Ciudad del Vaticano, 9 abr (EFE).- La guerra de Ucrania volvió a centrar este Domingo de Resurrección el mensaje del papa Francisco, quien en su bendición Urbi et Orbi pidió «ayuda al amado pueblo ucraniano», «luz» sobre el pueblo ruso y se mostró «preocupado» por el recrudecimiento de la violencia entre Israel y Palestina.
«Abre los corazones de toda la comunidad internacional para trabajar por el fin de esta guerra y de todos los conflictos que tiñen de sangre el mundo, comenzando por Siria, que aún espera la paz», indicó el pontífice ante unos 100.000 fieles congregados alrededor de la plaza San Pedro, según el Vaticano.
Francisco, recuperado tras su ingreso hospitalario por una bronquitis, compartió su mensaje tras la misa del Domingo de Resurrección desde el balcón de la logia central de la fachada de la basílica de San Pedro.
Convencido de que se está librando una «Tercera Guerra Mundial» fragmentada, hizo un repaso a los conflictos que asolan el mundo y en el que Nicaragua ocupó la única mención a Latinoamérica.
Como el año pasado, volvió a rogar por el fin de la guerra en Ucrania una semana después de pedir una «tregua pascual» en su discurso del Domingo de Ramos, algo que no se logró.
«Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e infunde la luz pascual sobre el pueblo ruso. Consuela a los heridos y a los que han perdido a sus seres queridos en la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias», dijo esta vez.
En el Vía Crucis del viernes, al que el papa no acudió para protegerse del frío nocturno, el Vaticano incluyó un mensaje escrito por un joven ucraniano y otro ruso en una de las catorce meditaciones del recorrido.
El ucraniano recordó el exilio de su familia y el reclutamiento de su padre, mientras que el ruso aseguró hablar con «sentimiento de culpa» y lamentó la pérdida de su hermano, caído en la batalla, pero el gesto recibió la protesta de la embajada de Ucrania ante la Santa Sede por «equiparar» ambos países.
«PREOCUPADO POR ISRAEL Y PALESTINA»
A continuación, Francisco mencionó su preocupación por el recrudecimiento del conflicto en Oriente Medio tras la escalada de violencia de los últimos días.
«En este día te confiamos, Señor, la ciudad de Jerusalén, primer testigo de tu Resurrección. Expreso mi profunda preocupación por los ataques de estos últimos días, que amenazan el deseado clima de confianza y respeto recíproco, necesario para retomar el diálogo entre israelíes y palestinos, de modo que la paz reine en la Ciudad Santa y en toda la región», indicó.
Asimismo, dedicó unas palabras a las víctimas de los terremotos de febrero en Turquía y Siria, donde murieron más de 55.000 personas en su mayoría de la región del Kurdistán.
Libia, Túnez, Haití, Etiopía, Sudán del Sur, República del Congo, Eritrea, Burkina Faso, Malí, Mozambique y Nigeria también aparecieron en su discurso.
El pontífice solo hizo referencia a América Latina cuando pidió por las «comunidades cristianas que celebran la Pascua en circunstancias particulares, como en Nicaragua».
«Consuela a los refugiados, deportados, presos políticos e inmigrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos los que sufren hambre, pobreza y los efectos nocivos del narcotráfico, la trata de seres humanos y todas las formas de esclavitud», suplicó antes de concede la indulgencia plenaria a los presentes.
EL PAPA, PRESENTE EN LA SEMANA SANTA TRAS SU INGRESO HOSPITALARIO
A falta del Ángelus del Lunes de Pascua, el mensaje del Domingo de Resurrección clausuró la celebración de la Semana Santa en el Vaticano, organizada en circunstancias normales a pesar de que hace tan solo unos días el papa estaba ingresado en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis.
El día después de su salida, Francisco ya participó en el Domingo de Ramos y ha presidido, aunque no oficiado, todos los actos excepto el Vía Crucis del Coliseo en Viernes Santo para resguardarse del frío nocturno.
«Quisiera decir a todos, con alegría en el corazón: Feliz Pascua a todos», concluyó desde el balcón de la imponente Basílica de San Pedro ante una plaza abarrotada de locales y turistas de todas partes del mundo, que portaron banderas de España, Líbano, Polonia y Ucrania, entre otros lugares.