Estas son algunas de las estrategias de los principales candidatos en la última etapa de la competencia, antes de llegar a la primera vuelta
Tomado de Semana.com
Queda un poco menos de un mes para la primera vuelta y tres semanas en las que los candidatos a la Presidencia pueden hacer proselitismo en plaza pública. En ese tiempo, deberán afinar sus estrategias, consolidar los electorados ya existentes, posicionar su imagen y cautivar a la parte de la población que aún no ha tomado partido. En medio de una campaña en la que temas como Venezuela, la economía y la corrupción han dejado a la paz en un segundo plano, estos días serán cruciales para saber si se mantiene la supremacía de Iván Duque y Gustavo Petro; o si logran repuntar algunas de las opciones de centro, hoy encarnadas en Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Germán Vargas, que hasta ahora han tenido dificultades para crecer en las encuestas.
Por el lado de Duque, la idea es seguir posicionando su imagen de político joven que representa a una generación que no ha estado en el poder. La idea es que los electores interpreten que con juventud y seriedad se le puede hacer contrapeso a la experiencia, valor que reivindican otros candidatos como Vargas y De la Calle.
Para lograr lo anterior, su campaña está concentrada en prepararlo para que en los debates se muestre seguro y conocedor de las cifras y de la historia. En términos políticos, su campaña busca seguir siendo la del Centro Democrático y no vincularse con otros partidos políticos. Explícitamente, ha rechazado la posibilidad de cualquier adhesión formal del Partido Conservador y, en cambio, un grupo de políticos con trayectoria en esa colectividad que ahora son uribistas –como Fabio Valencia Cossio y Marta Lucía Ramírez– incidieron para que el Directorio de los azules dejara en libertad a sus parlamentarios para votar por Vargas o por Duque. En el desarrollo de esta política de adhesiones, este también sumó la del exalcalde liberal Jaime Castro y ha aceptado reuniones políticas con excandidatos al Congreso por el liberalismo. Es el caso de Samir Abisambra, quien fue fórmula de Horacio José Serpa en la elección pasada.
Además de fortalecer la imagen de experiencia y preparación, el reto estratégico de la campaña de Duque es mantenerse en el primer lugar de las encuestas, considerando que ya más del 90 por ciento de los colombianos conocen al candidato. Por último, sus estrategas deben ponerles atención a los efectos que podrían tener los debates recientes de Álvaro Uribe. Al expresidente lo reconoce el país por ser el mentor estrella de Duque y en los últimos días ha protagonizado controversias acerca del proceso que le sigue la Corte Suprema por falsificación de testigos.
En el caso de Germán Vargas, la estrategia también buscará mostrar preparación y experiencia. En esa línea, la semana pasada decidió publicar un libro que recoge los logros de su gestión en varios cargos públicos: senador, ministro del Interior, ministro de Vivienda y vicepresidente. El título es Hacer cumplir, hacer avanzar. La campaña quiere mostrar una trayectoria que ha dado resultados, y combinarla con adhesiones relevantes que le den un nuevo aire de viabilidad. En los últimos días, esas adhesiones vinieron de La U y parte de los conservadores. Y en las próximas semanas el partido Mira, uno de los más organizados, que apoyó la paz en el plebiscito, podría anunciar su candidatura. Para subir en las encuestas, Vargas tiene, entre otros, el reto estratégico de poner a andar las maquinarias, sin contaminar su plan de abrirse paso en el voto de opinión.
Durante las últimas semanas, Vargas ha tenido a Iván Duque de sparring para demostrar su trayectoria en el Estado. De hecho, en redes sociales circula una publicidad en la que un actor que interpreta al exvicepresidente cuestiona la experiencia del candidato del Centro Democrático. En redes, también Vargas ha tenido enfrentamientos con Álvaro Uribe, lo cual lo puede derivar hacia el centro del espectro político, que su campaña quiere conquistar.
Finalmente, la campaña de Vargas se orientará a construir un candidato más humano. En sus recientes entrevistas ha insistido en hablar del apoyo de su hija y su esposa, para visibilizar una vida familiar que hasta ahora había tenido en absoluta reserva.
De otra parte, la campaña de Sergio Fajardo evalúa si el candidato debe dejar de priorizar los debates y fortalecer sus eventos en la calle. Varios de sus asesores insisten en que ha tenido demasiados debates y que no están teniendo incidencia en el cambio de intención de voto. Dicen que la mayoría de los realizados hasta el momento se limitan a un formato de pregunta-respuesta, por un lado, o replican la polarización cuando permiten a los candidatos contrapreguntarse, por el otro.
Sin embargo, Fajardo no es un hombre de grandes manifestaciones en plaza pública. Seguirá haciendo recorridos a pie y en bicicleta por las grandes ciudades. A algunas de ellas irá acompañado de sus coequiperos, Claudia López y Jorge Robledo. También le pondrá especial atención a las visitas a las universidades, a las que recientemente ha ido con Antanas Mockus, y en las que su aspiración tiene una alta acogida.
Fajardo continuará con sus lemas ‘¡Se puede!’ y ‘La fuerza de la esperanza’. Así mismo, los mensajes de sus validadores estarán orientados a decir que, si pasa a segunda vuelta, ganará la Presidencia. Para eso deberá recuperar espacio en las encuestas.
Por el lado de Humberto de la Calle, su campaña orienta sus mensajes a recuperar su viabilidad. Además de afianzar el hoy débil apoyo de algunos sectores de la bancada liberal, la estrategia buscará convertirse en el ‘antiuribista tranquilo’. Eso está ligado a su defensa de la paz y la Constitución de 1991.
Para robarse parte del antiuribismo hoy encarnando en Gustavo Petro, De la Calle ya comenzó a hacer duras críticas al expresidente. En una de ellas envió un comunicado diciendo que “no hay muerto bueno”, para referirse a que Uribe replicó un mensaje que celebraba la muerte del testigo Carlos Areiza.
En términos de publicidad, la última estará dirigida a quienes creen en el voto útil, aprovechando que es el candidato que menos rechazo genera. Para eso moverá una pieza con el lema ‘Contra todo pronóstico’, que se refiere a hechos históricos en los que poco creían los colombianos, como ganarle 5-0 a Argentina, hacer la paz o firmar la Constitución de 1991. Su equipo en la recta final fortalecerá valores estratégicos del liberalismo y el de la decencia. El primero con énfasis en defensa de aspectos controvertidos como la dosis mínima y el matrimonio gay.
Finalmente, la campaña de Gustavo Petro seguirá primordialmente en la plaza pública. Su equipo carga un dron con el que filma grandes manifestaciones en las que, con tono gaitanista, el candidato busca acercarse a las regiones. La estructura de la campaña tiene tres dimensiones: una promovida por líderes comunitarios, otra liderada por el propio candidato y una tercera por su candidata a la Vicepresidencia, Ángela Robledo, que según miembros de su equipo “busca humanizarlo”. En términos políticos, la estrategia del candidato de la Colombia Humana consistirá en sumar apoyos entre bases regionales. Sobre todo, la liberal.
La actual campaña empezó con más anticipación que las habituales. La dinámica del plebiscito de 2016, enmarcada en la polarización política, hizo que los candidatos salieran más temprano al ruedo. Tal vez por eso esta ha sido una carrera de relevos, en la que la posta de las encuestas ha pasado de Vargas a Fajardo, de Fajardo a Petro y de Petro a Duque. En política tres semanas son mucho, y las estrategias de los candidatos sumadas a los eventuales errores de los contendores pueden cambiar de nuevo la dinámica.
Se aprieta la punta.
A un mes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el escenario de una ronda final entre Iván Duque y Gustavo Petro es cada vez más probable. Si los comicios tuvieran lugar hoy, los candidatos de la derecha (del Centro Democrático) y de la izquierda tomarían una ventaja apreciable sobre los demás competidores y asegurarían su paso a la final. La ventaja entre los dos punteros se redujo a 10 puntos, la mitad de la que se registraba hace un mes, debido a que Duque bajó 4,6 por ciento y a que Petro creció 4,3 por ciento.
Los demás candidatos siguen rezagados. Sergio Fajardo repuntó 2,6 por ciento, Germán Vargas Lleras subió 1,6 por ciento, Humberto de la Callebajó 2,5 por ciento y Viviane Morales se mantuvo (creció 0,5). Pero la intención de voto por estos permanece por debajo del 10 por ciento mientras que los punteros están por encima de 40, en el caso de Duque, y de 30, en el de Petro.
La fotografía actual, cuatro semanas antes de las elecciones, muestra que la segunda vuelta es altamente probable. Sobre todo, en la medida en que las diferencias entre Duque y Petro se han acercado. Sumados los candidatos que no están en el binomio puntero se aproximan al 25 por ciento. Duque y Petro se disputan el otro 75 por ciento, y para que uno de ellos triunfe en primera vuelta con un 50 por ciento, tendría que duplicar al otro. Y eso no está ocurriendo.
La encuesta de Invamer para Caracol Televisión, Blu Radio y Semana tiene algunos elementos que explican las variaciones del último mes. Los crecimientos de Petro y de Fajardo están impulsados por sus auges en algunas regiones. El exalcalde de Bogotá se consolidó en la costa caribe, donde aumentó en 14 puntos su intención de voto, y el exalcalde de Medellín subió en Bogotá. El resultado de Petro coincide con una intensa campaña en los departamentos de la costa, donde ha realizado concentraciones masivas en plazas públicas. La subida de Fajardo en Bogotá está relacionada con la actividad proselitista del exalcalde Antanas Mockus y de la compañera de tarjetón, Claudia López, que han demostrado gozar de amplias simpatías en la capital. Aunque Petro y Duque siguen por delante de Fajardo entre el electorado capitalino, el incremento de este último también refleja la búsqueda de una alternativa a la polarización izquierda-derecha.
Duque conserva el liderato. Su leve descenso se debe a una caída de 10 puntos en la costa y a un declive equivalente entre las mujeres. En cualquier caso, su resultado en la encuesta de marzo reflejaba el pico generado por la consulta interpartidista en la que derrotó a Marta Lucía Ramírez y a Alejandro Ordóñez. En esa ocasión, no solo se benefició del cubrimiento mediático de su amplia victoria, sino de la atención que recibió su campaña en los días previos. Después del 11-M, Duque había tenido un crecimiento inusitado, de 9,2 a 45,9 por ciento de intención de voto, y se esperaba que su situación se ajustara después. El aspirante del Centro Democrático encabeza todos los escenarios de segunda vuelta contra todos los demás aspirantes.
El entorno político desde la última encuesta ha estado volátil. Después de las elecciones parlamentarias los partidos políticos que no tenían candidato decidieron sus adhesiones definitivas. La U y un ala del conservatismo se unieron a Germán Vargas Lleras, y la otra parte del conservatismo, a Duque. Los liberales cerraron filas con Humberto de la Calle, y el Polo, con Sergio Fajardo. Estos desplazamientos de las organizaciones partidistas no se reflejan en gran medida en la encuesta. En principio, quien esperaba un empujón por esta vía era Germán Vargas. Y el hecho de que no se haya producido tiene dos explicaciones:
1.- Que la encuesta subestima la votación de las maquinarias; 2.– Que algunos de los endosos generan rechazo. La actual campaña se está llevando a cabo en un ambiente de crítica a la política y a los partidos tradicionales, y ese sentimiento lo han han canalizado los aspirantes independientes Gustavo Petro y, durante el segundo semestre del año pasado, Sergio Fajardo. Lo cierto es que Vargas Lleras no despega y en las alternativas de cara a cara para una eventual segunda vuelta solo le gana a De la Calle.
También agitó la agenda noticiosa los temas de la crisis del proceso de paz: el escándalo por el uso de dineros de programas del posconflicto, la captura de Jesús Santrich y los actos terroristas liderados por el disidente alias Guacho en el sur del país. Estos hechos golpearon la imagen del proceso, que se había recuperado en la encuesta del mes pasado, e incrementaron la percepción negativa de un 62,4 a un 68,4 por ciento. El resultado tiene que ver con el descenso de Humberto de la Calle, exnegociador con las Farc, de 5,0 a 2,5 de intención de voto. De la Calle también está golpeado por la percepción de que su candidatura no es viable. El aspirante liberal aparece en desventaja en todas las opciones de segunda vuelta.
En las últimas semanas, también se multiplicaron los debates entre candidatos en escenarios diversos y con todo tipo de formatos y variaciones. Petro se ha beneficiado de su actuación en estos eventos, en los que se reconoce su buen desempeño. El exalcalde de Bogotá sigue polarizando: su imagen negativa es igual a la positiva –44 por ciento–, pero a su crecimiento en la intención de voto –de 26,7 por ciento a 31,0– contribuyen los jóvenes. Petro le lleva ventaja a Duque en el grupo de 18 a 24 años, empata entre los de 25 a 34 años, y pierde por amplio margen en la medida en que, desde los 35 años, aumenta la edad de los encuestados.
La encuesta realizada por Invamer es la sexta que se lleva a cabo en el último año. La evolución de las candidaturas muestra que la actual campaña se caracteriza por la volatilidad.
Iván Duque y Gustavo Petro son los que más han subido, y por eso están en la punta, pero han tenido comportamientos diferentes. El aspirante del Centro Democrático comenzó 2018 todavía en un nivel inferior al 10 por ciento, y se disparó después del 11-M. Petro, en cambio, ha tenido un incremento progresivo, paso a paso, gracias al cual ha más que duplicado su intención de voto –de 14,2 por ciento en la primera encuesta a 31 en la última–, derrotando de paso la teoría de que tenía un techo que frenaría su crecimiento.
En el lote de atrás, Vargas Lleras, Fajardo y De la Calle no han logrado consolidar sus posiciones. Los tres tuvieron picos que no pudieron sostener. El exvicepresidente lideró la encuesta de mayo del año pasado, después de su retiro del gobierno, con un 21,5 por ciento; Fajardo estuvo al frente en tres mediciones, a finales de 2017 y comienzos de 2018, y se descolgó después de las elecciones de Congreso; y De la Calle tuvo una etapa ascendente a raíz de su triunfo en la consulta liberal, pero se desplomó desde comienzos del presente año, en forma paralela a sus fallidos intentos para construir alianzas con otras opciones de centro.
Duque cede terreno, Petro repunta y la diferencia se reduce a diez puntos. Fajardo y Vargas Lleras no despegan y De la Calle desciende
No se pueden descartar cambios en el último mes. La campaña ha despertado interés entre los colombianos. Un 53,5 por ciento dice que definitivamente votará, lo cual, de concretarse, elevaría la participación a 19,5 millones de personas. Los candidatos tienen aún muchos votantes por conquistar.