Francisco González Cruz
José Gregorio Hernández escribió su libro “Elementos de Filosofía” al final de su vida, como consecuencia de haber tenido una existencia conforme a una moral, que se forjó fruto de la convivencia con su familia, su comunidad, sus amigos, colegas, alumnos, enfermos y con base a una seria decisión de ser bueno, gracias a una religiosidad adquirida de su bondadosa madre. También de densas lecturas de filosofía, teología, ciencias naturales, biología y otras ciencias.
La moral, es decir una praxis existencial sobre la base de lo que se considera bueno o malo, correcto o incorrecto, por ser parte de la naturaleza humana. Lo que Fernando Savater recuerda en su libro Ética para Amador” que la ética tiene como substrato la naturaleza, algo así que lo que es antinatural es lógicamente antiético.
Lo dice textualmente el propio Dr. Hernández en el libro citado: “La ley natural es el orden esencial de las cosas conocido por la conciencia. La ley natural está, pues, grabada en la conciencia del hombre; es la misma ley moral, puesto que la regla que dirige los actos del ser inteligente y libre tiene por objeto la conservación del orden esencial de las cosas dispuesto por Dios.
También afirmó que su serenidad se la debe a la “Religión santa que recibió de sus padres” que lo impulsó a ser bueno no por temor a una castigo infernal o a un premio celestial, sino porque consideraba que es bueno serlo, al estilo de quien haya escrito estos versos, probablemente fray Miguel de Guevara, San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Ávila:
“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera”.
Las virtudes en grado heroico que la Iglesia Católica reconoció al elevarlo a los altares, las practicó en su cotidianidad porque consideraba que toda persona humana tiene una disposición constante al cumplimiento del deber con inteligencia, amor y libertad. Y es persona porque es sujeto de dignidad y perfectibilidad. Insiste en que son tres los elementos constitutivos de ser persona humana: la identidad individual, la conciencia de sí e insiste en la libertad. “Los seres que carezcan de esos tres elementos no son personas”.
Sostiene José Gregorio Hernández que todos los venezolanos están dotados de este amor por lo trascendente, por ello le dedica su más importante libro. Más que las disquisiciones filosóficas, vale más esa tendencia natural a hacer el bien y afirma: “Es verdadero todo lo que es conforme al sentido común. Esas verdades de sentido común son: la existencia del mundo exterior; la realidad de la percepción de él; la existencia de la libertad humana; la existencia del deber; la existencia de Dios”.
La canonización del Dr. José Gregorio Hernández es la gran oportunidad que se le presenta a los venezolanos para conocerlo más y mejor, de manera que lo tomemos como ejemplo de la Venezuela Posible, esa que el sentido común nos indica como un gran acto voluntario y colectivo, consciente y libre, capaz de discernir entre el bien y el mal, y seguir el camino del bien.