Más de 4 millones de venezolanos se quedaron a vivir en otros países tras emigrar huyendo de la crisis humanitaria en su tierra. Cerca de 70 mil han retornado por la pandemia, cruzando de Colombia a Venezuela por el corredor humanitario -de acuerdo a Migración Colombia-. Sumado a ellos, unos mil aguardaban en las calles de La Parada, Norte de Santander, hasta el fin de semana que con apoyo de ACNUR 500 fueron trasladados a carpas habilitadas en el puente Tienditas, mientras les permiten ingresar a Venezuela, su país.
Otro lote de venezolanos no está en ninguna de estas jerarquizaciones, es el tercer grupo. Se quedaron en el limbo a la mitad del camino, casi en la nada. Viven en las calles del municipio Villa del Rosario, La Parada, sector ubicado justo al cruzar de Venezuela por el puente Internacional Simón Bolívar, hacia Colombia.
Son unos 500 los venezolanos que están viviendo ahí, con el cielo por techo, desde hace meses y hasta años, según relato de Carlos Alfredo “el oriente”, uno de los del tercer grupo, quien trabaja como maletero cocina en la calle, se baña y lava la ropa en el río Táchira y duerme en un “cambuche”.
Emigraron de manera improvisada y la mayoría se ocuparon en oficios muy inestables como maleteros; vendedores ambulantes de mercancías de terceros; “trocheros”, que pasan gente por caminos verdes; asesores de viaje, como se hacían llamar quienes vendían boletos a los miles de venezolanos que llegaban para viajar a diversos puntos de Colombia o Sur América. Con el cierre de frontera todos esos empleos dejaron de ser.
La zona donde habitan estos venezolanos es inhóspita, las temperaturas llegan a 40 grados centígrados a diario, el polvo es incesante, hay violencia y se da poco valor a la vida. En el primer trimestre del año 2020 la Organización No Gubernamental venezolana, Fundaredes, registró 111 asesinatos en ese territorio fronterizo, además de desapariciones.
La zona la controlan grupos subversivos. Fundaredes contabilizó en entre enero, febrero y marzo del 2020, un total de 151 enfrentamientos entre estas organizaciones delictivas, a lo largo de la frontera de Venezuela.
“Aquí me quedé viviendo, dejé atrás todo porque teníamos mucha necesidad en Venezuela, pasábamos hambre y yo pensé que me iba a ir mejor en Colombia. Pero ahora vivo en la calle. En Venezuela, era pescador y tenía mi ranchito, pero estoy muy lejos y es bravo regresar”, relata Carlos Alfredo, “el oriente”, como se hace llamar. Reconoce que es peligroso vivir en la frontera en sus condiciones, “pero en Venezuela también lo es”, dice.
“¿Sin nada cómo regreso?”
Estela Pernía, es otro de los casos, caminaba por La Parada esperando que alguno le dejara cargar sus maletas y ganarse unos pesos, llegó también del oriente de Venezuela, de Cumaná.
“Allá dejé mis dos hijos hace un año. Al principio conseguí trabajar vendiendo los pasteles de una señora, lo que ganaba me daba para mandar para mercado a Venezuela y pagar donde dormir aquí, pero hace tres meses con el cierre de frontera la señora ya no vendió más pasteles, no conseguí trabajo y duermo en un garaje, casi en la calle. Yo les limpió y me dejan quedar en la noche, pero mandar plata se hace difícil porque soy maletera y es poco lo que entra ahorita”.
Pernía también cocina en la calle, debajo del puente, se baña en el río y hace sus necesidad en el monte, “pensé que aquí todo iba a ser mejor, pero no se ha podido. Prefiero que mi familia no sepa cómo vivo. Casi no llamo para no contarles. He pasado de todo en la calle, que ni imaginas. Aquí el gobierno no nos ayuda y para una mujer todo es más difícil”.
– ¿Y por qué no se devuelve a su país como muchos lo están haciendo?
– “No digo que ya me acostumbré, pero ya tengo una vida aquí, mala, pero vida al fin. Y si abren la frontera tal vez algo se acomode, es mi esperanza. Además, no nos dejan pasar ahorita y me pongo a pensar cómo hago para llegar hasta Cumaná. Ya mi familia no sé si me recibe si nada que tengo para darles, ¿cómo regreso?”.
–¿Pero no es más duro vivir como indigente en la calle?
-“Si vivo en la calle, pero no como indigente, no, porque todos los días me baño y lavo la ropa y me cambio. Soy pobre, pero no indigente”.
“No se les ocurra venirse”
“Oriente”, parece dominar la zona porque muchos venezolanos que viven como él y son de hablar centrano u oriental, se le acercan con preguntas y comentarios que le da aires de liderazgo entre sus iguales.
Él afirma, que con la llegada de los retornados algo hace para las “sardinas”. Les ayuda cargando maletas y ellos “le colaboran”. Sin embargo, vive muy mal, de acuerdo a su narración.
“Hacemos fogones en la calle y cocinamos y comemos. Por eso digo, amigo venezolano no intente venirse de sus hogares, no intente dejar su familia, ni sus hijos, ni su matrimonio por allá botados por venirse para acá para Colombia, ni pa´ Perú, ni Ecuador, ni Cali, ni nada”.
“Yo pensé que al venir a Colombia y conseguir un trabajo mi familia podía vivir mejor, pero no, estamos mal y vivimos en la calle desde hace un buen tiempo –no quiso decir cuánto tiempo-. Aquí ser venezolano no vale nada”.
La Parada de Villa del Rosario, en Colombia, es ahora su casa. “Era pescador en Puerto La Cruz, pero aquí el gobierno colombiano no le da a uno ni siquiera un vaso de agua porque somos venezolanos, sabiendo que somos igual que ellos. Nosotros los recibimos a ellos en Venezuela bien, y ellos lo reciben a uno mal, por eso no intenten venirse para acá”, insiste Carlos Alfredo, “el oriente”.
Se quedaron a vivir debajo del puente, en la ribera del río Táchira o en espacios aledaños. Asegura Carlos Alfredo, que todos los días salen a intentar trabajar, “pero quienes están llegando para irse a Venezuela vienen muy pobres y no pueden colaborarnos mucho. El venezolano que llegaba para hacer compras, que tenía mejor posición nos ocupaba, pero con el cierre de la frontera se pasa hambre”.
– ¿Cómo consiguen los insumos para cocinar?
– “Bueno cocinamos nosotros mismos, vamos a la trocha buscamos la madera, montamos un fogón y cocinamos para nuestra familia”.
– ¿Dónde duerme exactamente?
– “En la calle, para que te digo mentira, en cualquier lado”.
– ¿Y por qué no cruza y se va a vivir a Venezuela, aquí no tiene nada?
– “Es lo mismo. Es lo mismo. Entonces para estar en ese corre, corre, para aquí y para allá, mejor nos quedamos en Colombia, allá en Venezuela la cosa está más fuerte”.
Locos por volver
El caso de los retornados es diferente, unos mil aguardan para pasar a Venezuela.
Asegura el alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, que en las carpas tienen baños y un comedor, pero que es temporal la estadía ahí. No es para quedarse más de 48 horas.
Exigió también, el burgomaestre colombiano a Nicolás Maduro, reabrir el paso por el canal humanitario de manera constante. En la actualidad solo pasan 300 personas al día a Venezuela, según autoridades colombianas.
El alcalde Yáñez sostiene, que no pueden seguir con ese embudo humano en que se convirtió la zona de La Parada desde hace casi tres semanas con la llegada masiva de venezolanos y la restricción del paso por parte de Venezuela, a sus connacionales. Asegura, que la ciudad de Cúcuta no está en capacidad de mantener más de un día a estas personas.
Menos venezolanos
La cifra de migrantes venezolanos en Colombia descendió por primera vez en cinco años, pasó de 1.825.000 personas en febrero a 1.809.000 en marzo pasado, según reporte de Migración Colombia, pero todavía gente como Carlos Alfredo “el oriente” y Estela Pernía, se niegan a volver a Venezuela.
La causa del descenso de la cifra de venezolanos en Colombia se debe -según autoridades neograndinas- a la pandemia del coronavirus, muchos quedaron sin empleo, sin cómo pagar una vivienda y sin alimentos.
«Esto quiere decir una reducción real del 0,9 % de venezolanos en Colombia. Es la primera vez que esto ocurre. Siempre habíamos tenido unas cifras crecientes con mayor o menor pendiente», dijo el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, en una rueda de prensa virtual.
En la capital colombiana es donde sigue estando la mayor concentración de venezolanos, 357.586, que representan el 19,76%. Le sigue el Norte de Santander, en frontera, con 206.416 venezolanos, que representan el 11,40 % de los migrantes de esa nación, en Colombia, según las cifras de Migración del gobierno de Iván Duque.