Jajó, una mirada llena de querencia y sentido de pertenencia / Por Pedro Frailán (*)

Sentido de Historia

 

 

A Laura del Carmen Uzcátegui, la maestra cariñosa.

 

Basta una imagen e inmediatamente aparece la regresión de la memoria, en donde el pasado se transforma en presente. Gratos recuerdos de mi niñez, esto pasó cuando revisando el Facebook me encontré con esta foto colocada por Andrés Eloy Bracamonte, en ese preciso instante me cubrí de recuerdos.

Lo primero que se me vino a la memoria es que yo cuando era niño al salir a calle lo primero que veía era la cúpula de la Iglesia San Pedro Apóstol, de la cual su pueblo se siente muy orgulloso de esta gran obra que ha evolucionado con el tiempo tomando en consideración que, Jajó es uno de los primeros pueblos fundados en Trujillo justamente este año cumplió 410 años de existencia.

Yo vivía en la Calle Páez que atraviesa todo el pueblo, en Pueblo Nuevo en la cuarta casa antes de la piedrota. Recuerdo que para llegar a la Plaza Bolívar había que pasar por área curva y justamente en la mitad estaba la casa en donde vivía, Lolo con Teresa, sus hijos Edén y Chucho al llegar a la esquina de la plaza nos encontrábamos con las bodegas der Sr. Alipio y en lo otra esquina con la de Don Pineda.

Para entrar a la iglesia se hacían por los laterales. Porque en toda la cuadra, que la ocupan la iglesia y la casa para la época de Doña Nina, tenía un altozano protegido por unas rejas. No poseía las escaleras frontales que hoy tiene. Esta casa de Doña Nina cuenta la crónica que fue construida por Don Eliseo, hijo del General Juan Araujo (El León) y justamente en el tiempo de la construcción de la casa se mató Don Eliseo, siendo su padre el Presidente del Gran Estado de Los Andes; el General León vivió en su mandato la muerte trágica de dos hijos.

La iglesia tiene unas fuertes columnas, tres puertas como las grandes iglesias. En la nave central, parte superior, hay un fresco que representa el pasaje bíblico en donde Jesús camina sobre las aguas y San Pedro lo sigue, pero se hunde por falta de fe. En el altar central se encontraba Cristo, el patrono San Pedro, su libro y su llave, también una hermosa Virgen del Carmen.

Internamente tiene cinco capillas, en la primera está la pila bautismal, ahí recibí mi bautizo apadrinado por la Niña Isolina y por Don Antoniote. Luego la capilla de la Virgen del Talquito, una aparición mariana propia de Jajó, es una Virgen del Rosario, que apareció en una hojuela de un talco de esa piedra brillante que se utiliza para los pesebres en navidad, por ese motivo que su celebración se hace en este mes.

Luego esta otra capilla y ahí están enterradas algunas personalidades del pueblo entre ellos Juan Bautista Baptista, héroe de la independencia de grado de Coronel, de él se desprenden esas generaciones del Baptista y Araujo, de ellos Juan «El León» y Leopoldo. Otra capilla era para esa época de la Virgen de la Inmaculada Concepción, una imagen grande que me impresionaba grandemente por su belleza, luego pasó a ser la del Santísimo Sacramento y la última capilla la de Santísima Trinidad. Dentro en las dos primeras columnas están incrustados unos bautismales en los que se coloca agua bendita para persignarse, existe una descripción que fueron donadas por Juan Vicente Gómez.

Al salir para la escuela todos los días, lo primero que veía era la cúpula eclesiástica, camino dos veces por día a la escuela Presbítero Nicolás Mateos. Mi primera maestra fue la señora Laura de Falcón, era la referencia, una maestra jovial, alegre, comprensiva y amigable. En segundo grado Doña Isabel de Bustos, aquí se aprendía porque se aprendía. Tercero la señorita Irma. Cuarto grado llegó una maestra nueva, joven, de nombre Nora Ruiz, compartimos por un tiempo, llegó un interino de nombre Rafael, oriundo de Valera y finalizamos el cuarto grado con la maestra Ninfa de Rondón y ella continuó quinto, y sexto la directora, la gran Doña Elisa.

Los libros que se utilizaban era Juan Camejo “pala, hacha y machete”, el Silabario, El Coquito, se utilizaba los multicuadernos, los creyones de cuarto grado en adelante, creyones prismacolor de 12, 18 y 24 creyones, lo máximo con gran estuche. Se tomaban apuntes con mucha disciplina, la revisión constante de tareas diarias, las lecturas, los dictados y la supervisión general.

Recuerdo algunos miembros y familias de la calle Páez de Pueblo Nuevo, la familia Cherubini, la Sra Sixta, de ellas tengo unas imágenes muy tenues porque se fueron, Aparicio y Pedro Araujo y Angélica, hermosa mujer. Consolina y Marcos Palencia, la viejita Vicenta, Emiliano Briceño, Don Herminio y la Sra. Enedina, Oscar Barrios y Juanita Fernando Barrios y Auxiliadora, Cacimiro y su guarapo, Don Isaías con Doña Elvia, el loco Misael, Mamerto, Cirilo y Lorenza. Aurora y su esposo italiano, Daniel y Eloína. Tantas cosas que contar tan sólo con una imagen- Gracias Andrés Eloy.

 

(*) p.frailan@gmail.com

 

 

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