* Cronista del municipio Escuque
A partir del año 1548 hace 476 años; con la primera irrupción y profanación del templo de la deidad Icaque por parte de Diego Ruiz de Vallejo y sus hombres comenzaron los avatares para la comunidad aborigen escuqueye, se hicieron inexplicables la rabia, la impotencia y el maltrato; los extraños habían penetrado su territorio, no había vuelta atrás!, ese sería el punto de inicio, el contacto que propiciaría diez años mas tarde la presencia del Capitán extremeño Diego García de Paredes entre los Cuicas y muy particularmente entre los escuqueyes.
“Icaque se decía, y era diosa
“Que de bulto tenían retractada
“En casa de tres naves espaciosa,
“De grandes y menores frecuentada…”
A la llegada de Diego García de Paredes con el firme propósito de fundar una ciudad en la tierra de Los Cuicas, específicamente en la comunidad de Los escuqueyes, se inició esta parcialidad aborigen en lo que sería la imposición de un nuevo estilo de vida, una nueva cultura, una nueva demarcación del territorio, y lo más confuso, la sustitución de una creencia, de una convicción religiosa por otra a la cual no entendían y por consiguiente costaría muchísimas vidas y sacrificios.
Para 1558 se produce pues la fundación de la primera ciudad española en estas tierras de los cuicas y en todo lo que constituye el territorio de los Andes venezolanos, con el nombre de Nueva Trujillo, García de Paredes adopta el nombre de su lar nativo para bautizar su logro, y con este primer y único acto solemne de fundación, el primer trazo de lo que sería la naciente ciudad, el sitio para la iglesia, para el cabildo, las primeras casas de los españoles y el repartimiento de las encomiendas.
Sin embargo, todo no salió como se pensaba, vinieron los desencuentros y los desacatos, los abusos y el dolor de una comunidad herida y sojuzgada en lo más profundo de su ser, los hombres de Diego García se ven en la obligación de huir y abandonar la naciente ciudad, más tarde, para 1559 en El Tocuyo deciden la ocupación del sitio y le corresponde en esta oportunidad al Capitán Francisco Ruiz retomar la labor conquistadora y repuebla de españoles la ciudad utilizando el nombre de Mirabel; los vaivenes históricos al tiempo le dan de nuevo la oportunidad a Diego García de Paredes quien en agradecimiento a su mecenas en El Tocuyo restituye en el sitio el nombre de Trujillo pero ahora con el agregado del Collado, Trujillo del Collado (por poco tiempo) para decidir el mismo García otro nombre, el de Trujillo de Salamanca, también en abierta alusión a su España y a su protector Pablo Collado.
Hasta 1560 permaneció la ciudad de Trujillo en el sitio de Escuque, luego tomaría otros rumbos que la obligarían con el tiempo a llamarla “La Ciudad Portátil”. Muchos de los que acompañaron a Diego García se quisieron quedar, otros lo siguieron para dar comienzo a esa empresa de mudanzas, luchando contra “los descontentos, las hormigas, las inundaciones y los truenos”. La ciudad errante conseguiría su reposo para el año de 1570 en el valle habitado por los aborígenes mukas, y en el primer sitio junto a los bohíos aborígenes, se fueron agregando las casas de tapial y tierra cocida construidas por los foráneos que perpetuaron por los siglos de los siglos la existencia del hermoso y genuino nombre de ESCUQUE.
Transcurrieron 50 años, desde 1560 hasta 1610, fueron los años de inicio para el adoctrinamiento y la catequesis en la religión traída por los españoles, le correspondió la responsabilidad a varias congregaciones religiosas, entre ellas Los Agustinos, Mercedarios, Franciscanos, Dominicos, entre otros; era necesario convertir en la religión católica a los naturales, sin embargo faltaba algo, una imagen a la cual venerar, que se erigiera como centro de la religión católica en el poblado y que a su vez sustituyera en forma definitiva a los dioses adorados por los primeros habitantes, fundamentalmente a la deidad Icaque.
Similar a Escuque, la comunidad aborigen de los Quiriquires, pertenecientes a la nación del mismo nombre y ubicados en las Costas del Lago de Maracaibo, también habían experimentado igual sometimiento por parte del español, ya para el año de 1591 se tienen noticias de la fundación de una villa española en este sitio por parte de Gonzalo de Piña Lidueña con el nombre de San Antonio de Gibraltar, convirtiéndose este asentamiento por su ubicación en un importantísimo puerto de enlace entre los habitantes de la Cordillera andina y las poblaciones costeñas del Lago de Maracaibo.
A Gibraltar comenzaron a llegar familias españolas interesadas en la explotación comercial, pues el envidiable progreso del puerto era conocido por todos; fue así como procedente de León, España, llegó la familia Guánchez y Cerrada a fin de establecerse en el lugar; en su equipaje traían como pertenencia familiar, la imagen de un pequeño Niño Jesús con unas características muy particulares. El día 22 de julio de 1600 siendo encomendero y Justicia Mayor del puerto Rodrigo de Argüelles, según lo relata Fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales de Venezuela, irrumpen por primera vez los aborígenes quiriquires y aliles en la villa de San Antonio de Gibraltar en represalias por los extremos castigos y “yugo de servidumbre” a que eran sometidos. Estos ataques por parte de los aborígenes se fueron haciendo constantes hasta el año de 1618; la comunidad varias veces fue reedificada y arrasada nuevamente por los saqueos y las llamas.
Para el año de 1610 la familia Guánchez y Cerrada se ve en la obligación de huir de Gibraltar, pues en uno de estos atentados la vivienda donde residían fue incendiada y era necesario favorecerse de las constantes acechanzas de los bravíos aborígenes; fue así como emprendieron camino hacia la población de Escuque, llevando en su equipaje la pequeña imagen de su Niño Jesús, tallada en cedro rojo o amargo, con una significación muy especial para ellos y la cual ya se conocía entre sus allegados como muy milagrosa.
En la restauración que se le realizara a la imagen del Niño Jesús de Escuque durante el año 1987, el restaurador Prof. Jacobo Asensi LLoria informó al colectivo escuqueño que la talla ciertamente presentaba en varias partes rastros de quemaduras, seguramente durante su permanencia en la vivienda de los Guánchez y Cerrada en Gibraltar.
A su llegada a Escuque y luego de establecerse en el lugar, pues el destino de la familia era la población de Barinas, al mostrar a los habitantes la pequeña imagen del rosado niño, esta, ocasionó una grata sensación entre los habitantes de aquel Escuque el cual se iniciaba para ese momento en su vida colonial.
La imagen del niño, obra tal vez, de un tallista sevillano, impactó a los habitantes del pueblo indo – hispano, quienes implorando a la familia española propietaria de la esfinge les permitiera un contacto más cercano con tan hermosa pieza, comienzan a buscar un sitio especial donde venerarlo; quizás la mirada triste y la leve sonrisa de la imagencita cautivó de inmediato a los habitantes del pequeño pueblo, a tal punto que al marcharse la familia Guánchez y Cerrada, palpando el amor prodigado a su niño, y en un gesto de extremo desprendimiento, deciden dejarlo y continuar su camino, quedando así para siempre sembrado en el pueblo y en el corazón de infinidad de generaciones el eterno patrón de Escuque.
La fama del Santo Niño fue corriendo de boca en boca, a Escuque comenzaban a llegar personas de todas partes de la región a conocer la milagrosa imagen, la cual en un comienzo albergaron en un espacio techado de palmas y acondicionado para cumplir las funciones de capilla, esto ocurrió para el año de 1622, convirtiéndose pues en el primer sitio de veneración pública para el niño propiedad ya de los escuqueños.
Con el tiempo la devoción al Niño Jesús se fue acrecentando, se le atribuían infinidad de milagros y favores en beneficio de sus devotos, era un amor que se arraigaba en lo más profundo de los habitantes, precisamente en un momento en el cual el adoctrinamiento y la catequesis alcanzaban su fase más importante en la formación religiosa de la escasa población aborigen.
Recordemos que según la distribución doctrinal realizada por el Obispo Fray Antonio de Alcega para 1610, éste le asigna al pueblo de Escuque una población aproximada de 200 aborígenes.
El pequeño espacio construido al principio se fue haciendo insuficiente, por lo tanto era necesaria la construcción de otra capilla mas amplia para dedicarla al Santo Niño, por tal razón, para 1630 se tienen noticias de otra capilla, también techada de palmas y construida sobre horcones y paredes de barro cocido, convirtiéndose este en el segundo sitio de veneración para la sagrada imagen.
Esta capilla daría paso a mediados del siglo XVII a al primer templo dedicado al Dulce Nombre de Jesús, el templo colonial que impresionara al Obispo Mariano Martí cuando realizara su visita pastoral al pueblo del Dulce Nombre de Jesús de Escuque el 15 de abril de 1777; joya arquitectónica que lamentablemente fue derrumbada para edificar a partir de 1910 el actual templo parroquial, hoy bajo la denominación de Santuario Diocesano del Dulce Nombre del Jesús de Escuque, donde se puso una vez mas de manifiesto la voluntad y el esfuerzo de todo un pueblo, empeñado en ofrecerle a su Niño Jesús el espacio más hermoso para su estadía.
Es esta la altiva casa que cada 14 de enero abre sus puertas para recibir al inmenso río humano que llega a venerar cada año a una de las reliquias del catolicismo de mayor antigüedad no sólo en Venezuela, sino para todo el Continente Americano, el Niño Jesús de Escuque! Esa imagen dulce y pequeñita que este año 2025 arriba a cuatrocientos quince años como esencia y numen de la Tierra de Nubes.
FUENTES:
1.- De Castellanos, Juan. Elegías de Varones Ilustres de Indias. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1987.
2.- Fray Pedro Simón. Noticias Historiales de Venezuela. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1987.
3.- Castellanos, Rafael Ramón. Relación de un Viaje por Tierra de los Cuicas. Ediciones del Ministerio de Relaciones Interiores. Caracas. 1958.
4.- Albornoz, José Hernán y Barreto Balza, Juan Carlos. Escuque, su Niño, su Iglesia. Edición Reunión de Profesores. Caracas. 2004.
.