Montevideo, 20 nov (EFE).- El expresidente uruguayo José Mújica, considerado uno de los principales referentes políticos latinoamericanos de las últimas décadas, lanza a sus casi 90 años un mensaje a la juventud, a la que, en una entrevista con EFE, insta a no sentirse «quebrada» y saber reponerse ante los fracasos: «El verdadero triunfo en la vida es levantarse y volver a empezar».
«Le pido a la gente joven que no se sienta quebrada, que el verdadero triunfo en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae en todos los órdenes: en el laburo, en el amor y en la esperanza», asegura Mújica, quien en la actualidad se recupera del tratamiento de radioterapia al que ha sido sometido por el cáncer de esófago que padece.
A su juicio, las nuevas generaciones escuchan menos, aunque no por culpa de ellos, sino «de una realidad que no les permite soñar».
«Cuando se es joven se necesita un poco de utopía, creer en algo. El mundo de hoy no motiva a los jóvenes. Se pierden en el consumismo atroz o frecuentemente se pierden en la soledad», señala.
Ahora, continúa, la juventud no tiene sueños más que cambiar un automóvil, comprar alguna cosa nueva o seguir pagando cuotas. «Y como no te alcanza, porque el mercado te va a ofrecer siempre novedades, tenés que inventar laburos (trabajos), porque necesitás ganar más para pagar el consumo que estás haciendo por la sociedad consumista. Y se te va la vida», afirma.
«Si te consagrás en un pagador de cuentas por vivir a crédito y te comés todos los versos de la sociedad consumista, vas a ser muy útil para la acumulación de capital, pero no te va a quedar tiempo para vivir tu vida».
Mujica, quien gobernó en Uruguay entre 2010 y 2015, recibe a la Agencia EFE en su chacra de Rincón del Cerro, una modesta finca rural situada en las afueras de Montevideo donde vive con su esposa, Lucía Topolansky, ex senadora y exvicepresidenta y, al igual que Mujica, miembro del Frente Amplio.
Fue guerrillero, senador y presidente de Uruguay, el país menos poblado de Hispanoamérica, pero su proyección política tiene alcance mundial. Su sencillez, austeridad y coherencia le han situado como un referente político, especialmente entre las nuevas generaciones.
«Para mí, la vida es la aventura de las moléculas. Venimos de la nada y vamos a la nada. La aventura es el cacho este que estamos vivos. Pero como es algo cotidiano no le solemos dar el valor que tiene y en realidad es la cosa más valiosa de todo lo que podemos tener», reflexiona.
Una vida generosa
Con su característico hablar ponderado, Mujica medita acerca de la existencia y cuenta que está recuperando la salud lentamente.
«La voy llevando. Me llevó más tiempo de lo que pensábamos (…) Estoy mejor, pero todavía me va a llevar dos o tres meses» dice refiriéndose al tumor de esófago que le fue detectado el 29 de abril.
Tratado en Uruguay, pese a que le ofrecieron hacerlo en diferentes países del mundo, indica que en el sanatorio fue atendido «como un rey», pero que él prefiere estar en su casa, rodeado de sus amigos. «Eso no tiene precio», sentencia.
Pese a lo vivido en el último tiempo, «Pepe» Mujica recalca que es feliz y sostiene que la vida es generosa con él.
«La vida ha sido generosa conmigo, me pegó cada mamporro que Dios me libre. Siete años sin libros y en una pieza como esta o más chica. Y salí vivo y llegué a presidente. ¡Qué más puedo esperar! (…) Tengo que dar gracias a la vida. Y el consejo para los jóvenes es que no se achiquen», enfatiza recordando el tiempo en que estuvo preso.
Mujica se refiere así al tiempo que estuvo en prisión, más de doce años, durante la dictadura militar en Uruguay (1973-1985), debido a su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero de izquierda.
Durante su encarcelamiento, fue sometido a duras condiciones, incluida la reclusión en aislamiento extremo. Mujica fue liberado en 1985 con el retorno de la democracia en Uruguay, tras una amnistía general otorgada a presos políticos.
La importancia del amor
El expresidente hace hincapié en la importancia del amor y de «dejarle tiempo a la vida».
«No hay cosa más importante que el amor, pero por lejos. Hay que reverenciarlo, hay que cuidarlo. Y cuando se es viejo, el amor sigue existiendo, pero ya no es la fogata que era, sino una dulce costumbre, un compañerismo, una forma de huirle a la soledad, que es tal vez es el mayor castigo», reflexiona.
Cuando era joven, «Pepe» Mujica pensaba que los humanos podían y debían construir una sociedad mejor. «Hoy sigo pensando lo mismo, pero no se va a dar en nuestro tiempo», concluye.
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