Héroes con bata.

Héroes cortesía de EDO ilustrado

 

 

Las burbujas del agua hirviendo le hicieron señas, le echó 2 cucharadas de café a la coladora y se dispuso a hacer un guayoyo bien cargado, quería despertarse de la pesadilla en las que estaba inmersa desde hace 48 horas, horas cruciales en las que junto  a su equipo, tuvo que lidiar con casi 300 muertos, la cifra más alta desde que todo esto empezó.

Margarita es enfermera desde hace 25 años, tiene 4 hijos que le esperan en casa, pero que no podido ver últimamente porque vive bastante lejos de su trabajo, para mayor comodidad rentó una habitación cerca del hospital, allí intenta descansar de todo esto, pero  cada vez que cierra sus ojos  ve a las personas infectadas con lágrimas en sus mejillas, seguramente recordando a sus familiares, ve como sus órganos comienzan a fallar producto de la agresiva reacción de sus anticuerpos para combatir al virus, ve como sus pupilas se dilatan cada vez más y finalmente, la mascarilla de su ventilador mecánico ya no se empaña… Hay una pregunta que le produce insomnio, se incrusta en su subconsciente y la escucha por todos lados: ¿hora del deceso?

Han sido días difíciles en los que ha tenido que pedirle mucho a dios, para que nos de la fortaleza de seguir adelante. Cuando por fin logra dormirse, suena la alarma –pero si acabo de cerrar los ojos- se dice.

Se levanta para hacer una videollamada a sus hijos, verlos en esa pequeña pantalla es lo que le da fuerzas, les echa la bendición y les dice que anhela abrazarlos desde lo más profundo de su alma y no soltarlos por un buen rato… Entonces se arregla y se va al hospital, de nuevo, con la esperanza de que en las horas siguientes, las cifras vayan disminuyendo.

Médico

Manuel es un Doctor venezolano con 10 años de experiencia, trabaja en un hospital en Nueva York, la cuidad que al igual que el  Covid-19 “nunca duerme”. Está muy lejos de su tierra natal, hace 4 años salió de su país en busca de una mejor calidad de vida, con la esperanza de darle a su familia lo que se merecían, pero, por que por razones económicas, le fue imposible dárselas en su tierra.

Junto a Manuel trabajan médicos de diferentes partes del mundo, luchan en el ojo del huracán o mejor dicho, en el foco del virus. Los infectados llegan por docenas, a cada hora, con una cara de terror que no pueden esconder ni bajo los síntomas del virus. La mayoría de ellos se recupera, sin embargo, los más vulnerables no cuentan con la misma suerte y terminan siendo un dígito rojo en el saldo de víctimas de una pandemia nunca antes vista.

En su tiempo de descanso los médicos se reúnen en el cafetín, revisan sus teléfonos, hacen llamadas a sus familias…Manuel lee en un portal de noticias que, en Italia, una médico fue asesinada por su novio porque ella “le había infectado de coronavirus”, Manuel es un tipo duro, pero no puede controlar las lágrimas que se avistan en sus ojos café, le muestra la noticia a sus compañeros, quienes de inmediato dedicaron 1 minuto de silencio a Clara, una hermosa joven que salvó al menos 200 vidas y que terminó siendo víctima de la ignorancia de su novio.

Científica

Andrea es una joven de 30 años, no tiene hijos ni tampoco pareja, al parecer no ha llegado esa persona que la enamore totalmente, mientras tanto, disfruta dedicándole su pasión a la ciencia, desde adolescente mostró gran interés por la parte científica de la salud y es a lo que se dedica desde que se graduó.

Hace unos meses, el ritmo de Andrea y de sus compañeros cambió totalmente, se empezaron a escuchar rumores de un nuevo virus proveniente de Wuhan, una cuidad China con mucha población, el virus parecía tener una tasa de contagio bastante alta y no había vacuna.

Es aquí donde los científicos se emocionan. En el laboratorio en el que Andrea trabaja se toman las cosas muy enserio, se pusieron a hacer investigaciones y experimentos todos los días, con la esperanza de encontrar una vacuna lo más rápido posible… Aunque los días han pasado y sus esfuerzos no han sido muy fructuosos,  ellos siguen trabajando, saben que este un proceso largo que conlleva muchas pruebas.

Son muchas las cosas que tienen en contra, cada día salen diferentes investigaciones acerca del comportamiento del virus, la falta de insumos y de presupuesto para seguir haciendo sus pruebas es cada día menor, con suerte han tenido la ayuda de un millonario que destina un dinero para ellos que sigan en su día a día.

Ellos tienen poco descanso y mucho trabajo. En una de las paredes del laboratorio hay una pintura de Thomas Alva Edison, no fue un personaje conocido por aportar avances a la medicina o a las vacunas, pero su frase: “no he fracasado, solo he encontrado 10.000 formas en las que no funcionará”… esas palabras de del gran inventor son, sin duda, un impulso para seguir insistiendo y gritarle por fin a la humanidad  ¡EUREKA!

Estas historias poco se cuentan, son  algunos testimonios que parecen invisibles para muchos, son el día a día de esos personajes que no esperan vanagloriarse, eso no va con ellos, ellos, solo hacen su trabajo mientras el mundo se detiene, son los verdaderos héroes de un comic al que llamo “en la realidad los héroes no tienen capa, tienen bata”.

 

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