El sector público refleja el fracaso del modelo de gestión de la «falsa revolución bolivariana» en Venezuela. Los salarios de hambre y la caída del poder adquisitivo del bolívar ha convertido a los empleados públicos en una clase condenada al hambre y a la pobreza, en algunos casos extrema. El sueldo no les permite cubrir ni siquiera la comida de una semana.
Así lo aseveró el abogado Marcos Montilla, coordinador general municipal del Movimiento Primero Justicia en San Rafael de Carvajal del estado Trujillo, quien afirmó que el incremento salarial decretado el pasado 1 de mayo representa un insulto y una humillación más a la labor que cumplen los trabajadores de las estructuras del Estado, porque es poco el efecto que tiene cobrar, o no, dado lo mínimo que es, incapaz de comprar siquiera un cartón de huevos y si acaso, un kilo de carne.
Aseguró el ex alcalde de Carvajal que la pandemia y el deterioro del salario ha acelerado el éxodo de funcionarios no solo del país sino a otros sectores de la economía o simplemente a la inactividad, pues a muchos se les va toda su mensualidad en el transporte para llegar a sus sitios de trabajo. Estas pésimas condiciones empujan a miles de empleados a dejar sus puestos y engrosar las filas de la informalidad laboral.
Enfatizó -Montilla- que el grueso de la administración pública trujillana sigue pasando penurias, entre ellos, policías, bomberos, docentes, médicos, enfermeras, jubilados, trabajadores de las alcaldías y de la gobernación, entre otros, muchos de ellos no han vuelto a sus sitios de trabajo, hoy están dedicados a la buhonería o vendiendo sus equipos de la casa para sobrevivir. A diario los trabajadores públicos se van del país, y muchos piden vacaciones y no regresan más.
Puntualizó el dirigente aurinegro que la administración pública de Venezuela vive su peor momento, sólo se observa, pasillos desolados, oficinas cerradas, trámites congelados, servicios inoperantes. El salario que percibe este sector tras años de migración y renuncias son un reflejo del fracaso del modelo de gestión económica impulsado por este régimen socialista. Los sueldos se volvieron nada y los contratos colectivos se desconocieron totalmente.
Para terminar Marcos Montilla acotó que la realidad económica castro-comunista golpeó en la cara del ingreso mínimo del venezolano, los pocos empleados públicos que están quedando sobreviven a punta de dos o tres trabajos más. Toda una vida trabajando y jamás pensaron depender de sus hijos en el exterior, a quienes educaron en la «cuarta república» en colegios privados gracias a su esfuerzo. Ahora lo que da es lástima ver que ni para un desayuno les alcanza, lo que se hace necesario el cambio político en el país, sentenció.