Gotitas De Miel | ESTA EMOCIÓN DE CAMBIAR | Por: Raúl Alberto Casanova-Ostos*

 

 “La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud, en llevarlo a cabo” David Starr Jordan (1851 – 1931)

El cambio pertenece a lo humano y a la sociedad, porque nada permanece igual en el espacio y tiempo, la misma naturaleza de las cosas y las personas expresan y manifiestan esa condición. En cada uno de nosotros existe una intención de cambiar que algunos no percibimos y creemos que el cambio es un estado de ánimo, una declaración transitoria en función de alcanzar determinados objetivos.

Una postura simple, de pasajero compromiso y carente de sacrificios, un anteponer lo “nuevo” frente a lo “viejo” y ya nos creemos cambiados.

No se admite cambiar sólo en lo conveniente, porque el cambio obliga acciones integrales, correspondencia de pensamiento y acción. El cambio se banaliza en conductas emocionales de fugas de nosotros mismos, de “verdades” que no “asimilamos”, porque internamente no opera el cambio, sino la oportunidad, el digo que cambio y parece sospechoso. El cambio social ocurre en lo externo, independiente de nuestras creencias y estados de ánimo.

Cambiar es un verbo de conjugación activa en presente y futuro. Casi un mandato personal diario y colectivo que se evidencia y está fuera de nuestro control. La misma dinámica de la vida marcha con el sentido del cambio, de la transformación; el giro de los 180 grados, no de 360 porque nada cambió. Cambiar es una consigna, como lo es amar, trabajar y vivir. Sin embargo, algunos no atendemos la necesidad de cambiar para vivir con un mínimo de sacrificio, y un máximo de felicidad externa e interna.

Cambiar y prepararse para el cambio, hacia lo mejor, lo justo y digno social y políticamente, no es un decreto o un coro de voces anunciando el advenimiento de otra forma de construir una universidad o un país.

Unos deciden cambiar y trabajan para lograr ese objetivo, otros se suman a lo contrario y tiene validez, pero deben existir reglas para verificar el cambio; y dentro del Plan Integral de Desarrollo UNET están las señas.

El cambio deseado para nuestra universidad como aspiración legítima y orden del desarrollo social y político continúa su curso de manifestación indetenible, y dada su experimentalidad se escapa de las manos de quienes circunstancialmente van definiendo “el camino del cambio” para bien o para mal.

Si cada uno opta por cambiar hacia “lo bueno” y necesario, el verdadero cambio de rumbo hacia el Verdadero Camino Universitario deberá ser, a mediano plazo, nuestra próxima parada.

Rector UNET *

 

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