“Fofo” ponía a correr a los valeranos en Navidad / Por Alfredo Matheus

Sentido de Historia

 

 

La sabrosa navidad valerana me la gocé desde la infancia con las mejores hallacas de la calle 14, que elaboraba mi mamá Josefa… El viejo mercado de la calle 12, se transformaba en lugar de magia y regocijo por el reencuentro de la gran familia valerana en tan ameno lugar. A las 4 de la mañana, aquello era un río de gente comprando los ingredientes para la elaboración de las apetitosas hallacas.

Recuerdo un diciembre, de eso hará unos 55 años, se formó un señor corre-corre en la entrada del mercado municipal, alguien corrió la bola que estaban vendiendo el kilo de cochino por tan solo un bolívar, se formó un gran tumulto; todos querían comprar y aprovechar tan llamativa ganga… “El gozo se iba al pozo”, cuando los compradores se daban cuenta que el vendedor era nada más y nada menos que el famoso “Guacharaco”, personaje popular, con algunos “cables pelados en su cabeza”, se daba a la tarea de recoger cachivaches viejos a lo largo de la quebrada de Escuque para luego venderlos en la entrada del mercado a precios de gallina flaca.

El “Guacharaco” con su humilde ropa campesina, unas cotizas que pedían auxilio y su sombrero de cogollo, estaba de lo más alegre atendiendo a la clientela acompañado de un enorme cochino con “pepas” que consiguió muerto en la quebrada escuqueña… Un pelotón de policías se presentó al lugar, el cochino y “Guacharaco” fueron conducidos a la Comandancia de Policía… Una hora después, se presentó “Guacharaco” de nuevo al mercado municipal informando que no podía seguir vendiendo carne de marrano porque según los funcionarios no era apta para el consumo humano; las carcajadas se escuchaban una cuadra a la redonda.

Todos le perdonaban las “locuras” a Guacharaco, porque en su corazón de hombre bueno, solo deseaba alma adentro, que los valeranos comieran hallacas de cochino a precios más que solidarios.

 

El Negro Lozada

 

Con sus 200 kilos de peso y casi dos metros de altura, se metía su buen dinero los días navideños. Las familias que realizaban fiestas buscaban los servicios del grandulón portero de Sanidad. La orden era tajante: Persona que no tenga su respectiva tarjeta de invitación no entra al baile… Los “arroceros” que acostumbraban “colearse” en todo festejo, al darse cuenta que el “Negro Lozada” estaba de portero, se devolvían por donde habían venido; no querían recibir la pegada de boxeador peso completo que sobresalía en tan conocido personaje que hizo historia en la Valera de la década de los años 60.

 

“Ahí viene Fofo”

 

En aquella navidad que se fue para no volver, igualmente se iniciaba polvorosa carrera al momento en que un parroquiano pegaba el grito vagabundo: “Ahí viene Fofo, ahí viene Fofo”. Todos aligeraban el paso, nadie quería oler la pestilencia que salía de la ropa de “Fofo”, quien tenía la olorosa costumbre de hacer sus necesidades fisiológicas sobre sus ropas, al calentar el sol valerano sobre sus espaldas; a “Fofo” era imposible acercársele…
“Fofo” en sus achaques de enfermo mental, lo que hacía, era sonreír al observar como ponía en movimiento al centro de la ciudad… Los que más sufrían eran los comerciantes que corrían a bajar la santamaría para que, el enajenado personaje no entrara a la tienda y dejara el lugar oloroso y no precisamente a flores…

 

Ah, rigor…

Un día aparecieron por nuestra comarca la cerveza negra, el ron y el vino, le dieron un golpe mortal al miche sanjonero y al fuerte guarapo de panela, bebidas espirituosas que alegraban el alma valerana los días navideños… Los chinos proliferan con sus supermercados a mitad de precio dándole “matarile” a las pequeñas bodegas, fueron pocas las que sobrevivieron a los mercados asiáticos.

De esa Valera rural de calles de tierra transitada por carretas de bueyes que llevaban la dulce caña a la gran hacienda La Plata, le dijeron adiós a los fogones de leña para dar la bienvenida a las cocinas de kerosene. La licuadora sustituyó la costumbre de moler todo con en máquinas artesanales…

Como “a nadie le falta Dios”, gracias a la crisis económica que ha vivido Venezuela en los últimos 10 años, regresaron a las calles de nuestra ciudad la sabrosa cachapa criolla, las arepas mataperros, la popular melcocha, las cocadas caseras, las hallacas de caraotas con sabor a Quebrada de Cuevas. Los chicharrones calientes de casa en casa, el agua de coco para levantar muertos, los buñuelos de yuca para chuparse los dedos, las empanadas rueda de camión para quedar a reventar…

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