El 23 de enero de 1958 amaneció con las calles desbordas de ciudadanos celebrando el derrocamiento de la dictadura militar. El triunfo de la libertad no fue obra exclusiva de un grupo, sino de la acción mancomunada de quienes luchaban con vocación democrática. Al día siguiente nació la expresión “el espíritu del 23 de enero”, pues de esta jornada surgió la unidad nacional que instauró la democracia mediante un sistema electoral que respetaba los resultados.
El régimen militar sucumbió después de su último intento por legitimarse a través del plebiscito de 1957. Su error estuvo en no reconocer el descontento popular que generaba su gobierno y la represión. El general Marcos Pérez Jiménez le dijo a Agustín Blanco Muñoz en Habla el general: “Yo no percibí ese descontento”. Para Ramón Escovar León las dictaduras militares de América Latina siempre se han empeñado en darle la espalda a la realidad.
Al 23 de enero lo sucedieron dos intentos de golpes de Estado. El primero fue el 23 de julio de 1958, liderado por Jesús María Castro León, ministro de la Defensa de la Junta de gobierno; y el segundo, el día 7 de septiembre de 1958, encabezado por los oficiales José Ely Mendoza y Juan de Dios Moncada Vidal. Las aspiraciones militaristas acechaban el inicio de los gobiernos civiles. Para dar estabilidad y aliento al proyecto civil, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba firmaron en la quinta “Punto Fijo”, residencia del penúltimo de los nombrados, el acuerdo de gobernabilidad que giró en tres objetivos se respetaron sin vacilar. De esta manera se logró una alianza que dio soporte a la naciente democracia.
El primero de enero de 1958 se produjo el primer intento de rebelión militar contra Pérez Jiménez. El movimiento encabezado por el coronel Hugo Trejo contó con la participación de un buen número de oficiales de la guarnición de Caracas y de Maracay, principalmente de la Fuerza Aérea. Este levantamiento militar fracasó y sus principales dirigentes fueron detenidos por el gobierno.
Sin embargo, a partir del primero de enero la crisis interna de la dictadura se hizo cada día más grave. Se produjeron nuevos brotes insurreccionales en las fuerzas armadas y el movimiento popular se manifestó con más vigor en la lucha contra el dictador. Se acentuó la represión; las cárceles se llenaron de presos políticos; fueron cerrados los liceos y reprimido el movimiento estudiantil. Pero el movimiento popular iba en ascenso; densos sectores sociales se incorporaban activamente a la lucha: intelectuales, médicos, abogados, profesores, ingenieros, suscriben manifiestos de denuncia contra el régimen. Esto significaba pérdida de prestigio en la institución armada que aparecía comprometida de hecho con los desmanes del régimen.
A mediados de enero la Junta Patriótica llamó a la huelga general que comenzó el 21 de enero, el paro se cumplió a cabalidad y en muchos sitios de Caracas se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del gobierno. El 22 se reúnen altos jefes militares en la Academia Militar para considerar la situación. Sus deliberaciones concluyen formando una Junta Militar de Gobierno que pide la renuncia a Pérez Jiménez. En la noche del día 22, la Marina de Guerra y la Guarnición de Caracas se pronunciaron contra la dictadura; y Pérez Jiménez, privado de todo apoyo en las Fuerzas Armadas, huyó en la madrugada del 23 de enero desde el Aeropuerto La Carlota, rumbo a Santo Domingo.
Pacto de Punto Fijo
El espíritu democrático que nació con el 23 de enero cristalizó en un acuerdo político recogido en el Pacto de Punto Fijo, el cual dio sostén y estabilidad institucional a los gobiernos que vinieron después. No en balde, Manuel Caballero lo calificó como “el documento más importante en la historia de la República de Venezuela después de 1830” (La peste militar, p. 20). Si bien el acuerdo fue para el quinquenio 1959-1964, se proyectó en la práctica más allá de ese periodo. Así, por ejemplo, la política de pacificación la inició el presidente Raúl Leoni y la concluyó Rafael Caldera en su primera presidencia.
Aquel 23 de enero
Un pueblo que quería un cambio, que quería aires de libertad se lanzó a la calle aquel 23 de enero de 1958, hace 61 años para derrocar al tarugo Marcos Pérez Jiménez. Ese 23 de enero de 1958 hubo un grito general: ¡libertad! La conquista de la democracia se debió al apoyo entusiasta que brindaron las Fuerzas Armadas a los ciudadanos en su lucha para derrocar al dictador. 61 años de historia.