Madrid, 2 may (EFE).- Los festivales musicales de verano han dejado de ser meros conciertos con miles de personas aglutinadas en torno a un escenario para transformarse en ciudades sostenibles de hasta 300.000 asistentes, un espacio que tiene un impacto ambiental cada vez menor gracias a las iniciativas de los patrocinadores y una normativa cada vez más ‘eco-friendly’.
“Al final los festivales lo que consiguen es crear una especie de pequeña ciudad, una ciudad efímera durante unos días en los que tiene que poner a disposición de miles de personas todas las necesidades básicas para favorecer un desarrollo sostenible”, destacó en una entrevista con EFE Paula Ráez, consultora de cultura y sostenibilidad de la Asociación Española de Festivales de Música y Gabeiras & Asociados.
En 2023 se celebraron en España cerca de mil festivales en un negocio que generó casi 580 millones de euros, según los datos del Anuario de la Música en Vivo. Un sector en el que uno de los principales objetivos es reducir su impacto y cumplir, entre otros, con los compromisos adquiridos en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible de la ONU.
Un desafío que ya se traduce en mejoras significativas como el descenso del 75% con respecto a 2022 en el uso de plásticos o una reducción de las emisiones medias por persona y día, según el estudio de la británica Greener Future, una de las principales certificadoras y asesoras de sostenibilidad en festivales.
“Se ha avanzado bastante. Cada vez son más los festivales que se suben a este carro. Creemos que el carácter transformador de la cultura puede contribuir directamente a favorecer un desarrollo más sostenible de los territorios, más responsables”, añadió Ráez.
Pero también se unen los propios músicos, con bandas como Radiohead o Coldplay que ya exigen conciertos de “carbono neutro” y en los que haya una gestión responsable de los residuos.
En este sentido, Coldplay logró emitir con su última gira mundial “Music Of the Spheres” hasta un 47% menos de CO2 en comparación con la de 2016-2017 gracias al uso de baterías y vehículos eléctricos, reducción de plásticos o el uso en sus escenario de materiales sostenibles como el bambú, según el informe publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Empresas y promotores, unidos
“Los festivales son pequeñas ciudades donde se pueden llevar a cabo pruebas movilidad, de suministro o de alimentación”, destacó a EFE Ignacio Asensi, responsable de patrocinio de Endesa, empresa que entró en 2023 en el mundo de la música para aportar soluciones en emisiones, transporte eléctrico, concienciación ambiental o uso de materiales sostenibles.
De este modo, el pasado verano lograron que el festival Cruïlla de Barcelona fuera el primero en España con un suministro energético cien por cien renovable.
“La sostenibilidad es algo que está absolutamente integrado en nuestro negocio. Sumarte al entorno local y ver las problemáticas o las necesidades que tienen. Por ejemplo, ahora en Cataluña sería muy interesante poder hacer algo en torno al agua, la utilización correcta del agua”, asegura.
Otro de los sectores clave para minimizar la huella de los festivales es el de las bebidas, que suponen el 60% del patrocinio total, con marcas obligadas a ofrecer materiales reutilizables y una gestión de residuos sostenible.
“Todo lo que se hace tiene un filtro de sostenibilidad. Tenemos que ser muy estrictos con este tipo de problemas. En general hay una buena cultura de los asistentes o en la convivencia de los propios festivales con la ciudad. Es un impacto muy positivo”, añade el Content Manager de Vibra Mahou, David Pejenaute.
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