Días antes del aniversario 25 de Diario de Los Andes, partí; después de 10 años. La despedida está presente en mi memoria, pero hoy prefiero recordar el día que fui a preguntar si podían recibir mi currículo y de inmediato me hicieron pasar a hablar con la Gerente general, Ingrid Blanco. Yo acababa de llegar de Valencia, donde había descubierto el periodismo impreso de la mano de un proyecto enfocado en las comunidades menos asistidas, y que me había robado el corazón. Al regresar a San Cristóbal ya sabía lo que quería hacer: trabajar en un periódico. Y fue eso lo que hice. En Diario de Los Andes una periodista se iba y quedaba una vacante. Me preguntaron si podía enviar algunos trabajos míos. Afortunadamente tenía un pendrive con mis trabajos y los mostré de inmediato. Respondí algunas preguntas, y a los días me llamaron: fui aceptada.
A una de las primeras personas que conocí fue Armando Hernández, que para aquel momento era jefe de Redacción provisional, y seguía cubriendo la fuente de Sucesos. Aquel hombre fue mi primera impresión. Su voz me era inconfundible, escucharla en la radio era sinónimo de malas noticias, de homicidios, de accidentes fatales, de desastres naturales… pero también de emoción, de pasión pura por lo que narraba; y tenerlo como compañero de trabajo en la misma sala de redacción, era increíble para una novata como yo. Y como si fuese poco, a los días me informaron que Armando se iba de vacaciones y sería yo quien cubriera su lugar, o sea, yo, daría cobertura a la fuente de Sucesos, sería la portadora de malas noticias, debía estar en el lugar de los hechos menos afortunados. Entonces mi rutina era salir junto a él cada día para aprender, y claro que aprendí, pero finalmente Nelson Altuve me salvó de aquella experiencia a la que tanto le temía, aunque estaba dispuesta a hacerle frente, y buscó a una periodista con más trayectoria.
Y yo, comencé a dar mis primeros pasos, a construir mi trayectoria, le abonaba cada día una nueva experiencia, un nuevo reto. Y Diario de Los Andes siempre generaba las oportunidades y brindaba su apoyo. Justo ahora recuerdo la primera vez que tuve la oportunidad de trabajar en una Edición Aniversario, fue un trabajo arduo, pero lo disfruté tanto. Creo que solo pensaba en eso, llegaba a las 7 de la mañana a la redacción y salía después de las 9 de la noche…estaba apasionaba por la investigación, por el diseño, por la posibilidad de hacer algo diferente. No lo sabía entonces, pero venían otras ediciones aniversario, por eso los 9 de noviembre empezaron a ser importantes en mi vida, y aún hoy, no estando físicamente en Diario de Los Andes los recuerdo con cariño y nostalgia. Anhelo aquellos días previos de estrés e incertidumbre, y de muchos desacuerdos con el equipo de ventas (jajaja) pero en especial, aquella mañana cuando llegaba el periódico y finalmente podía ver impreso el trabajo de las últimas semanas, una edición especial, diferente, un tributo a nuestros lectores, agradeciendo por un año más de presencia en sus vidas.
Hoy, 09 de noviembre de 2021, agradezco a Diario de Los Andes por tantas oportunidades, por esos 10 años de vida que compartimos, y por los 29 años de existencia que cumple. Desde la distancia, la reflexión me lleva a decir que yo no trabajé allí, yo viví en Diario de Los Andes, más que por el tiempo transcurrido en su sede, por la cantidad de experiencias, de afectos y de relaciones entretejidas a lo largo de los años, y que ahora me acompañan. Y así como anhelo regresar a la casa de mis padres y abrazarlos, igual ansío volver a Diario de Los Andes y estrecharlos con fuerza. Pero hasta que eso no suceda, sepan lo orgullosa que estoy del esfuerzo que hacen cada día por no solo mantenerse, sino transcender en cada lector. Los llevo en mi corazón.
¡Feliz aniversario Diario de Los Andes Táchira!
Con amor, Yulliam