Ciudad del Vaticano, 15 jun (EFE).- El papa Francisco instó hoy a los ancianos a que cultiven «la responsabilidad de servir» a pesar de su edad y que venzan «a la tentación de ponerse a un lado«, durante su catequesis en la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
«También como ancianos se puede, es más, se debe servir a la comunidad. Está bien que los ancianos cultiven todavía la responsabilidad de servir, venciendo a la tentación de ponerse a un lado», dijo Francisco después de que en los días pasados surgieran rumores de que podría renunciar
El papa, de 85 años, volvió hoy a mostrar sus problemas para andar por un dolor de rodilla que arrastra desde hace meses y que le han obligado a cancelar algunos viajes y celebraciones.
En su discurso de hoy explicó que «cuando eres anciano, ya no mandas sobre tu cuerpo. Es necesario aprender a elegir qué hacer y qué no hacer. El vigor del cuerpo falla y nos abandona, aunque nuestro corazón no deja de desear. Por eso es necesario aprender a purificar el deseo: tener paciencia, elegir qué pedir al cuerpo, a la vida».
«Si los ancianos, en vez de ser descartados y apartados de la escena de los eventos que marcan la vida de la comunidad, fueran puestos en el centro de la atención colectiva, se verían animados a ejercer el valioso ministerio de la gratitud hacia Dios, que no se olvida de nadie», añadió el papa.
También afirmó que «la enfermedad pesa sobre los ancianos de una manera diferente y nueva que cuando uno es joven o adulto. Es como un golpe duro que se abate en un momento ya difícil. La enfermedad del anciano parece acelerar la muerte y en todo caso disminuir ese tiempo de vida que ya consideramos breve. Se insinúa la duda de que no nos recuperaremos y de que ‘esta vez será la última que me enferme'»
Y el pontífice destacó además que «la visita a los ancianos debe ser hecha por muchos, juntos y con frecuencia. Sobre todo hoy que el número de los ancianos ha crecido considerablemente. Debemos sentir la responsabilidad de visitar a los ancianos que a menudo están solos».
Y subrayó que «una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es valiosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e, incluso, cuando se está extinguiendo».