¿Porqué revolución?
¿Porqué no mejor innovación?
¿O evolución?
Eso me repite una querida amiga venezolana, justificadamente traumatizada por la revolución de Chávez-Maduro. Eso me hacen ver también muchos amigos y colegas chilenos, para quienes la palabra revolución evoca traumas nacionales de diverso signo.
Desafortunadamente, aunque nos active esos miedos, antiguos y actuales, tenemos que tomar consciencia de que lo que necesitamos son revoluciones. Necesitamos cambios profundos, radicales, rápidos.
Eso es una revolución.
Es una ley sistémica. La ley de la conservación de la adaptación al medio ambiente. Válida para cualquier tipo de sistemas: biológicos, organizacionales, políticos, religiosos y otros.
Eso propuso Darwin en su Teoría de la Evolución. La sobrevivencia depende de la capacidad adaptativa de las especies. Dada nuestra autoconsciencia, podemos cambiar el entorno y no sólo adaptarnos a él. Eso es la innovación. Cuando la adaptación al entorno exige velocidad, profundidad, radicalidad, entonces hablamos de revolución.
Tenemos que comprender que las revoluciones no son necesariamente violentas. Comprender que, cuando no las hacemos a tiempo y pacíficamente, sí pueden terminar siendo violentas. Y eso es lo que necesitamos urgentemente evitar. Queremos preservar la democracia. Queremos alcanzar una convivencia sana, pacífica, armónica. Necesitamos urgentemente hoy generar unidos una salida a la crisis. Ello exige de determinación, convicción y coraje. Exige una revolución.
Hay miedos sanos y miedos insanos. El miedo al contagio por el Coronavirus es sano. Necesario. El miedo a las revoluciones que hoy urgentemente requerimos es insano. Es necesario superar ese miedo y actuar a pesar de sentirlo. Eso hacen los valientes.
Finlandia es reconocido como uno de los países con la mejor educación del mundo. No obstante ello, hace unos pocos años la Ministra del ramo anunció que necesitaban una “Nueva Revolución en Educación”. ¿Le cabe a alguien alguna duda de que en Chile la necesitamos urgentemente?
Tenemos por delante la 4º Revolución Industrial, la de la Inteligencia Artificial, Robótica, Internet de las Cosas entre otras Revoluciones Científicas y Tecnológicas. En ese contexto, si no hacemos una Revolución en nuestras empresas muchas de ellas dejarán de existir.
Einstein decía que la más grave y peligrosa de las crisis era negar las crisis. “La crisis es lo mejor que puede sucederle a las personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura” sostenía.
Se habla hoy en el mundo de la “Mindful Revolution”, la Revolución de la Conciencia, que ha llegado con fuerza al mundo de la espiritualidad individual pero también al mundo de la educación, la salud y las empresas.
Necesitamos perderle el miedo a los cambios profundos,
radicales y
rápidos.
¡Y hacerlos bien!
¡Necesitamos hacer la Revoluciones necesarias y hacerlas bien!
¡Ya!
Antes de que sea demasiado tarde.
¿Cuál sería la mejor forma de referirnos al gigantesco esfuerzo de Jesús, ese corajudo joven de Galilea, por instalar el Amor, la compasión, la paciencia, el perdón y otras virtudes humanas en el centro de la vida en comunidad hace 2000 años atrás? ¿Evolución?, ¿Innovación?, ¿Revolución? Definitivamente Revolución, una desafortunadamente aún inconclusa.
Seguiremos conversando…
Fuente: El Divisadero
Carlos Vignolo,
Académico Universidad de Chile