Salir del país se ha vuelto la solución para muchos venezolanos y tachirenses que buscan mejores oportunidades y reivindicaciones económicas; pero en el camino, la mayoría se ve en la obligación de separarse de sus seres queridos e incluso de sus hijos, por falta de recursos económicos que permitan llevarlos con ellos a emigrar.
Estos niños y muchas veces adolescentes, en su gran mayoría son dejados en manos de terceros, a veces familiares y otras tantas conocidas, que les ayudarán a mantenerlos dentro del país en condiciones “aceptables” mientras se da el reencuentro con sus padres; pero en muchas ocasiones esos infantes no aceptan con agrado la separación y en ellos se pueden generar sentimientos negativos hacia su entorno.
También existe una población de lactantes, niños y adolescentes que podrían no estar en las mejores manos cuando sus padres se van del país, y terminar en alguna de las 5 unidades de protección que hay en el estado Táchira, por estar en condiciones de violencia y abusos. En estas, los índices de ingresos han aumentado considerablemente en el último año.
Rina Duarte, psicólogo y trabajadora en el área infantil y juvenil, explica que si lo niños, por muy pequeños que sean no son tomados en cuenta para informarles con anticipación que alguno de sus padres, o incluso ambos, emigrarán, pueden sufrir consecuencias negativas, pues sus dudas sobre la separación serán cada vez mayores y podrían pensar que los dejaron porque son el problema, cuando esa no es la realidad.
Esta situación puede causar que el niño desarrolle conductas violentas, desórdenes en la personalidad, falta de atención en el ámbito educativo, bajo rendimiento e incluso depresión; por lo que la especialista considera primordial que el menor sea preparado para la separación.
Indicó que este proceso se puede realizar de forma personal entre padres e hijo, o buscar apoyo en los servicios psicológicos que hay en el estado y que además son gratuitos.
“Se recomienda es que se hable con los niños, sin importar la edad, que se anticipe esa salida del padre o de la madre o incluso de ambos, para que como padres puedan dar respuestas a todas las dudas que tengan, las incógnitas que queden para evitar sentimientos de abandono que el niño pueda desarrollar o más allá de un comportamiento violento, lo que el niño pueda llegar a guardar o reprimir, y entrar en un estado depresivo (…) esto pasa cuando no se maneja la información de manera correcta, porque muchos padres toman la decisión solos como adultos, sin importar el niño, y es un error”, apuntó.
Consecuencias en el crecimiento.- Cada niño puede tomar la noticia de la emigración del padre o la madre de forma diferente, dependerá de la edad y de la preparación que le den a la situación.
Lo niños más pequeños, de meses o 3 años, podrían no considerarlo como un evento “catastrófico”; pero los más grandes, de 4 y hasta los adolescentes, podrían sentir una especie de abandono y hasta sentir rencor con la emigración, por lo que Duarte considera primordial ayudarlos a que no canalicen la situación negativamente.
“Depende de la edad en la que se encuentre al separarse de sus padres, de la dinámica familiar en la que quede, porque si son disfuncionales, ellos van a adoptar los patrones de conducta violenta; pero si quedan en dinámicas tranquilas y funcionales, igual se pueden presentar indicadores de tipo emocional; como inseguridad, retraimiento e introversión, porque siempre va a incidir emocionalmente”.
Considera primordial que al observar este tipo de conductas en los menores, se busque ayuda profesional para poder ayudarles a trabajar en esos sentimientos negativos y transformarlos para evitar que les haga daño para un futuro en sus relaciones interpersonales.
“Si no se trabaja en estos sentimientos, es muy probable que cuando crezcan se vean afectadas las relaciones interpersonales que establezcan a futuro porque ante la ausencia de los padres y que él pudiese percibir que hay un abandono, no va a haber figuras paternas, ni una adecuada relación con ellas, y básicamente podría generar relaciones disfuncionales o inestables”, explicó.
Duarte señaló que en la conducta no solamente tiene que ver el impacto emocional que tengan los menores; sino que también el cambio de roles que se dé, pues hay casos de niños o adolescentes que son dejados con sus hermanos.
“Comienzan a asumir roles que no les corresponden en edades muy tempranas; hay niños que dejan de ser niños para tener responsabilidades paternas, los mayores normalmente asumen el rol de madre o padre. También tenemos casos que por ejemplo, si se quedan con la mamá y el papá fue el que emigró, es probable que el rol que asuman los niños es de protección, de yo te cuido, porque esa mamá igual va a salir a trabajar, a asumir las responsabilidades que tenía su pareja cuando estaba aquí con ellos”, expuso.
Quedan vulnerables.- Duarte alertó que hay padres que en ocasiones no preparan el entorno en el que se quedarán sus hijos, e incluso suelen dejarlos con desconocidos, haciendo que el menor sea más propenso a abusos e incluso violencia.
“Estos niños quedan vulnerables, bien sea bajo el cuidado de los abuelos, tíos o incluso desconocidos que no tienen nexo familiar; lo que los hace propensos a ser víctimas de violencia de abusos y un riesgo social”.
Indicó que todos los niveles sociales del país están igualmente afectados con la emigración; pero son las clases medias o bajas las que en su mayoría se ven obligadas a dejar a sus hijos.
“Los que corren más riesgos social son las clases más bajas, por el nivel cultural es menor y tienen menos herramientas socio-emocionales para afrontar la separación, y los niños quedan quizás en una situación donde hay mayor abuso, violencia… pueden ser maltratados y allí son más vulnerables”.
Redes de apoyo.- Duarte como psicólogo, considera que los padres antes de tomar la decisión de irse del país, deberían considerar lo que llaman redes de apoyo o alternativas, que les permitirían emigrar junto a sus hijos; lo que cree, es la mejor opción tanto para el menor como para el adulto.
Indicó que la mayoría de padres se van a países desarrollados en vía, y en estos se pueden conseguir guarderías o sitios de cuidado en donde podrían dejar a los niños mientras trabajan.
“Deben estudiar las redes de apoyo con las que pueden contar al irse, al tomar esta decisión, si al país donde voy cuentan con hogares diurnos, cuidados o guarderías, que es algo que cubre el Estado y pueden estar mientras que trabajan… buscar opciones, alternativas. Eso es lo que sugiero a los padres para que puedan salir del país, si no tienen redes de apoyo y les toca dejar al niño, pues entonces trabajo de manera preventiva, abordar la situación a fin de evitar sentimientos negativos”.