Un adolescente vinculado con supremacistas blancos confesó ser autor de la masacre de una escuela en Florida que dejó 17 muertos, una tragedia que reavivó el debate sobre las armas en Estados Unidos, en medio de señalamientos de negligencia del FBI.
Ante una nación atónita por el tiroteo número 18 en una escuela en lo que va del año, el más mortífero después del de Sandy Hook en 2012, el presidente Donald Trump eludió el polémico tema del porte de armas.
En un discurso televisado, prometió atender la salud mental, después de que un «perturbado» abriera fuego el miércoles contra estudiantes y adultos de la escuela Marjory Stoneman Douglas de Parkland, a unos 80 km de Miami.
Nikolas Cruz, de 19 años y que había sido expulsado de ese instituto, compareció ante un juez el jueves tras ser inculpado de 17 cargos de homicidio premeditado.
«Cruz declaró ser la persona que ingresó al campus de la escuela con un rifle AR-15 y comenzó a disparar a los estudiantes que vio en los pasillos y en el resto de las instalaciones», según documentos judiciales.
El joven, a quien el juez ordenó reclusión sin derecho a fianza, también admitió que se deshizo de su rifle, que compró legalmente en Florida, y escapó mezclándose entre la multitud que evacuaba el instituto aterrorizada.
FBI sabía
Tras el tiroteo, Cruz dijo haber parado en una tienda Wal-Mart y luego en McDonald’s, declaró el comisario del condado de Broward, Scott Israel. Fue detenido 40 minutos después, luego de que la policía lo identificara gracias a imágenes de la cámara de seguridad de la escuela.
Cruz había sido expulsado de la escuela por su comportamiento agresivo y tenía una obsesión por las armas.
«Los vecinos y los compañeros de clase sabían que era un gran problema. Hay que informar de esos casos a las autoridades siempre, ¡una y otra vez!», tuiteó Trump, quien anunció que prevé visitar Florida después de la tragedia.
Pero las autoridades fueron alertadas en este caso.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) confirmó haber sido informado en septiembre pasado sobre un mensaje publicado en YouTube, en el que el usuario Nikolas Cruz anunciaba: «Voy a ser un tirador escolar profesional».
En un comunicado, el FBI dijo que realizó «revisiones de bases de datos y otros controles», pero no pudo identificar a quien publicó el mensaje.
Supremacista blanco
El joven integraba un grupo supremacista blanco, indicó el jueves la Liga Estadounidense AntiDifamación (ADL).
ADL afirmó que Jordan Jereb, del grupo de derechos civiles blancos Republic of Florida (RoF), le dijo que Cruz había sido «educado» por un miembro de RoF y que recibió entrenamiento de estilo militar cerca de Tallahassee, Florida.
«Parecía un joven blanco normal», dijo Jereb al The Daily Beast. Y agregó: «Sé que sabía muy bien que se estaba uniendo a una organización supremacista blanca proto-fascista paramilitar».
Un sobreviviente de la masacre lo catalogó de «raro».
«Era callado, la gente lo acosaba de vez en cuando y había rumores sobre él, como que estaba planificando un tiroteo en una escuela», contó Manolo Álvarez, de 17 años. «Pero nadie lo creía. Pensábamos que eran sólo rumores hasta que, tristemente, sucedió».
Cruz, que había sido adoptado, se fue a vivir con la familia de un compañero cuando su madre falleció en noviembre pasado. Estudiaba en una escuela secundaria pública y trabajaba en una tienda.
«Lo acogieron diciéndose que así hacían una buena acción», explicó el abogado de la familia, Jim Lewis, al Sun Sentinel.
Un joven venezolano, Joaquín Oliver, de 17 años, que había obtenido la ciudadanía estadounidense el año pasado, murió en la masacre.
Miles de personas participaron en numerosas vigilias en la jornada. Las autoridades lanzaron al aire 17 globos plateados en honor a las 17 víctimas.
«Presidente Trump, por favor haga algo. Acción. La necesitamos ahora. Esos chicos necesitan seguridad ahora», una emocionada Lori Aldaheff, cuya hija Alyssa murió en el tiroteo, pidió a través de la cadena CNN.
Debate sin fin
La matanza del Día de San Valentín reavivó el debate sobre la epidemia de violencia armada y el fácil acceso a las armas de fuego, que dejan 33.000 muertes anuales.
¿Se adoptarán medidas para evitar una nueva tragedia? Probablemente no, porque las armas son parte del mito fundacional del país, cuya posesión y porte es garantizado en la sacrosanta segunda enmienda de la Constitución.
Trump, electo con el apoyo de la influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA), nunca cuestionó cómo Cruz pudo comprar un rifle de asalto a una edad en la que la mayoría de los estadounidenses no puede comprar alcohol legalmente.
El fiscal general Jeff Sessions descartó por su parte cualquier reforma legislativa.
El expresidente demócrata Barack Obama se negó a creer en la inevitabilidad de estos dramas. «No somos impotentes», dijo en Twitter, pidiendo legislación de «sentido común».
Los estadounidenses, menos del 5% de la población mundial, poseen casi la mitad de las armas de propiedad civil del mundo. La tasa de homicidios por disparos es 25 veces mayor que en el resto de los países desarrollados.