HIPERINFLACIÓN: MAYOR PROBLEMA DE LOS VENEZOLANOS

Por: José Francisco Conte

 

Los distintos estudios de opinión pública revelan que la hiperinflación constituye el principal problema de los venezolanos, superando a otros graves problemas como el deterioro absoluto de todos los servicios públicos, la escasez de gasolina y la inseguridad personal, inclusive de la gran corrupción, la cual en épocas anteriores constituía uno de los problemas más reconocidos, hoy día no aparece en dichos estudios como un problema identificado por los venezolanos; es decir, es tan grave el sufrimiento del pueblo venezolano producto de la hiperinflación, que siendo la corrupción la causa de la quiebra del Estado y el hundimiento del país, no se revela como como uno de los problemas que reconocen los venezolanos como de mayor importancia.

Por consiguiente, la hiperinflación y sus efectos sobre el constante y desmesurado aumento de los precios de los alimentos o productos de la canasta alimenticia, así como de los bienes y servicios que conforman la canasta básica, es indiscutible que se constituya en el mayor factor que conlleva a la angustia y preocupación de la población.

Desde el año 2017, cuando se inicia la hiperinflación, es obvio que el salario e ingresos de la población se han mermado considerablemente, perdiendo su fuerza adquisitiva, y junto con la dolarización de hecho y la constante devaluación, ha generado que los sueldos y salarios de los trabajadores se hayan pulverizado, y que los más de tres millones de pensionados reciban ingresos que a duras penas les alcanza para sobrevivir dos días del mes.

Tal como como lo afirma el conocido articulista Trino Márquez, sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales, en su artículo de opinión titulado “La Hiperinflación: Un ajuste salvaje”, publicado en la patilla.com, el día 17 de febrero de 2021,” El gobierno socialista está aplicando un programa de choque que no puede llamarse neoliberal. Los neoliberales se preocupan por atraer inversiones, garantizar los derechos de propiedad, aumentar la producción y la productividad, conjunto de factores que terminan elevando la remuneración del trabajo. El ajuste madurista es simplemente caótico y salvaje. Rodrigo Cabezas lo describió muy bien en una reciente entrevista. Luego de haber saqueado las finanzas públicas y comprobar que los aumentos compulsivos del salario mínimo carecen de sentido, si no forman parte de una política económica integral orientada a combinar en un esquema armonioso los factores productivos fundamentales, el gobierno optó por abandonar a los trabajadores y pensionados a su miserable suerte.  La situación actual puede resumirse del siguiente modo: existe una reducida minoría, alrededor del 15 % de la población, que disfruta de ciertas comodidades y una calidad de vida relativamente elevada, frente a la inmensa mayoría que logra sobrevivir en medio de enormes penurias”.

A esto debemos agregar, que además los ingresos de la inmensa mayoría que conforman los sectores populares se han deteriorado, no solo por lo bajo de los salarios y los altos niveles de desempleo, sino conjuntamente con el brusco descenso de las remesas enviadas desde el exterior y la pérdida del poder adquisitivo de las mismas; considerándose un descenso hasta del 40% de las transferencias de divisas, debido a que los venezolanos que se encuentran en otros países también se vieron afectados por la pandemia del Covid-19, donde muchos de ellos perdieron sus empleos o disminuyeron en gran proporción sus ingresos y en consecuencia no pudieron seguir socorriendo a sus familiares aquí en Venezuela, y además las divisas enviadas perdieron considerablemente su poder adquisitivo. Lo que permite afirmar que no solo el bolívar sino incluso el dólar ha sido demolido por la inflación. Destacados estudios, como el realizado por el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) afirman que en Venezuela se requieren alrededor de 32 salarios mínimos para “medio comer” durante dos semanas, lo que pone en clara evidencia lo irrisorio del salario en el país.

Por otra parte, también en el campo de la adquisición de medicinas o medicamentos, además de que su déficit se incrementa día a día, el poder adquirirlas resulta imposible por la enorme diferencia entre los salarios y el valor o costo de las medicinas, resultando más afectados esos sectores populares por la desaparición de programas sociales tendentes a proporcionar medicinas a los más pobres y el total colapso y destrucción del sistema hospitalario del país, producto de la más evidente incompetencia y la inocultable corrupción.

En consecuencia, es lógico que la población vea a la hiperinflación como el más grave e importante problema que confronta, lo cual influye determinantemente tanto en la alimentación como en la salud, que conforman dos bloques de extrema sensibilidad e interconexión indudable.

A pesar de todo esto para Nicolás Maduro y su camarilla de gobierno, el problema económico y social generado por la hiperinflación pareciera no existir, tratan de ignorar o desconocer que durante la gestión de este régimen hegemónicamente autoritario Venezuela se ha convertido en la más alta y prolongada inflación del planeta, tratando la situación social y económica que vive la población con total descaro y el mayor de los cinismos, lo que constituye una descarada burla a la dignidad de los más pobres.

El Banco Central de Venezuela (BCV) puso en vigencia a partir del lunes 8 de marzo de 2021, tres nuevos billetes con denominaciones de 200.000 Bs, 500.000 Bs y 1.000.000 Bs, indicando que esta decisión se toma “para cumplir con los requerimientos de la economía nacional” y para facilitar las transacciones en moneda local, que se ha venido a menos en los últimos meses debido a la devaluación del bolívar, y la creciente dolarización de facto en el pago de productos y servicios. El nuevo billete de mayor denominación apenas alcanza para comprar 0,53 dólares, conforme con el tipo de cambio publicado por el BCV el viernes 5 de marzo de 2021. El salario mínimo es de 1.200.000 Bs, por lo que podría cancelarse con dos de esos nuevos billetes. Entre las gestiones de Chávez y Maduro le han quitado ocho ceros al bolívar. Entre estos tres nuevos billetes no llegan a 1 dólar.

Si examinamos las tasas de inflación de enero y febrero de 2021, superiores al 50% mensual, al cabo de tres meses, de persistir esos niveles de alzas de precios, el valor de esos nuevos billetes de habrá diluido inexorablemente.

José Francisco Conte C.

Abogado y Profesor Universitario

 

 

 

 

 

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