Después de casi dos meses escondido en la capital colombiana, protegido por un detalle de seguridad las veinticuatro horas del día, Manuel Ricardo Cristopher Figuera, exjefe de Sebin llegó a Estados Unidos el lunes, armado de acusaciones sobre el gobierno de Maduro: los negocios ilícitos de oro. Las células de Hezbollah trabajando en Venezuela. El alcance de la influencia cubana en el interior del palacio de Maduro en Miraflores.
El levantamiento fracasó, y Maduro sigue en el poder. Pero Figuera no se arrepiente de volverse contra su jefe.
“Estoy orgulloso de lo que hice”, dijo la semana pasada desde una suite de hotel de lujo en el centro de Bogotá. “Por ahora, el régimen se nos ha adelantado. Pero eso puede cambiar rápidamente”.
Figuera defiende su obra avanzando el chavismo. Pero él dice que lamenta algunos de sus excesos. “Pensé que sería capaz de hacer que Maduro tuviera sentido. No pude”.