*LA LOCA DE LOS PERICOS… Era una agraciada dama de unos 40 años. Caminaba las calles valeranas “hablando sola”, se le escuchaba expresiones como: “los hombres son una “mielda”. “Los hombres son una mielda”. No se sabe qué amoríos de inmensa frustración sacudió su psiquis, que a los hombres los mandaba para la misma «mielda”… Recorría nuestra comarca con unas llamativas alpargatas negras que no se quitaba ni para dormir en el banco de la plaza Bolívar.
Se hacía acompañar de dos hermosos pericos a los que cuidaba como dos hijos. Jamás se acostaba sin cenar. El alma valerana le obsequiaba suculenta comida… Se dice por “esas calles” que era de Jajó, otros, que abandonó La Mesa de Esnujaque, en “dolor mayor”, por un amor que se fue para no volver.
Un día desapareció de nuestra ciudad “la loca de los pericos”, jamás se volvió a saber de ella, ni de los pequeños animalitos; sus dos hermosos hijos que le hacían compañía en las buenas y en las otras…
*EL MEJOR SASTRE… que conoció Valera, fue el famoso Rafa Rojas. A pocas cuadras de la plaza San Pedro atendía a su numerosa clientela; muchos venían de Maracaibo y Mérida a mandar hacer sus trajes, especialmente los que vestirían los días de diciembre o para asistir a los oficios religiosos en Semana Santa… Su eslogan se conoció más allá de tierras trujillanas:
“El que viste en Rafa Rojas,
Viste bien,
Porque Rafa,
Tiene un gusto
Para cada quien”.
*LOS PRESOS GÓMEZ… Construyeron la “subida del río”, la pequeña vía que encontramos entrando a Valera, cuando bajamos de Carvajal. Sudando a pico y pala, y con una bola de hierro (grillete) amarrada a sus pies, que pesaba los 30 kilos, los reclusos terminaron tan importante vía… En la dictadura perezjimenista los valeranos hicieron la popular “vaca”, recogieron entre el comercio y pavimentaron con cemento la pequeña carretera; 90 años después, permanece igualita… ¡Qué tiempos aquellos! Cuando las obras se hacían con todo el amor del mundo.
*LOS VALERANOS… Jamás se imaginaron que en el siglo 21 se iban a trasladar en perreras, como cochinitos o chivos… Hace 57 años llegó la primera flota de autobuses modernos que conoció la comarca. Causaron la admiración de los parroquianos, por 0,25 céntimos (un medio) se recorría toda la ciudad. Los choferes eran sumamente educados: “Buenos día doñita, pasee adelante”. “Hasta luego doñita, que pase feliz día”… Los autobuses lucían limpiecitos, nadie iba parado, todos gozándose aquella Valera bonita, nada que ver con la locura de hoy…
*LA PARRILLA DE ROSARITO… en la Av. El Cementerio, sector La Floresta, era “pa´ chuparse los dedos”. En horas de la noche aquello estaba que no cabía un alma, la cola era numerosa, por 5 bolivarianos usted se llevaba una soberana parrilla para toda la familia. Los bebedores de cañandonga se comían hasta tres. ¡Es que la parrilla de Rosarito, ¡Tenía un no sé qué!
*QUE TIEMPOS AQUELLOS… El sabrosos ají de Manuel Ángel Peña, en el “Tequendama”. Al cochino frito había que hacerle cola… Los excelentes pastelitos de Rosa Sayago. Las arepitas rellenas con hígado de doña Carmen en la calle 14. Las peleas de “patachón” en el bar “Brisas de Niquitao», ni la guardia nacional podía con aquel recio peleador que jamás perdió una trifulca callejera.
*»EL LOCO PANCHO”… también le acompañaba una fuerza de oso. Cuando quedaba sin un bolívar para tomarse una cervecita, le manifestaba a los parroquianos en el bar “El Porvenir” (Calle 14, con Av. 15), «apuesto una caja de regional y le meto la mano a la cuchilla de la luz eléctrica”; Pancho aguantaba aquel señor “corrientazo” que lo estremecía, pero se ganaba su caja de cerveza ante el asombro de los presentes.