La crisis venezolana se resolverá con votos o con balas. Yo, desde luego, prefiero los votos. Aborrezco las balas. Las balas nacionales y mucho más las balas internacionales. No queda otra. Los gobiernos se tumban con votos o con balas. Ojalá en las conversaciones que se adelantan en Noruega y en Barbados se esté conversando acerca de la conveniencia de resolver la prolongada y dolorosa crisis venezolana por medio del instrumento más civilizado que ha inventado el ingenio humano para resolver sus controversias: el voto popular, universal, directo y secreto.
El gobierno de Maduro tiene balas, muchas balas. Tiene tanques y aviones de guerra. Tiene el apoyo del alto mando militar. Sin embargo, sus voceros más calificados hablan de estarse preparando para la eventualidad de unas próximas elecciones. Tienen muchas balas, tienen pocos votos, pero se preparan para una confrontación en el terreno de los votos.
La oposición, por el contrario, podría tener muchos votos, muchísimos. En cambio, no tenemos balas. Si las tuviéramos tendríamos que reconocer que no sabemos usarlas. En el terreno de las armas tendríamos que pedirlas prestadas al ejército venezolano o a un ejército extranjero. Ninguna de esas hipótesis es probable ni deseable.
Lo interesante sería que gobierno y oposición se pusieran de acuerdo en dos cosas: cronograma electoral y condiciones para que esas elecciones sean efectivamente representativas y, en consecuencia, ayuden a resolver la prolongada y dolorosa crisis venezolana.
Por supuesto que hay problemas extremadamente graves y apremiantes de hambre, de inflación, de salud, de inseguridad, de colapso de los servicios públicos, etc., etc., etc., etc. La solución de fondo de todos esos problemas supone un cambio de gobierno. Y el gobierno no se cambia sino con votos o con balas.
Todas las encuestas coinciden en señalar tres cosas:
1.- Que la mayoría de los venezolanos queremos salir del gobierno de Maduro.
2.- Que la mayoría de los venezolanos preferimos una solución pacífica y electoral.
3.- Que ya basta de hambre y de miseria. Queremos vivir mejor. Sabemos que un cambio pacífico y ordenado en el gobierno nacional abre las puertas para reconstruir la democracia y el estado de derecho. También abre las puertas para el progreso económico y la justicia social. Seguiremos conversando.