La Revolución Bolivariana es un proyecto tan original que, en las intenciones por derrocarla, el imperio ha ensayado y puesto en práctica las más diversas tácticas y estrategias, todas ellas fallidas.
Como se recordará, en 1959, cuando el Comandante Fidel Castro y sus “barbudos”, derrocaron al gobierno tiránico de Fulgencio Baptista, el gobierno imperial de entonces saludo la Revolución. Incluso, cuatro meses después del triunfo, en abril de ese mismo año, visitó Washington D.C., siendo aclamado por miles de ciudadanos estadounidenses.
Dos años después, el gobierno gringo entendió que el proceso que se llevaba adelante en Cuba, era un proceso revolucionario, de transformación radical de la sociedad cubana. A partir de entonces comenzó el asedio a la Patria de Martí, el cual no ha cesado.
Con Hugo Chávez, no ocurrió lo mismo. Desde aquel histórico 14 de diciembre de 1994, cuando visitó por vez primera La Habana, el imperio lo marcó. Al igual que Hitler lo hacía con sus enemigos, le hizo una X, y lo pasó a la orden de la CIA. Impedir que la Revolución Bolivariana triunfe, ha sido -para el imperio-, un problema de Estado, ese ha sido el objetivo de los gobiernos de: Clinton, Bush, Obama y Trump. En ese empeño, demócratas y republicanos han actuado de igual manera.
Desde ese mismo día, el imperio se propuso impedir que Chávez se convirtiera en un líder nacional. Se planteó impedir que fuera candidato presidencial, no pudo evitarlo. Chávez se erigió en Presidente de la República.
Como es conocido, en los postulados programáticos de la rebelión del 4 de febrero de 1992, se planteaban con absoluta claridad los objetivos perseguidos: construir un nuevo Proyecto de Nación. Una Venezuela, radicalmente distinta a la cuarto republicana.
Esto no lo podía aceptar el imperio. Venían actuando como dueños de nuestra Patria. Venezuela, era para ellos una suerte de factoría “colonial”, éramos un surtidor seguro de petróleo al precio que ellos pusieran. He allí la génesis del odio que sienten por la patria de Bolívar.
Pero ese odio se fue acrecentando. No aceptan que le digamos que somos un país soberano, libre e independiente.
Por eso, cuando en 1999, ante la desgracia del Estado Vargas les dijimos que no aceptábamos su “ayuda”, porque esta tenía un carácter intervencionista de carácter militar, no ocultaron su molestia. Por eso, cuando el año 2000, realizamos en Caracas la II Cumbre de la OPEP, y los precios del petróleo comenzaron a sincerarse en el mercado internacional, empezaron a proferir toda clase de adjetivos injuriosos contra el Presidente Chávez. Por eso, cuando denunciamos su participación en el golpe de Estado del 2002, en el paro empresarial y en el paro petrolero, no ocultaron su furia. Por eso, cuando en el año 2004 denunciamos en la OEA, con pruebas irrefutables, la manera como habían financiado el golpe de Estado del 2002, a través de la NED, la ira se apodero de ellos. Por eso, cuando en la Asamblea General de la OEA, el ano 2005, celebrada en Fort Lauderdale, Florida, les derrotamos la pretensión de imponer un mecanismo de monitoreo y seguimiento a nuestras naciones, la rabia era inocultable. Por eso, cuando en Mar del Plata, Argentina, el año 2005, enterramos el ALCA, se le profundizaron sus desquicios mentales. Por eso, cuando hemos propuesto y auspiciado nuevas formas de integración: Acuerdo de Caracas-Petrocaribe-Unasur-Celac-Alba, entre otras, han utilizado los más diversos mecanismos para impedir su consolidación y éxito. Por eso, cuando acuden al Consejo permanente de la OEA a pedir sanciones contra la Patria de Bolívar y son derrotados, botan espuma por la boca. Por eso, cuando en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no logran sancionar a Venezuela y sus propuestas al respecto no reciben apoyo, la hidrofobia se apodera de ellos.
Pues bien, de nada les ha valido esa forma de actuar contra la Revolución Bolivariana. Nos han hecho daño, mucho daño, es verdad. Pero siempre los derrotamos.
Nuestra revolución es a prueba de golpes, guarimbas, paros, almagros, grupos de Lima y hasta de traidores. Chávez y Maduro, lo han demostrado. Tenemos una coraza que es infranqueable, que es impenetrable. Porque esta hecha de dignidad, de valor y coraje. Ese protector es el heroico pueblo venezolano. Sujeto y objeto de la revolución Bolivariana y Chavista.
Hasta la victoria siempre
@HugoCabezas78