Fratelli tutti | Por: Eduardo Fernández

Hermanos todos. Es el título de la nueva encíclica que nos regala el Papa Francisco.

 

Aparece este documento en la víspera del día en que la Iglesia celebra al santo Francisco de Asís, de quien tomó el nombre para su pontificado el Cardenal Bergoglio.

El título de la encíclica en italiano y no en latín, como solían ser escritos este tipo de documentos, es tomado de la manera en que el santo de Asís se dirigía a todos los hermanos y hermanas para proponerles una forme de vida con sabor a evangelio.

Creo que la mejor manera de rendirle homenaje a este extraordinario documento que representa una propuesta para un mundo mejor, es reproducir la oración final con la que Francisco cierra su encíclica.

Señor y Padre de la Humanidad que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste e cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén

Con esto el Santo Padre concluye su encíclica. La oración es, además, un resumen magnífico del documento. Se trata de un programa de acción para todos los cristianos y hombres de buena voluntad en clave de fraternidad y con dimensión universal.

Leo la carta como ciudadano de un país que sufre amargamente una crisis económica, social, política y moral, pero también como ciudadano de un mundo en el que prevalecen injusticias, guerras, violencias y en el que se niega la dignidad de las personas, de cada una de ellas y del conjunto de ellas.

Fratelli tutti. Hermanos todos. La oración nos dice por qué somos hermanos: porque tenemos un Padre Común, por eso somos hermanos y hemos sido creados con la misma dignidad y estamos llamados a vivir como hermanos.

El Papa pide un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Eso es bueno para el mundo entero. Es bueno, particularmente, para Venezuela en donde tenemos que trabajar por crear una sociedad más sana, más digna, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

Seguiremos conversando.

 


Eduardo Fernández
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