Valera es un pueblo único. Aquí se da de todo; desde las personas más generosas de toda la bolita del mundo hasta los muérganos que le caen a patadas a la ciudad… Hace 60 años mi madre Josefa, luego de elaborar elegantes pantalones para caballeros, yo, era el encargado de llevarlos hasta la sastrería ubicada en la calle 11 con Av. 9. Aprovechaba para gozarme la ciudad, patear sus calles, saborear sus pastelitos de papa con queso, tomarme una chicha en la entrada del viejo mercado de la calle 12, degustar un sabroso guarapo de panela donde Toño Lobo (calle 14 con av. 10), y disfrutar las gloriosas peleas callejeras del “Loco Toro” con una pegada que muchos boxeadores profesionales envidiarían.
Los domingos eran de fiesta colectiva en el Cinelandia (Av.11 con calle 10). Sobresalían las trompadas a puño limpio para comprar una entrada al cine y disfrutar una inolvidable película mejicana. A mitad del peliculón comenzaban a escucharse a lo largo del piso las cuartetitas de miche claro, que eran lanzadas por los “jaladores de cañandonga” que se emocionaban con las canciones de Pedro Infante. Al salir del cine venía la forra de 8 hallaquitas de caraotas por solo un bolívar o las arepitas mata perros del italiano Pedro.
El Club de Limpiabotas
Funcionaba en las cercanías de la plaza Bolívar, si usted no era miembro del club no podía limpiar zapatos cerca de la plaza, si se ponía “pichacoso” y no escuchaba los llamados de atención podía recibir una tunda de golpes de alguno de los afiliados con todo y carnet. La mayoría eran recios peleadores que entrenaban boxeo en los distintos gimnasios que habían en los patios de las casas en la calle 16 o en el famoso “Mercedes Díaz” del sector el Bolo.
Los limpiabotas de gran prestigio y habilidad única para lustrar botines estaban en el centro de la ciudad. Los que no tenía mucha capacidad para dejar los zapatos nuevecitos se ubicaban en la entrada del mercado viejo donde se cobraba mitad de tarifa.
Y sobresalieron como “Reyes limpiabotas”; Los “Chicuacos”(Alfredo y Nelson Matos).”Los Dongona”(Luis, Amable y Eduardo González).”El Chona, María Félix”. “Chucho Gandola” se destacaba por un tremendo cajón donde guardaba sus implementos de trabajo. “La Bruja” hacía su faena en un abrir y cerrar de ojos… Alirio “Pata e croché” no paraba de hablar con sus clientes, pasó a la historia por haber traído a Valera la primera silla para limpiabotas, años más tardes se convertiría “En el príncipe de los perros calientes” con su grito vagabundo que se escuchaba a una cuadra de distancia.
Mi amigo “El chita González” años más tarde se transformó en recio boxeador ganando campeonatos nacionales de boxeo… «La mula” era algo tocado de la cabeza por eso era el más respetado…Los domingos después de misa en la entrada de la iglesia San Juan Bautista los limpiabotas se disputaban a la clientela, en ese corre-corre no faltaba alguna trifulca entre estos veteranos peleadores callejeros.
La pulida de zapatos en aquellos tiempos costaba tres lochas. No se podía limpiar zapatos dentro de la plaza Bolívar o en las aceras, el que lo hiciera iba a parar con su cajón de cepillos y cremas a la comandancia de policía, el respeto por la ciudad era asombroso…Los mejores limpiabotas también se ubicaban en la entrada de la barbería Tijeras de oro. Heladería Ávila….Había limpiabotas que tenía clientes fijos a huéspedes del hotel Venecia que daban tremenda propina.
Al valerano no se le muere el muchacho en la barriga
Decían los abuelos en aquellos tiempos que no volverán. Era una Valera de grandes valores humanos, donde se trabajaba de sol a sol pero con mucha dignidad. Una ciudad donde los vecinos se apoyaban mutuamente a la hora de una adversidad.
Fuente consultada: «La Valera de Siempre”. Cronista Pedro Bracamonte.