Por: Antonio Pérez Esclarín (pesclarin@gmail.com)
La larga y muy compleja crisis humanitaria que sufrimos debería impulsarnos a alimentar el espíritu de la reconciliación y del amor sincero a Venezuela y a los hermanos que tanto sufren, y dejar de un lado los enfrentamientos, la soberbia, el odio y el autoritarismo. ¡Basta ya de pugnas estériles, de actitudes arrogantes y de egoísmos destructores! ¡Es la hora de arrancar la política de la ideología y ponerla al servicio de una vida digna para todos! Para ello, hay que recuperar la ética y el valor para cambiar de rumbo y no seguir con prácticas y actitudes que nos siguen llevando al despeñadero. Es la hora de sustituir discursos por acciones, de derrotar la retórica con servicio y con trabajo eficiente, orientado a resolver nuestros gravísimos problemas…Es la hora de volver a la Constitución y cimentar sobre ella discursos, acciones y propuestas. Es la hora de pensar en Venezuela, de superar nuestras visiones mediocres, interesadas y egoístas y de abocarnos todos a combatir con valor el hambre, la miseria, la inseguridad, la impunidad, los pésimos servicios, el miedo, la resignación y la desconfianza. Es la hora de que fortalezcamos entre todos los dos pilares del progreso y la dignidad humana que hoy languidecen: la salud y la educación: el derecho a la vida y el derecho a un conocimiento profundo capaz de impulsar una economía próspera, al servicio del desarrollo humano. Es la hora de fomentar la imaginación creativa, la crítica y autocrítica, de superar el miedo, el fatalismo, la resignación y el individualismo para gestar la nueva Venezuela. Es la hora de recuperar la política, como modo de convivencia en la diversidad y de búsqueda del bien común. Es por ello, también. la hora de los auténticos políticos, con vocación de servicio, verdaderos estadistas, acérrimos defensores de los derechos humanos, intolerantes con la corrupción, cercanos a la gente, capaces de compartir su vida y sus problemas. Por ello, es la hora de dejar a un lado y para siempre a los politiqueros arribistas y corruptos, charlatanes y mentirosos, que utilizan el poder para lucrarse. Es también la hora de empresarios honestos, emprendedores, dispuestos a asumir riesgos por salvar a Venezuela, y que entienden que la economía debe estar al servicio de la vida y de todas las personas.
En breve, necesitamos todos despertar el alma, aprender a mirar nuestras vidas, mirar el país y mirar a nuestros conciudadanos, sin importar su ideología, raza, religión, cultura, con ojos nuevos, cariñosos y compasivos. Necesitamos despertar del sueño de nuestra inconsciencia y nuestro egoísmo individualista a la verdad de lo que somos, a la necesidad de cambiar de valores y de rumbo. Despertar al convencimiento de que no somos un país rico sino que tenemos un país quebrado y en ruinas. Para salir de esta crisis tan profunda, van a hacer falta muchos sacrificios y esfuerzos, y el convencimiento de que no podemos seguir enfrentados ni caminar aislados, que necesitamos unir nuestras fuerzas y recuperar la política como espacio para el diálogo y la negociación. Despertar a la sencillez, la verdad, la humildad y la solidaridad; a la necesidad de una vida más humana y más justa para todos.
Un hombre verdaderamente libre como el Dalai Lama nos dice: “Estamos en este planeta como de visita. A lo más, durante 90 o cien años. Durante ese período, debemos tratar de hacer algo bueno y útil, debemos tratar de alcanzar la paz con nosotros mismos y ayudar a otros a compartir dicha paz. Si logramos contribuir a la felicidad de los demás, habremos encontrado la meta verdadera, el sentido de la vida”.
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