Por: Rafael Ángel Terán Barroeta
Al finalizar los recientes “días santos”, me permito realizar un recuerdo reflexivo sobre Cristo, en el escenario de sus tiempos terrenales. Los detalles de su nacimiento, familia, apóstoles que lo acompañaron, milagros, pasión, muerte, resurrección, etc., no forman parte del presente recuerdo.
Con auxilio de obras de relevantes historiadores, y textos bíblicos; daremos un vistazo sobre el contexto existente en los años de la vida terrenal de Jesucristo; su origen y desempeño , muy especialmente , sobre el juicio sumario en su contra; y las incidencias del proceso que condujeron a la sentencia de muerte, dictada en violación a las normas del debido proceso romano; sin haber tenido disponible la posibilidad de ejercer el derecho a la defensa, en un territorio adscrito al Imperio Romano, considerado como la cuna del ordenamiento jurídico actual de muchos países.
Es necesario comenzar, recordando al patriarca Abraham, antepasado del pueblo hebreo y fundador de la nación; nacido 19 siglos a. c. en la antigua UR de los caldeos; ciudad de la Babilonia Meridional. Abraham, tuvo una comunicación con Dios, quien le impuso la emigración de su país, anunciándole que sería principio racial de una gran nación. Emigró a Canaán (circa siglo XVIII a.c.), y allí tuvo como descendientes a su hijo Isaac y a su nieto Jacob; este último llamado también Israel, nombre dado a la nación constituida por las 12 tribus, distribuidas geográficamente en la tierra prometida; descendientes de los 12 hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamin, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Efraím y Manases. Ese mismo siglo, Jacob y sus descendientes, obligados por el hambre, salieron de Canaán con destino a Egipto; allí vivieron varios siglos, para después de ambular durante 40 años por el desierto, regresar nuevamente a Canaán. Ese evento es conocido como éxodo o huida de Egipto (circa siglo XIII), liderada por Moisés, quien recibió de Dios en el monte Sinaí las dos tablas de piedra, donde estaban escritos los Diez Mandamientos. El Decálogo fue la base del acuerdo con Dios, concertado inicialmente por Abraham y hecho público por Moisés a su pueblo. Moisés, era considerado el judío más influyente de la antigüedad y figura esencial de la historia judía; emancipador, maestro, profeta y santo.
En la historia del pueblo judío, desde aquellos tiempos iniciales, hasta el ministerio de Cristo, durante siglos, ocurrieron abundantes hechos y acontecimientos que podemos estudiar en los libros del Viejo Testamento; o en los libros del historiador judío Flavio Josefo y del historiador romano Cayo Cornelio Tácito, entre otros. La historia antigua, da cuenta de las invasiones, diáspora, sometimientos y guerras a las cuales estuvo sometido el pueblo judío.
También, es importante recordar, a los tres primeros reyes judíos. A pesar que el profeta Samuel, último juez judío, a quien los ancianos habían solicitado el nombramiento de un Rey y había opinado negativamente; ante la insistencia de los solicitantes, como única manera de permanecer unidos frente a los enemigos; Samuel, buscó y ungió como Rey a Saúl (circa año 1020 a.c.), quien instaló su capital en Guibeá, su ciudad natal. Le sucedió el Rey David (1013 hasta 973 a.c.), quien estableció la capital del Reino en Jerusalén, la ciudad con mayor valor estratégico. A la muerte de David, heredó el trono su hijo Salomón (desde 973 hasta 933 a.c.). Los reinados de David y Salomón fueron reinados de estabilidad y prosperidad. Con la muerte de Salomón, terminó el Reino Unido, dividiéndose luego en dos: Reino del Norte y del Sur, continuando las cruentas luchas por el poder. Comenzó un proceso de decadencia y cambios que duró varios siglos.
El evangelio según San Mateo, en su capítulo 1, establece la genealogía de Jesucristo, partiendo desde Abraham, pasando por David, Salomón, hasta llegar a José, el esposo de María; madre de Jesús. En total 42 generaciones desde Abraham hasta Cristo.
Cuando Jesús nació en Belén, una ciudad situada 9 kms al sur de Jerusalén; el emperador romano era Octavio Augusto (entre 27 a.c. hasta el 14 d.c). El Rey de Judea, era Herodes El Grande (entre 37 a.c. y 4 a. c.). Los historiadores ubican el nacimiento de Jesús entre el año 6 y 4 a.c.; Cristo, creció en el pueblo de Nazaret, ubicado en Galilea (situado en el norte); donde sus padres se residenciaron al regresar de Egipto, donde antes habían permanecido huyendo de Herodes El Grande.
Jesús de Nazaret, desempeñó su ministerio en el espacio geográfico conocido como Palestina, ubicado en el Oriente Medio, el cual también se conoce por diferentes nombres: Judea, Canaán, Israel y Tierra Santa.
En el año 63 a.c.; con la captura de Jerusalén por el General Romano Pompeyo, Judea se había convertido en un “Estado Cliente” romano, vale decir un estado controlado a nivel económico, político y militar por la nueva superpotencia Roma.
La religión de Israel es monoteísta, un Dios único y omnipotente. Sin embargo, el judaísmo en Palestina no era una religión unitaria, sino un conjunto de sectas, pudiendo enumerarse hasta 24, todas ellas monoteístas. Jesús de Nazaret, era un judío practicante, conocía su propia fe y respetaba la tradición judía. Según algunos historiadores, pertenecía a la secta de los Esenios, en la cual también se encontraba Juan el Bautista. Dicha secta se retiraba a vivir en comunidades propias, situadas en regiones desérticas próximas al mar muerto. Entregaban sus bienes a la comunidad y de dedicaban a realizar actos piadosos, cumpliendo estrictamente las leyes de su fe y practicando el celibato. El evangelio de Juan, refiere que los primeros discípulos de Jesús procedían del círculo del Bautista. El número de los doce apóstoles de Cristo, parece relacionarse con las doce tribus originarias judías y con los doce distritos en que dividió el país el Rey Salomón.
Por la vinculación relevante, con el escenario donde ocurrieron los hechos, que dieron lugar al juicio sumario contra Cristo, anoto las siguientes referencias; que ilustran mejor el contexto, donde Cristo ejerció su ministerio:
Templo; Sanedrín y Sumo Sacerdote; Tetrarca judío y Procurador Romano.
El Templo
Tuvo como antecedente “El Tabernáculo”, un santuario móvil construido por Moisés, en el monte Sinaí, como símbolo de fe y centro del culto. En el tabernáculo Moisés guardó El Arca de la Alianza (cofre de madera), en la cual fueron depositadas las dos tablas de los Diez Mandamientos.
El Rey David, construyó un Tabernáculo en Jerusalén y trasladó hasta allí el Arca; tuvo la idea de hacer el Templo en la capital, pero fue su hijo y sucesor, el Rey Salomón, quien lo construyó durante su mandato en el año 967 a.c., siendo convertido en el santuario nacional judío y nuevo destino del Arca de la Alianza. Durante las festividades religiosas llegaban peregrinos de diverso origen. El templo de Salomón tenía tres salas: Ulam o porche, Hekal o salón santo y Sanctasanctórum. Fue saqueado por el faraón Sisac en 925 a.c. y destruido por los babilonios durante el tercer asedio de Nabucodonosor II contra Jerusalén, en 587 a. c. El segundo templo en Jerusalén fue construido por Zorobabel en 515 a.c., cuando Judea estaba bajo soberanía persa.
A finales del siglo I a.c. (año 22 a.c.) Herodes el Grande, convocó una asamblea para anunciar su gran obra: la reconstrucción del Templo, en escala grandiosa, que superaba los templos de Salomón y Zorobabel. Tenía patios exteriores donde estaban ubicados los mercaderes que Jesús y sus seguidores sacaron del lugar. En el año 70 d.c., el emperador Flavio Vespasiano, mandó a su hijo Tito, a tomar Jerusalén, para acabar la guerra con los judíos. Tito se posicionó con 10.000 hombres y peleó hasta vencer, originándose cerca de un millón de muertos y la destrucción total del templo por un incendio. Hoy en día tan solo queda en Jerusalén el Muro de las Lamentaciones o de los Lamentos, un vestigio de un muro de contención de la explanada del Templo. Es el lugar más sagrado del judaísmo.
Sanedrín y Sumo Sacerdote
El Sanedrín, era el consejo supremo de los judíos, que trataba y decidía los asuntos de Estado y de religión. Era un cuerpo de sabios y notables, presidido generalmente por el Sumo Sacerdote. El Sanedrín nacional, despachaba en el Templo de Jerusalén; integrado por 71 miembros: 23 sacerdotes, 23 escribas, 23 ancianos y dos presidentes. Existían Sanedrines locales en todas las ciudades, integrados por 23 miembros, conservando la misma estructura del nacional de Jerusalén. Cumplían funciones legislativas, judiciales y religiosas.
El Sanedrín de Jerusalén, era la asamblea de los notables, el consejo supremo de la aristocracia dominante de la capital. Los sacerdotes, eran celosos del templo que los proveía de cargos y prebendas; los escribas eran encargados de conservar la pureza de la ley y trasmitir la tradición; los ancianos representaban los intereses de la burguesía adinerada y conservadora.
En la dinastía Asmonea (142-63 a.c.), Simeón se desempeñó como Sumo Sacerdote, jefe del ejército y príncipe de la nación. Al asumir Herodes el Grande, separó al Estado de la Religión; aun cuando siempre quedaron vinculados. El Sanedrín a partir de Herodes fue un tribunal religioso. El Sumo Sacerdote, era el más alto dignatario religioso del antiguo Israel.
Tetrarca judío y Procurador Romano
A la muerte de Herodes El Grande, Rey de toda la Tierra Santa; según su testamento, refrendado por el emperador Romano, el Reino quedó dividido en tres zonas, entre sus hijos: Herodes Arquelao, con el título de Rey, gobernaba: Idumea, Judea y Samaria. Herodes Antipas, con el título de Tetrarca, gobernaba: Galilea y Perea. Herodes Filipo, con el título de Tetrarca, gobernaba: Auronitide, Traconitide, Betanea, Iturea. El título de Tetrarca, era utilizado por el gobernante de la cuarta parte de un Reino; que no podía llamarse Rey.
Debido a su mal desempeño, Herodes Arquelao, fue denunciado por sus gobernados y hasta por sus hermanos Antipas y Filipo, ante el emperador Octavio Augusto en Roma, quien, para resolver el asunto, confirmó el testamento, y lo privó del título de Rey, dejándolo encargado de las mismas provincias, con el título de Etnarca, es decir Gobernador de una región. La conducta de Arquelao, fue nuevamente cuestionada y rechazada, siendo destituido y desterrado a la Galia en el año 6 d. c. A partir de allí, el emperador Romano, comenzó a nombrar directamente en las provincias que estaban asignadas a Arquelao, gobernadores con el título de Procuradores; a quienes otorgó facultades de orden público, cobro de impuestos, elección del Sumo Sacerdote, y funciones judiciales; era un juzgado superior al Sanedrín. El quinto Procurador de Judea, fue Poncio Pilatos, nombrado por el emperador Tiberio en el año 26 d.c. y ejerció hasta el 36 d.c. Herodes Antipas gobernó hasta el año 39 d.c.; y Herodes Filipo hasta el 34 d.c.
La dominación que ejercía Roma sobre Palestina, y todos los contratiempos históricos del pueblo judío; generó en ellos, la esperanza de la llegada de un Mesías que lograra su libertad. Esperaban del Mesías cambios en el orden establecido, no solo en cuestiones espirituales, también en las estructuras de poder, gobierno, impuestos, justicia, etc.
Cristo, hace su aparición como predicador en el escenario palestino; siendo conocido como “el Predicador Galileo” o “Predicador de Nazaret”. Lo seguían grandes multitudes, atraía especialmente a los pobres, curaba enfermos, realizaba milagros: ponía a caminar a los inválidos y a ver a los ciegos, expulsaba a los malos espíritus y en oportunidades distintas, resucitó a tres muertos. Siempre predicó en las ciudades del interior de Palestina; al final de su ministerio, lo hizo en su capital Jerusalén. Hablaba de un mundo mejor que era “El Reino de Dios”. Entre sus frases más conocidas están: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”; “Si alguien te cita a juicio y te quita tu túnica, dale también tu manto”; “No resistas al mal, a quien te pegue en la mejilla derecha, ofrécele también la otra”. Exhortaba a los seres humanos a que se compadecieran unos de otros, a que se amaran, y amaran incluso a sus enemigos. Parte del contenido de las prédicas de Cristo, son recogidas por los autores de los evangelios del Nuevo Testamento. Sus mensajes o enseñanzas, tenían un contenido netamente religioso, eran una continuidad de las leyes del viejo testamento o primeros cinco libros de la biblia hebrea, conocidas como la ley Mosaica (de Moisés); ley que el propio Cristo, reconoce y acata en Mateo 5, V 17: “No penséis que he venido a abrogar la ley de los profetas; no he venido a abrogarla sino a consumarla”.
Por su parte, los miembros del Sanedrín, percibieron en las prédicas de Jesús un componente de cambio, de rebeldía, de lucha, modificación o fin de la ley Mosaica. Jesús, predijo la destrucción del templo, lo cual ponía en peligro sus cargos religiosos, su posición económica y el poder político. En aquel tiempo el poder religioso se encontraba estrechamente vinculado al poder político; por consiguiente, las prédicas de Jesús, significaban un peligro para la estabilidad del poder constituido; pues Cristo, predicaba que él era el Mesías, y que pronto estaría sentado al lado de quien ejercería el poder; invitaba a los judíos a una revolución religiosa. El ministerio de Cristo, lo sentían como una conspiración directa contra la Monarquía judía y el Imperio Romano, pues Cristo se hacía llamar el Mesías, se identificaba como Rey de los judíos, y afirmaba que su Reino no era de este mundo. Fundamentalmente sus prédicas las hacía entre los pobres a quienes arengaba, por lo general a través de parábolas y frases explicativas con símiles, por ejemplo, la contenida en Mateo 19, V 24: “De nuevo os digo: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de los cielos”.
En el evangelio de Mateo, anuncia la llegada del Reino de Dios, y en su capítulo V, Sermón de la Montaña, especifica quienes entrarán al reino del cielo. En el mismo evangelio da instrucciones a los apóstoles y les advierte que guarden prudencia y sencillez con los hombres, pues los entregarán a sus Sanedrines y en sus Sinagogas los azotaran. En el evangelio de Lucas, capitulo 21, anuncia la ruina de Jerusalén, la venida del hijo del hombre; señala que se verán y escucharán señales en el Sol, la luna y las estrellas; bramidos del mar que perturbarán las naciones, y con ellos ocurrirá la llegada del Reino de los Cielos, que no pasaría de esa generación sin que sucediera.
Jesús, enseñaba de día en el templo y la noche la pasaba en el monte de los Olivos. La gente madrugaba para escuchar a Jesús en el templo de Jerusalén.
Los miembros del Sanedrín principal, tenían su sede en el Monte del Templo, donde Jesucristo, había echado a los mercaderes, cambistas de monedas, vendedores de animales, contratistas de bestias de carga etc.
Ante las prédicas y actuaciones de Jesús en Palestina; el Sanedrín, decidió poner preso a Jesús, anunciador y predicador del Nuevo Reino, para que, mediante la aplicación de un proceso sumario, con el uso de manipulaciones y testigos falsos; condenarlo a la pena de muerte. Ya habían trazado un plan, para su aprehensión en horas de la madrugada del viernes, después del domingo de Pascua judía. El arresto se haría fuera del templo, donde a diario predicaba y en la oscuridad de la noche; eran medidas tomadas para evitar una reacción defensiva de sus seguidores. A Jesús, lo entregó en el monte de los Olivos, su apóstol Judas, a cambio de 30 monedas. Un beso de Judas identificó al perseguido por el Sanedrín. Jesús, atado de las manos, fue llevado a la casa de Anás, ex Sumo Sacerdote, quien junto al Sumo Sacerdote en funciones: Caifás, ocupaban los dos cargos de Presidentes en el Sanedrín. Anás, por fin tuvo enfrente a Jesús, a quien deseaba conocer. Comenzó a interrogarlo sin resultado alguno. Al amanecer, se constituyó el Sanedrín; Jesús fue presentado en la audiencia de ese cuerpo colegiado, que actuaba en funciones judiciales. En el Sanedrín, los acusadores eran los mismos jueces. De antemano sabían, que dictarían una sentencia de muerte, ya preparada con anterioridad, condenando a Jesús. Para ello simularían un delito religioso inexistente, valiéndose de la deposición de testigos falsos, previamente preparados y juramentados.
Los Sacerdotes Anás y Caifás, en el tribunal del Sanedrín, le imputaron inicialmente a Jesús el delito de Sacrilegio y Profanación de lo Sagrado, que, según la ley hebrea, era sancionado con la pena de muerte.
Antes de la ocupación romana a Palestina, el Sanedrín, era competente para aplicar dicha pena y ejecutarla; pero a raíz de la ocupación, la condena a muerte, debería ser homologada por el Gobernador Romano, en este caso, por el Procurador Poncio Pilatos, quien despachaba desde una dependencia del Palacio del Rey Judío. A esos fines, Cristo, ya condenado, fue llevado por los miembros del Sanedrín, ante la presencia de Poncio Pilatos, a quien solicitaron la respectiva homologación de la sentencia de muerte. En esta oportunidad, el Sanedrín actuó como acusador ante el Procurador, a quien le correspondió ser el juez de alzada. Los recurrentes, para darle fortaleza a la solicitud agregaron el delito de sedición.
En el juicio a Jesús, convergieron el sistema legal hebreo y el romano. Pilatos, era enemigo de los judíos; a quien los descendientes de Abraham, querían expulsar de sus territorios para librarse del dominio romano.
El Procurador, ejerciendo sus facultades de Juez, comenzó a interrogar al reo y a poner en práctica una especie de juego procesal, cargado de actos de crueldad. Declinó la competencia, enviando el caso con Jesús detenido, al tetrarca Herodes Antipas; por considerar, que era a quien correspondía homologar la sentencia de muerte de un súbdito de su Reino. Herodes Antipas, luego de formular al reo varias preguntas, no respondidas por Jesús, lo devolvió al representante del emperador romano, sin homologar la condena. Probablemente el Tetrarca judío, no quiso asumir la responsabilidad por la muerte de un relevante predicador judío, perteneciente a su propio reino. Se declaró incompetente y decidió devolverlo al Procurador romano.
Pilatos, continuó aplicando artificios procesales, impregnados de suspenso , propios de un circo Romano ; para finalmente, bajo la presión sostenida por el Sanedrín, liderado por los sacerdotes; los gritos de personas contrarias a Jesús ; y en ausencia de los apóstoles y seguidores de Cristo , quienes huyendo del uso de la fuerza se mantenían escondidos; decidió entregar a Jesús para ser azotado y crucificado según la ley romana; lavándose en público las manos con el alegato, que la muerte de Jesús, no era de su responsabilidad ; que la sentencia no había sido dictada por él. De esta manera quedó homologada la pena de muerte, por parte del Procurador romano, tal como lo solicitó el Sanedrín; iniciándose de inmediato la ejecución de la misma.
Cristo, murió como judío, durante el gobierno del Emperador Tiberio Nerón (entre 14 d.c. y 37 d.c.), siendo Rey o Tetrarca de Perea y Galilea: Herodes Antipas (entre 4 a.c. Hasta 39 d. c.); quien era hijo de Herodes El Grande.
Jesús no fue lapidado con arreglo a la ley judía, sino crucificado por Roma, en un juicio irregular, según se describe en los evangelios del Nuevo Testamento. Proceso violatorio de todos los derechos, que hoy conocemos como Derechos Humanos y Derechos Fundamentales.
¿Constituye el proceso penal a Cristo, un antecedente, de los juicios políticos por Sedición o Rebelión?
Cordialmente,
Rafael Ángel Terán Barroeta. Cronista de Tucutucu. 19-4-2023.