a las hermanas Dolores, María, Francisca y Filomena Araujo Paredes, consecuentes colaboradoras del arreglo y cuido.

Al cumplirse todas las actividades litúrgicas, los mayores se fueron retirando a sus moradas, las voluntarias capilleras, antes de salir, se arrodillaron, se persignaron en señal de respeto, y finalmente, cerraron la puerta. Miguelito las esperó, y así, se fueron caminando y conversando, las acompañó hasta su casa. Cerca del estanque, la algarabía de los jóvenes, esperando el brumoso y frío manto de la noche.

Este es uno de los sencillos y significativos acontecimientos socio religiosos de la comunidad de La Lagunita, ocurrido hace 40 años, que le dan materialidad a la evolución histórica, social, cultural y religiosa de la parroquia La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela-

 

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