Sacamos de nuestro yurúre, una reliquia de la época precolombina, elaborada sobre restos fósiles de la concha de un molusco testáceo impreso en este bloque de roca terciaria, con figura de ángel, que utilizaban colgados como peto los sacerdotes y los principales o tabiskeyes indígenas en sus ritos y celebraciones mágico-religiosas en el santuario Maen Shömbuk (Páramo Siete Lagunas, La Puerta, Trujillo en Venezuela). Fue llevada por mí, en el año 1984 a la Escuela de Antropología de la UCV, para su estudio, y según los expertos, no se le podía practicar la prueba de Carbono 14, porque había sido muy lavada la pieza; sin embargo, este objeto, perteneció a nuestros primeros pobladores Timotos.
La reliquia, fue salvada por Tulio Rivas, de las manos de unos investigadores o arqueólogos extranjeros, que se metieron en 1961, en las cuevas de las Siete Lagunas y se llevaron gran parte del patrimonio de los difuntos Bomboyes; su referencia forma parte de nuestro artículo <<Cerámica: Memoria indígena de La Puerta>>.
En el aspecto religioso, el sacerdote indígena era el <<administrador del culto de los dioses, casi igualaba en importancia al Tabiskey>> (Briceño Perozo: 29). El ilustre investigador, doctor Lisandro Alvarado, basado en la hipótesis del Profesor Gillioli, escribió: <<que estas figuras, así modeladas, parecen ser peculiares a las de los indígenas precolombinos de la región central de Venezuela, y que en cuanto a su significación representan ellas de un modo más o menos convencional un murciélago con las alas extendidas. Al establecer esta hipótesis recuerda al dios Murciélago, venerado antes por no pocas tribus Mayas de la América Central>> (Lisandro Alvarado.-Objetos prehistóricos de Venezuela. Revista Técnica del MOP. pág. 312.1912); las dos opiniones, nos dan una idea, del simbolismo de poder, que representaba este tipo de amuletos.
En el páramo de las Siete Lagunas, existió una comunidad indígena de Xikokes y Mukutis, muy avanzada en comparación a su entorno. Allí se hallaron trabajos artesanales, que no se han visto en otro lugar. Trabajaban el hueso molido y con él hacían vasijas muy decorativas con figuras acabadas muy precisas, con contornos difícil de realizar, las figuras o muñecos grandes como de un metro de altura, solos y en par, piedra demasiada negra en forma de panela de jabón por ambos lados con relieves y tallados que parecían escritos o símbolo; también en el cementerio indígena de Quebrada Seca y en Los Aposentos.
Molestaba mucho a los curas doctrineros Antonio Montero, Salvador de Carmona y fray Juan de León, que llegaron a nuestros páramos y al valle de Bomboy, el que a algún indígena le encontraran un peto (pectoral) de estos, propio de los mojanes en sus ceremonias mágico-religiosas; consideraban los curas que esto era pecado de idolatría y cosas del demonio. La sensible figura de representar las alas blancas de los ángeles, la consideraban sacrílega, y por eso, arremetían y castigaban ferozmente a los mohanes.
Los pectorales en forma de alas de ángel o en forma de dos alas, que parece un ave o un vampiro esbelto, fueron usados por los sacerdotes originarios, simbolizando el sol, cuatro cortes perfectos en pirámide con rayos al contorno y dos orificios. En la parte frontal, que se observa en la gráfica, están los canales o formaciones naturales de la concha marina, asemejando medio Sol, con marcas que simbolizan los dos rectángulos en su parte superior y dos orificios muy pequeños. Detállese, extrañamente en su parte inferior, la letra épsilon. El material en que elaboraban estas piezas, al parecer son de roca pulida, figura hecha sobre restos fósiles de la concha de un molusco testáceo impreso en este bloque de roca terciario, que imita a un sol en su disco; cuando la vieron en la Escuela de Antropología de la UCV, observaron que fue tallada en forma de concha de caracol marino.
La pieza está perfectamente pulida y con delicados detalles y trazos, hacen pensar que los Bomboyes, profesaban devoción por los cuerpos celestes; tiene 24 centímetros de ancho, y de altura 11 centímetros y 2 centímetros de espesor. Al golpearla produce un sonido semejante al metálico. En el anverso, la pieza tiene en el rectángulo, perfectas incisiones, realizadas con finos trazos y cortes, como de instrumentos de alta tecnología y precisión que dan a entender, la importancia del que lo usa. Se percibe fácilmente el juego de líneas paralelas, igualmente, los conos incompletos, en combinación de vértices. También, se puede ver, dos diminutos orificios para los cordeles y guindar el peto en el cuello, o para suspenderlo y tocarlo como campana, que en conjunto significa parte de su simbología.
En la parte inferior, se puede detallar un rectángulo, con 9 pequeñas líneas paralelas, al parecer, indicativo de rango (mavis huent: nueve plumas), el máximo jerarca es el Tabiskey (diez plumas). Los finos y artísticos dibujos, trazos y figuras geométricas, números, rango, paralelas, hechos sobre este peto, indican en cierta forma, que nuestros primeros pobladores, tenían un sistema de comunicación escrita de definidos caracteres gráficos.
Esta pieza de mucha edad y de gran valor arqueológico e histórico, que aquí comentamos, nos ayuda a comprender cómo vivían los primeros pobladores de esta zona del Bomboy, sus costumbres, orden social, los ornamentos que usaban, los símbolos de poder, y sus ritos de importancia, dedicado a sus dioses de la naturaleza, la lluvia, el sol, la luna, a sus jefes y guerreros.