Al ser creado el Núcleo Universitario Rafael Rangel en la ciudad de Trujillo, el poeta es incorporado al poco tiempo e inicia su labor docente, sin descuidar en ningún momento las publicaciones periódicas en los diarios locales, las páginas literarias, con análisis sobre la cultura universal y sus creadores.
Nacido un 18 de octubre de 1949, el poeta, según el escritor Antonio Pérez Carmona, “ocultaba detrás de su sonrisa la tristeza por su lar nativo, la ingrimitud, la casa solariega, la soledad de los retratos de la sala, sus tías y el reseco paisaje del entorno que le cobijó sus primeros pasos”. La niebla del recuerdo de una infancia que jamás es depositada en el olvido, diría otro de sus entrañables amigos.
Alfonzo que, cursó una maestría en la Universidad Simón Bolívar en la especialidad de Literatura Contemporánea, ha dedicado no menos de medio siglo al trabajo literario, en el cual ha compartido la poesía y el ensayo con provechosos aportes a la cultura venezolana. Esa entrega a la creación le ha reportado recompensas, ganó el premio de cuentos del diario El Nacional, de Caracas; con el libro Errantes y sitiados obtuvo el premio de Poesía de la Casa de la Cultura de Maracay, estado Aragua, en 1986. Un prestigioso jurado integrado por Juan Calzadilla, Reinaldo Pérez Só y María Auxiliadora Alvarez, concedió el galardón.
Otros títulos, en poesía, Juglaría, Testimoniales tribal y Memoriales del verano; Morir en los bordes de enero y otros relatos, fue publicado por la Fundación Rómulo Gallegos de El Tigre, Estado Anzoátegui; El laberinto y las penas, ensayos sobre la cuentística rulfiana
en 1992; La metamorfosis de lo idénticos en 1994, editado por la dirección de cultura de la Universidad del Zulia, acerca de escritores fundamentales de América Latina.
A la par de su labor literaria, el poeta Alfonzo no se desvinculó de la comunidad; fue elegido presidente del Ateneo de la ciudad de Trujillo, donde intentó proseguir la buena labor desempeñada por la doctora Mireya Mendoza de Alvarado, desafortunadamente, sus planes resultaron truncados luego que la institución fue asaltada por hordas desaforadas del oficialismo, cuya práctica, según la denuncia de los afectados, es una artera maniobra para desarticular y sepultar la actividad ateneística venezolana. Otros ateneos en el país sufrieron embates similares; la barbarie no cesa con el presente régimen, al decir de los críticos de la gestión cultural de los actuales gobernantes.
Seguiremos adelante, pese a la tempestad que amenaza a la vida cultural nacional, ha reiterado el autor de Errantes y sitiados.