Sin lugar a dudas el “gobierno” de Maduro ha sido el más pésimo y atroz de la etapa petrolera del país. Llego en el 2013 a la presidencia a través de un objetado, por fraudulento, triunfo electoral, y desgraciadamente nos condujo a la mayor de las crisis, o mejor, la mayor catástrofe que haya afrontado un país no sometido a guerra alguna, pues los indicadores lo ponen en evidencia: disminuyo a más de la mitad la economía del país, contrayendo a niveles inconcebibles las actividades comerciales, de construcción, reparación, de manufactura y financieras.
Así como también la producción petrolera, insignia de nuestro país, se redujo en mucho más del cincuenta por ciento, trayendo como consecuencia la necesaria importación de gasolina y otros productos del sector para afrontar las exigencias de la demanda interna, inclusive la importación de petróleo liviano para regenerar los denominados crudos pesados. Además, multiplico la ya descomunal deuda asumida por su predecesor a nieles mucho más elevados del PIB nacional; y la caída en más de dos tercios de las exportaciones petroleras genero la absoluta imposibilidad de saldar su abultado servicio, conllevando al país a un verdadero “default”; es decir, a una situación financiera en la que el Estado actuando como prestatario no puede hacer frente a los pagos derivados de la deuda pública contraída, en la forma establecida en las condiciones de emisión, cesando en los mismos.
Esto condujo a que el gobierno apoyándose en un férreo control de cambio, que fue fuente inminente de cualquier clase de corruptelas, pretendió generar excedentes para cubrir este servicio, lo que a su vez trajo como consecuencia la contracción en el año 2018 de las importaciones a niveles más inferiores a la quinta parte de las existentes para el año 2012, antes de asumir su fraudulento mandato presidencial. Al mismo tiempo el consumo privado por habitante promedio se contrajo a niveles comparables a los de 1970, azotado, además, por la más increíble hiperinflación producida por el financiamiento monetario de los déficits producto de su irresponsable y corrupta gestión. Frente a esta situación, era evidente que el poder adquisitivo del salario mínimo, se contrajera o redujera a más del ochenta por ciento, trayendo como consecuencia el absoluto declive de la estructura general de salarios y remuneraciones tanto en el sector público como en el privado. En consecuencia, el “desgobierno” de Maduro coloco sobre la espalda de los venezolanos la pesada estiba de un severísimo ajuste contractivo, mucho más grave que los devenidos ajustes “neoliberales” tomados, tanto por la gestión de Chávez como la de Maduro, por las distorsiones en el manejo más irresponsable y corrupto de la economía que haya vivido nuestro país.
Al lado de estos graves daños en el orden económico sobre la población, debemos sumar por su profunda gravedad e inhumanidad, la más cruel represión a las manifestaciones de protesta, que produjeron más de doscientos muertos y miles de heridos a manos de policías, militares y colectivos del más absoluto modelo fascista, así como la detención arbitraria y sometimiento a tratos crueles, degradantes, inhumanos y de tortura de gran cantidad de opositores, tal como lo han puesto de manifiesto notables organizaciones no gubernamentales que se dedican a la defensa y protección de Derechos Humanos, lo cual le imprimen, sin lugar a dudas, el más lamentable rasgo y característica inhumana a la gestión de Maduro, continuador en exceso de las políticas del fallecido Chávez. Al lado de esto debemos agregar las más abdominales arbitrariedades y extorciones a que han sido sometidos los venezolanos por parte de policías, militares y otros funcionarios del sistema de justicia, generada por la absoluta destrucción del Estado de Derecho.
A lo anterior, es menester adicionar, la más descarada e indignante corrupción, descontrolada y desmedida, llevada a cabo en todos los sectores de la ejecutoria pública del Estado, que además condujo al despojo y arrebato de los recursos para la debida prestación de los servicios públicos, todo lo cual conduce a la degradación y disminución de la calidad de vida de la población del país. Junto a esta repudiada situación, el régimen de Maduro pisoteo la voluntad popular que en el 2015 eligió una mayoría calificada de diputados de oposición para la Asamblea Nacional, que con el más descarado, sumiso y rastrero apoyo del TSJ, que en sus vergonzosos y exabruptos dictámenes y decisiones contribuyo a usurpar sus funciones, en contribución con la Asamblea Constituyente fraudulenta y tramposamente constituida, que nunca cumplió su encargo, además de la descarada persecución y encarcelamiento de los diputados de oposición.
Frente a toda la crítica situación planteada y antes de su engañosa reelección en 2018, luego de frustrado por el CNE el referendo revocatorio solicitado constitucionalmente en el 2017 por sectores de la oposición, era evidente, tal como lo revelaban la mayoría de las encuestas, que la desaprobación y rechazo al gobierno de Maduro superaba el ochenta por ciento. En próximas entregas continuaremos exponiendo más sobre el contenido del título de esta primera parte.
José Francisco Conte C.
Abogado y Profesor Universitario.