Isaías Márquez
La fanfarronería o altivez es una actitud nada coherente con la funciones del Poder Público Nacional, tal y como se ostenta en esta Venezuela arruinada, de momento, a manos de un régimen “light” por su forma tan olímpica de actuación banal, egocentrista y jactanciosa sobremanera, que cacarea lo poquitísimo dizque hace ante una sociedad en emergencia humanitaria; y no precisamente, por efecto de las sanciones, sino de su actitud pendenciera, rayana en ordinariez chabacana en extremo, por demostración de una popularidad que por lo ficticia, se ha disipado en virtud se hacerse aburrido y molesto por su mediocridad incontrovertible.
Fue así, como dando largas y más largas al provecho del acuerdo de Barbados puesto que su voluntad política está inerte en tiempo y espacio, lo cual evidencia mediante su impasibilidad soberbia, impropia de la esencia doctrinaria del socialismo, que , en teoría, es de asistencia inmediata y absoluta a la comunidad. Pero, que en la conciencia chavista pareciera desnaturalizada.
En consecuencia, por recusación deliberada de la relevancia de propiciar unos comicios libres y transparentes, de un solo puntapié apartó las diligencias sobre el acuerdo de referencia; gestión de costo considerable al erario, aparte de otros dramas, como el del referéndum inoficioso del Esequibo y el acoso a M C M, junto con los líderes de su partido Vente Venezuela, además de detenciones arbitrarias DE desafectos al régimen. Y, se adjudicó lo “no deseable”: una reimposición precisa e inexorable de sanciones, que refuta culturalmente, al margen de toda fórmula diplomática, con ironía y exabrupto exclusivos: ¡‘Venezuela no necesita licencias de EEUU para crecer’!, (licencia general 44ª) cuando Nicolás Maduro sabe muy bien que la industria petrolera no puede arrancar de lleno por falta de insumos (materia prima y equipos), además de tecnología actualizada y recurso humano.