El entorno humano y natural de la ciudad serrana, de la “Ciudad de los Caballeros”, “de la ciudad que tiene una universidad por dentro” parafraseando a Don Mariano Picón Salas, es el lugar propicio para que naciera ese portento del pensamiento que es la Academia de Mérida. Una corporación que reúne a intelectuales de distintos campos profesionales para la tarea del estudio, la investigación y la expansión del conocimiento, para compartir ideas en torno a las grandes cuestiones de proyecto humano, y para ofrecer alternativas a los problemas de la ciudad, del estado Mérida y de Venezuela.
Tiene su sede física en “La Casa de los Gobernadores”, elegante y señorial casona ubicada en la avenida 3 con calle 19, en pleno centro de la ciudad que fue declarada “Monumento Histórico”. Allí están los salones para las sesiones de cuerpo académico, para conferencias y para reuniones de estudio, y una bien dotada biblioteca que lleva el nombre del poeta “José Vicente Nucete” que ofrece a investigadores, instituciones educativas y público en general, su colección de obras científicas y humanísticas, muchas de ellas disponibles en su portal https://blogacademiademerida.org.ve/.
Funciona de manera sostenida desde 1992 y gracias a los talentos allí convocados, ha sido el lugar propicio para los asuntos sustantivos de la vida, para levantar la mirada y otear el horizonte, con plena consciencia del aquí y del ahora, apuntando a los desafíos de los grandes proyectos del ser humano. Es el lugar para el encuentro entre el corazón y la razón, el sentimiento y el pensamiento, la sincronicidad entre René Descartes y Blas Pascal, entre: “Pienso, luego existo” y “Hay razones del corazón que la razón no entiende”.
Es el lugar adecuado para intentar aproximaciones que nos acercan a diversas interpretaciones o miradas de lo que somos, hemos sido y lo que soñamos ser, como personas, familias y comunidades locales o globales. Ser, haber sido y posibilidades de ser como parte de una identidad compleja y dinámica, abierta a mil influencias y circunstancias. Lugar donde tienen espacio adecuado los análisis científicos, los sueños y la nostalgia, todo como parte del gran proyecto humano.
Esta docta Academia reúne talentos y afectos para conversar sobre lo humano y lo divino, para escuchar y para hacerse oír en los asuntos superiores, para conversar sobre la gran tarea de los seres humanos, que no es otra que el enaltecimiento de la dignidad humana, que es al final el gran proyecto de la humanidad, sea desde el individuo o el lugar, el trabajo, la cátedra o el altar. O desde lugares como estos, que mantienen, aun en medio de esta “sociedad líquida” a decir de Zygmunt Bauman, en un ambiente de cordialidad y respeto, el interés por las grandes preguntas y las grandes respuestas.